«Con el Quijote se viaja por toda la Historia del Arte»
El Colegio de Arquitectos de León y Luis Carnicero ofrecen una gran exposición de ilustraciones del clásico cervantino que incluye 80 obras, entre ellas, grabados de Goya, Doré, Dalí y Saura
Las tierras leonesas no son ajenas en absoluto a la masiva celebración del cuarto centenario de la publicación de la primera parte del Quijote; y es más, en este caso concreto nos encontramos, con toda probabilidad, ante la mejor exposición que en su estilo puede verse actualmente en todo el territorio nacional. Se trata de Espacios del Quijote. Retratos de un viaje , una magnífica muestra que hasta el 23 de octubre puede verse en el Colegio Oficial de Arquitectos de la capital leonesa, comisariada por Luis Carnicero, quien nos ha hecho de guía a través de esta verdadera «incursión» en la Historia del Arte a través del mito gigantesco y lleno de fuerza de Alonso Quijano. Cuenta Luis Carnicero que la completa y sorprendente colección de Quijotes y de ilustraciones alusivas a la obra pertenecen íntegramente a la galería de arte Venatia de La Bañeza, un material que esta sala ha venido recopilando desde hace más de treinta años. En total hay unas ochenta piezas, entre las cuales se cuentan cuarenta libros, entre originales y facsímiles, además de sesenta ilustraciones y grabados. Este fascinante viaje comienza con un facsímil de la primera edición, la de 1605. No llevaba ilustraciones, tan sólo los dibujos que rodeaban las letras capitulares. Habría que esperar a 1650 para encontrarse con las primeras, más semejantes a viñetas, y siempre con un carácter jocoso y caricaturesco: son las de Lagniet y David, que aquí se ofrecen en unas reproducciones de 1957. Carnicero nos informa de que las primeras ilustraciones consideradas como tales son las de Savery y Bouttats, aparecidas en ediciones de Bruselas y Amberes, en las que estos autores sitúan las aventuras de Don Quijote y Sancho en parajes y ambientes típicos de los Países Bajos. Frecuentes plagios entre autores Además, se continúa por entonces con los trazos burlescos y comienzan también los abundantes «plagios» de unos autores a otros: Diego de Obregón, autor de los grabados de la primera edición española ilustrada, plagia claramente a Bouttats en 1674. En el siglo XVIII nos encontramos con la visión teatral y cercana a los dibujos para tapices de Coypel, que fueron los más copiadas durante este siglo, pese a que aún no llegan a alcanzar el auténtico sentido de la ilustración tal y como hoy lo entendemos. En el XVIII, Hayman y Vanderbank serán «los que primero se acerquen al espíritu del Quijote», según Luis Carnicero. Ya inmersos en la sensibilidad romántica, la Academia de la Lengua encarga en 1780 a Hogart los grabados para su Quijote «oficial», pero éste incluye algunas escenas «intocables», como la de los disfraces del barbero y el cura. y el proyecto es abandonado. En esta muestra pueden verse algunos de esos grabados «censurados». Ese Quijote «académico» fue encargado a autores como Carnicero, tan cercanos al clasicismo, y hasta Goya participa en esa edición con un grabado, asimismo presente en la muestra leonesa. Los comienzos del siglo XIX son tiempo para los ilustradores franceses (Charlet, Johannot, Grandville...) que no renuncian a los toques caricaturescos. Pero las primeras ilustraciones monumentales de la obra son las de los hermanos Luis y Raimundo de Madrazo, que continúan la línea francesa. Gustave Doré es, sin duda, quien fija la imagen del Quijote en 1863. Es gracias a él que todos nos imaginamos al hidalgo espigado y barbiluengo. Y sólo a partir de entonces los españoles comienzan a entender la obra y acercarse artísticamente a ella. Ricardo de los Ríos, Moreno Carbonero, Pellicer, Urrabieta Vierge, Marín... incluyen elementos impresionistas y cromáticos, Walser hace hincapié en lo simbólico, y ya metidos en el siglo XX llegan Hermann Paul y Bofa, llega el personalísimo Quijote de Dalí, el grandioso de Schlotter, el monumental de Miciano, con casi 400 ilustraciones, el tan variado de Segrelles... y por fin, el último de los incluidos en la muestra es el de Saura (1987), una pura deconstrucción, un fogonazo de sentido. Aquí están todos. Y a la vista de todos.