«En este trabajo, mejor no tener familia»

Veinte de sus 50 años los ha dedicado al Queen Elizabeth 2 . Conoce todos sus rincones y todas las reformas que sufrió el barco a lo largo de los años. Dice que las cosas han cambiado mucho y que, aunque sigue teniendo un aire exclusivo, comprende que hay que adaptarse a los tiempos. Se llama Thomas Quiñones y es el director social del trasatlántico. Es decir, algo así como el relaciones públicas. Él mismo representa el espíritu del barco y de la tripulación: de padres portorriqueños, nació y se crió en Alemania, aunque por sus venas también corre sangre española. En concreto, de Canarias. «A mi abuelo le gustaba mucho tocar la guitarra y cantar jotas aragonesas», recuerda. Una extraña mezcla en la que además hay algo de corso, francés y andaluz. Quiñones habla tres idiomas a la perfección (alemán, español e inglés) y eso le sirvió cuando empezaba para dar el salto desde Lufthansa a la naviera Cunard. Aunque dice que es feliz en el barco, no recomienda a los jóvenes que se dediquen a esto: «Yo ya tengo 50 años, pero si ahora tuviera 20 no consagraría mi vida al trasatlántico. Hay muchas más cosas fuera de aquí». Explica que es difícil compaginar el trabajo con la vida familiar y con las amistades porque, «si no las cultivas las vas perdiendo por el camino». Por eso, también cree que para «este trabajo, mejor no tener familia». De hecho, el pasado mes de febrero no pudo acudir al funeral de su madre: «Yo me encontraba en Filipinas». Thomas Quiñones espera retirarse del trasatlántico dentro de cinco años, cuando, según calcula, el Queen Elizabeth 2 llegue a su ocaso. «Quiero vivir en Inglaterra, donde me dedicaré a viajes más cortos, nada de cuatro meses embarcado. Quiero aprovechar mi vejez». Mientras lo medita, organiza una comida en uno de los restaurantes más conocidos de A Coruña. «Bajar a tierra es nuestra forma de cargar las baterías».