El lema de este fotógrafo murciano es «ni aburrirme ni aburrir»

De modo que fue creando un estilo propio en el que reconoce influencias de Buñuel, Goya, Fellini y también de Henri Cartier Breson. No sólo ha cubierto bodas católicas; también ha estado en varias protagonizadas por Adventistas, Testigos de Jehová y Mormones. «Voy donde me llamen». Según dijo, la España real está en la vida cotidiano de los pueblos. «Algunos dicen que preparo las fotografías ¡Qué tontería! ¿Me invento yo el comportamiento y la vestimenta de la gente? Murcia es como un oasis en el desierto. ¿Me invento yo sus colores ocres, la uralita, el ladrillo visto, los cables, los depósitos de agua, los castillos árabes, las piteras y las almazaras?». Para él los fotógrafos son «trovadores contemporáneos, narradores visuales, contadores de historias». Su intención es seguir en el mundo de las bodas. «A lo mejor me da un día por los entierros, pero no creo, debe de ser un trago». Ningún novio ni ninguna novia se han enfrentado a él. Tampoco -salvo raras excepciones- le han censurado imágenes. «A veces, con las fotografías en paños menores, ponen reparos y dicen que no las difunda, pero al final les suelo convencer; no hay ninguna escandalosa». El libro está a la venta en librerías y cuesta 25 euros.