Diario de León

Peugeot 407 Coupé... poesía

Preciosista en lo estético y determinadamente efectivo en lo dinámico, el 407 Coupé eleva a Peugeot a la categoría de los más consumados fabricantes especialistas. Su tarifa, aún sin confirmar oficialmente, rondará los 30.000 euros «de salida»

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JAVIER FERNÁNDEZ | texto
León

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Ya lo demostró con el 406 Coupé y lo reafirma ahora con el 407 Coupé. Peugeot se codea, cuando no supera, a los más afamados especialitas en el siempre delicado subsegmento de las realizaciones singulares. Heredero de las mejores virtudes de la berlina de derivación, el 407 Coupé supera ampliamente sus iniciales expectativas. Comenzará a venderse a principios del próximo año 2006 con una tarifa, aún sin determinar, que se moverá entre 30.000 y 45.000 euros. Por cierto, su depurada estética no se debe, como la de su también célebre antecesor, al lápiz de Pininfarina. Han sido los propios diseñadores de la marca quienes se han encargado de perfilar unas formas tan imponentes como sugestivas. Que en nada desmerecen a las que pudiese haber dibujado el famoso estilística transalpino (tradicionalmente afecto a la marca) y que ponen de manifiesto la voluntad de Peugeot por impactar en un escalón de mercado, bien se sabe, que no se «asusta» fácilmente y donde, por ende, suele mirarse con lupa cada nueva realización de los llamados «Gran Turismo». Nuestro protagonista juega con ventaja. La que le da el camino allanado por su berlina homónima, convertida en todo un superventas para su fabricante, y también por la experiencia que en su día le diera el anterior dos puertas de la serie 406 que, tampoco es ningún secreto, se convirtió en todo un objeto de deseo en los catálogos de la marca. Aunque, quizá también, no todo es camino de rosas si se tiene en cuenta que Peugeot se verá en la obligación de superar al célebre antecesor. Puede que no sea tarea fácil y también «puede» que muchos de los escollos ya se hayan superado de mano: el 407 Coupé tiene todas las de ganar y más de un as en la manga de un coupé «simplemente» -lo que no es poco- bello... por naturaleza y al que puede -podrá- considerársele responsable de más de un descoyuntamiento visual a su paso. Pero es que hay más. Sobre la base de la berlina, el 407 Coupé gana en dimensiones y en sensaciones dinámicas. Con catorce centímetros suplementarios en longitud y otra media docena en anchura, su carrocería crece hasta los 4,81 metros; disminuye prácticamente 5 centímetros en altura (sin agobio alguno para sus ocupantes), mientras crecen las vías y los voladizos delantero y trasero. Consecuencia: unas exquisitas formas de deportivo de siempre , aderezadas con, eso además, ciertos guiños a la deportividad trufada de carreras: branquias en las aletas delanteras y una especie de deflector aerodinámico zaguero - atrezzo en realidad- pintado en negro para alojar la placa de matrícula y que acaba por subrayar la doble salida de escape. Por cierto, hablando de la zaga, los diseñadores galos proponen una trasera de lo más contundente, poderosa, rotunda... no en vano será la parte que más aprecien los «oponentes»... con un paragolpes que engloba su práctica totalidad, unos grupos ópticos ligeramente intrusivos en las aletas y con un ligero deflector que perfila la tapa de un generoso maletero. Tanta es su generosidad, que el 407 Coupé puede presumir de una cajuela auténticamente panorámica para un coupé (supera los 400 litros) y con, además, una «auténtica» rueda de repuesto lo que, en los tiempos que corren, resulta ser toda una «provocación». Por aquello de mantener vivo el espíritu de familia, el coupé de la gama 407 hace gala de un morro en el que la boca es su mayor seña de identidad, amén de las mencionada branquias y de unas lágrimas que, estas sí, resultan de lo más intrusivas hasta casi media aleta y de unos «puntuales» antinieblas situados justo por encima del perfilado comienzo de unos, se diría marcados, bajos de caja que se alargan y ensanchan hacia la parte trasera de la carrocería. Si Peugeot esperaba conseguir un impactante efecto estético... ha logrado su objetivo. En el interior, con capacidad para cuatro plazas, aunque prime la habitabilidad de las delanteras, la realización es prácticamente idéntica a la de la berlina de derivación, con mínimas aplicaciones de estilo y combinación de materiales. Por aquello de no sólo parecerlo, las sensaciones dinámicas resultan ser el segundo plato fuerte de la guinda . Consecuencia directa de los recortes en algunas de sus cotas y, desde luego, de unas renovadas geometrías de suspensión, las «maneras» del 407 Coupé se asemejan a las de un auténtico deportivo por mor de la reducida distancia al suelo de su carrocería y del ensanchamiento de sus vías. Así, los apoyos resultan ser de lo más nítidos, la dirección responde con inmediatez y los balanceos de caja son inapreciables. Eso, por no hablar de un superior límite de adherencia con respecto al de la berlina por la inestimable ayuda de una suspensión electrónica de dos programas: normal y sport. Los trazados abiertos, es decir, las largas curvas de autopista en apoyo sostenido, son el campo de actuación preferido para un coche que tampoco le hace ascos a las reviradas enlazadas de montaña, máxime por las condiciones de alguno de los propulsores que propone Peugeot para el 407 Coupé. El V6 biturbo HDI (204 CV) unido al cambio automático secuencial de 6 marchas se perfila como la elección más atractiva, sin arrinconar por ello al «pequeño» gasolina de 2.2 litros (163 CV, caja manual de 6 velocidades) o al superior V6 de 3.0 litros y 211 caballos. En suma, que Peugeot ha vuelto a «tocar» el corazón de los incondicionales, también de quienes puedan serlo a partir de ahora, con un coupé digno sucesor del 406 y que, eso también, se convierte en todo un escaparate de marca. La estética y las sensaciones... están servidas.

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