«Es un testimonio extraordinario»
José Luis Gavilanes Laso | Este profesor leonés de la Universidad salmantina ha sido el encargado de «poner ropaje literario, comentario y estudio» a la odisea de un leonés contada, como dice, «con lucidez y con una sobrecogedora dignidad»
José Luis Gavilanes Laso (León, 1944) hubo de abandonar sus estudios de bachillerato a los 14 años para entrar a trabajar como empleado en unos conocidos almacenes de la capital leonesa. En 1968 fue detenido y encarcelado por su oposición a la dictadura franquista. En 1970 abandonó su trabajo para matricularse en la Universidad de Salamanca. Se licenció en Filosofía y Letras, Sección de Románicas, en 1976, y acto seguido fue contratado como profesor. Obtiene el título de doctor en 1988 y posteriormente gana una plaza de Profesor Titular de Lengua y Literatura Portuguesas, dedicándose a labores docentes y de investigación. Ha publicado numerosos libros y colaborado tanto con la prensa regional leonesa como con la nacional. -¿Cómo llegaron a sus manos estas memorias? -Por dos vías y casi simultáneamente. En primer lugar, a través del libro del historiador salmantino Benito Bermejo sobre el fotógrafo catalán Francisco Boix, en el que había una cita bibliográfica sobre unas memorias inéditas de un tal Prisciliano García Gaitero, en poder del austriaco Han Landauer, un ex brigadista internacional que vino con 16 años a luchar a España contra el fascismo. Enseguida comprobé que ese nombre estaba en la lista de leoneses. El contacto con Hans dio resultado para conseguir la trascripción del manuscrito. Luego contacté con la familia de Prisciliano, que acostumbraba a veranear en Fuentes de Carbajal. Hablamos, nos encariñamos, y todo fueron facilidades para que yo asumiese la tarea de poner ropaje literario, comentario y estudio a lo escrito por Prisciliano entre 1945 y 1949, año de su muerte. -¿Qué aporta esta nueva obra? -Cada recuerdo personal es valioso en sí mismo. Pero con el Holocausto nos enfrentamos a la incómoda certeza de que las personas que pueden dar testimonio directo de su experiencia están desapareciendo. En muy pocos años, nadie de los que han pasado por los campos de concentración nazis quedará con vida. Además, se trata de uno de los episodios más estremecedores de la Historia. Sólo por esto, las memorias de Prisciliano ya son importantes; pero además su odisea está relatada con lucidez y sobrecogedora dignidad. No es un documento más: es un testimonio extraordinario. -¿Qué le indujo a zambullirse en el sórdido universo del nazismo? -La circunstancia me llevó un día a Mauthausen. Allí, lo sabemos ya todos, vaciaron de vida a miles de españoles, entre los que había una treintena, al menos, de leoneses. Como amo al paisaje y paisanaje de mi tierra, no he podido resistir la curiosidad de interesarme por los más cercanos a mi sangre que sufrieron aquella terrible aventura de la historia. -¿Cuáles han sido sus fuentes prioritarias? -Como fuente primordial he consultado los libros testimoniales y de estudio que han ido apareciendo y que he ido cotejando con el original, generalmente después de 1975, escritos por estudiosos y por los propios deportados. En segundo lugar, la ayuda inestimable de Hans Landauer en la consulta de los archivos de Mauthausen, Viena, Dachau y Arolsen. También he encontrado información en el Archivo de la Guerra Civil, en Salamanca, y los datos ofrecidos por la familia a través de su hermano César y de sus sobrinos Amador y Prisciliano han sido también fundamentales. -¿Cómo se puede sobrevivir a Mauthausen, Gusen y Dachau? -La supervivencia se daba generalmente por la conjugación de varios factores: una muy buena salud, puestos prominentes en el interior de los barracones, un plus de alimentación y la solidaridad entre los propios internos; pero, sobre todo, no darse nunca por vencido, para lo cual era indispensable acendrada fe en lo divino o en lo humano. Desgraciadamente, el reverso tenebroso que conllevaba el instinto de supervivencia se dio también -aunque en contados casos- en algunos españoles que colaboraron con la brutalidad de los SS, confiando en que era el mejor camino para salvar el pellejo. A la postre, quien optó por ese comportamiento (como se cuenta en el libro) le costó la vida. -En este libro se habla de una intensa relación de los españoles con los brigadistas que habían participado en la Guerra Civil, es el caso de Hans Landauer. -La singularidad de Hans Landauer fue decisiva en la supervivencia de Prisciliano y de otros españoles, como lo acredita una cartulina con sus firmas que Hans muestra con orgullo. Hans continúa siendo, desde su atalaya en el archivo de la resistencia en Viena, la persona amable, siempre disponible, competente, y una ayuda inestimable para quienes precisen algún dato sobre deportados en campos nazis. -El regreso a casa nunca fue fácil; pero el de los españoles debió ser doblemente doloroso... -La gran mayoría de los republicanos españoles de Mauthausen y de Dachau regresó a Francia, en donde, dicho sea de paso, les dieron hospedaje muy alejado del vergonzoso confinamiento con que fueron recibidos al tener que escapar en 1939. De los indemnes que no murieron de inmediato por no tener graves secuelas en el cuerpo o en el alma, cada uno se las arregló como pudo. Un buen porcentaje se casó con francesas y formaron familia. Un menor número regresó a España después de muchas gestiones. -¿Cuál fue el propósito del Prisciliano con este libro? -Tal y como lo consigna en el prólogo, es el de denuncia, acusación, deseo de justicia y castigo para los culpables. Parece que hubo un consenso entre los supervivientes que se concitaron para jurar solemnemente que aquello que habían sufrido no quedase barrido por el viento del olvido. -Un minero leonés que está sepultado bajo una lápida con la inscripción: Muerto por Francia. ¿No es hora ya de recuperar una parte de nuestra historia? -Desde mi punto de vista: tajantemente, sí. El intento de recobrar la parte tantos años silenciada no debe ser objeto de repudio o motivo de indigestión para nadie. Porque en ello no hay ningún veneno vindicativo, sino el único propósito de poner las cosas en su justo lugar.