Hay solución

|||| Los estudios realizados demuestran que la bronquitis, el asma, la hipertensión, el exceso de colesterol o la diabetes mellitus son factores de riesgo que aumentan el impacto de la contaminación. También se ven afectados los que pasan la mayor parte de su jornada laboral en un vehículo, viven o trabajan en zonas con tráfico intenso, las personas mayores y los niños. Estos últimos porque pasan muchas horas al aire libre, tienen menos peso, están una hora de media al día en el autobús para ir y volver del colegio y aún no han desarrollado su sistema inmunológico. Insisten, además, que aunque la contaminación atmosférica no supere los niveles permitidos, es un arma letal, especialmente para enfermos con afecciones respiratorias y cardíacas, y produce efectos secundarios a la población en general como irritación de ojos y mucosas, tos, migrañas, alergias al polen o dificultades para despertar por la mañana. Los expertos recomiendan favorecer el uso del transporte público y el de la bicicleta, promover la utilización de carburantes menos contaminantes en el transporte, la industria y los hogares, y utilizar filtros de partículas en los focos de emisión. Y para ser más eficaces, introducir incentivos fiscales y medidas legislativas, ofrecer información a la opinión pública para que aumente su sensibilidad ante el problema y mejorar el diagnóstico y la detección precoz de las enfermedades relacionadas con la calidad del aire.