Mala uva

No es para todas lo mismo, pero para mí son un poco infierno. No me explico como ,llegados a semejante punto de desarrollo, no se haya inventado un producto seguro, eficaz y barato para compensar ese supermalrollo que me entra con la regla. Aunque no fuera seguro ni barato. Me conformaría sólo con la eficacia. Soy como una especie de Doctor Jeckyll y Míster Hyde. Eso me decía mi novio, aquel que tenía hace cinco años y que se enfadaba cuando lo sacaba en el periódico. Cuando intuía que llegaba una menstruación, desaparecía de la faz de la tierra, así que lo tenía que agobiar por teléfono. De hecho, en los peores días de cada ciclo, intento mostrarme lo menos posible y apelo a mis tranquilizantes más efectivos: chocolate high quality, DVDs del tipo El príncipe de las mareas y cosas por el estilo. Hasta mi perro Dinio se percata de la situación y suele hacerse notar sólo lo imprescindible. ¿Sabéis que tener la regla puede ser considerado un atenuante durante un juicio? No me digáis que nunca lo habéis sentido en esos momentos de irritación propia a la que se suma algo indignante que él nos dice o nos hace ¿No os imagináis haciéndole algo verdaderamente doloroso? ¿no? ¿ni siquiera en un segundo de furia? Si os decidís, que sepáis que el juez deberá tener en cuenta ese atenuante. Otra cosa que me enferma aún mas son las coñitas de las compresas con alas o esos anuncios naíf que me hacen sentir cómo si estuviera drogada o tuviera 15 años. En fin, espero que me perdonéis esta columna con mal humor. Ya os podréis imaginar en que circunstancias la escribo. Pero, a mí esto se me pasa, mientras que a otros les queda para siempre.