Diario de León

Doctor en Antropología y Lingüística, escritor en asturleonés

«Los políticos de León viven en la inopia»

Roberto González-Quevedo asegura que nunca antes «se había traicionado a León con tanta alevosía»

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Publicado por
Emilio Gancedo
León

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- Pan d'amore. Esta antología contiene desde sus primeros poemas, publicados en 1980, hasta inéditos del 2004. ¿Qué le empujó a escribir en la lengua de sus padres? -Hay dos motivos fundamentales que explican que en 1980 comenzase a escribir poesía en la lengua del Alto Sil y también que siguiera haciéndolo hasta ahora mismo. Son motivos poco originales y quizás cualquier lector los pueda imaginar. Uno de ellos es el descubrimiento que había hecho, unos años antes, de que nuestra tierra tenía una lengua propia, una lengua además particularmente sonora y armoniosa, muy válida para la creación estética. Una lengua con una personalidad tan plena que me veía impelido a cultivarla literariamente. El otro motivo es el que mueve a todo escritor: expresar con las palabras la necesidad de (aquí tendría que poner varios conceptos, pues uno sólo sería insuficiente) conocer, percibir, comunicar y sentir el mundo y el universo del yo que se enfrenta a él. -Si tuviera que elegir una imagen de su infancia, ¿cuál sería? -Lo siento, pero es una imagen tópica. Sin embargo, es una imagen verdadera: la nieve, la nieve cubriendo totalmente mi pueblo, Palacios del Sil, una mañana de invierno. Había estado nevando abundantemente durante toda la noche, pero aquella mañana el sol brillaba con una intensidad luminosa sobre las montañas palaciegas. Jugábamos los niños a correr sobre los prados y, especialmente, a tirarnos bolas de nieve («petsas»). Había mucha claridad, había mucho sol, pero el frío era terrible. Sin embargo, la nieve transformó aquel día: creo que sólo por aquel día merecía la pena haber vivido. Los árboles, los hórreos, todo era diferente. Es cierto que había muchos días así, pero la memoria escoge, quizás caprichosamente, unos momentos determinados. -¿Cuándo tomó conciencia del «valor», como hecho diferenciado, de aquella lengua? -Fue al investigar sobre la propia lengua. En primer lugar al preguntar y sacar información sobre el léxico y sobre los aspectos fonéticos y gramaticales. Me di cuenta de que allí había no un dialecto, una lengua deformada, sino una auténtica lengua con una identidad muy profunda. En segundo lugar tomé conciencia de ese valor al contextualizar aquella realidad lingüística, que era latín, el latín asimilado y transformado por nuestros antepasados desde hace siglos. -¿Qué labor -editorial, profesional-, le ha reportado una mayor o más especial satisfacción? -Me es imposible escoger una, porque he disfrutado con todas las publicaciones. De todas maneras, quizás el primer libro ( Poesías ya cuentus na nuesa tsingua ), publicado junto a mi madre Eva González, fue el que más me llamó la atención. Pero mientras algunos de los libros ya casi los he olvidado, Pan d'amore , como antología que es de mi poesía, tiene para mí un valor especial, porque es el auténtico mapa que explica mi trayectoria como escritor. Es como un resumen que por primera vez permite ver mi obra literaria como un itinerario con unos hitos determinados y determinantes. -¿Cuál es la posición del asturleonés occidental, hoy, dentro de nuestro dominio lingüístico? ¿Es un dialecto «marginal», una variante «de prestigio» o uno, digamos, filológicamente «pintoresco»? -No estoy seguro de lo que realmente es. Creo que es un poco de todo, porque sociológicamente tiene aspectos de lengua minoritaria marginal y muy despreciada socialmente. Pero por otro lado, paradójicamente, no hay duda de que literariamente dentro del dominio tiene un importante prestigio. Es decir, como lengua literaria ha logrado un gran nivel y podemos hablar tanto de ciertos autores clásicos de calidad como de autores contemporáneos que contribuyen a ese prestigio. -El camino de la oficialidad parece andarse con pasos seguros en Asturias, pese a que en estos momentos da la impresión de estar atascado. ¿Qué necesita? ¿Cuál sería el «emburrión» definitivo? -La oficialidad es necesaria e imprescindible, pero la impresión de que el camino tiene ahora dificultades se corresponde totalmente con la realidad. Un «emburrión» definitivo sería que se olvidasen los prejuicios políticos, exclusivamente políticos, y se tuviesen en cuenta razones de tipo cultural, de patrimonio lingüístico. -Por el contrario, y como todos sabemos, el caso de León es ciertamente triste. Para las instituciones, el asturleonés no existe aquí. ¿Qué podemos hacer? -Es necesario seguir trabajando. Cuando se trabaja ( y actualmente hay mucha gente que lo hace) siempre se producen resultados. Estos resultados no se ven al día siguiente, no son un fruto temprano, pero al final sí puede recogerse aquello que se ha sembrado. La situación en León es muy triste, pero lo era mucho más en los ochenta, cuando las instituciones eran, como ahora, fascistoides, brutales y terribles contra nuestra lengua propia, pero al mismo tiempo en la población había absoluta ignorancia y desconocimiento. Por lo menos, ahora hay una inquietud social y, si se mantiene la actividad, eso al final dará algún resultado. -El tema de la identidad es muy sensible y depende de muchos factores que van galvanizando la identidad de un territorio, a veces hasta independientemente de su devenir histórico y obviando rasgos culturales. Por ejemplo el caso del Bierzo, identidad y territorio que en gran medida caminan ya por sus propios derroteros. Para algunos, esa identidad va unida al idioma gallego indefectiblemente. ¿Cómo ve el problema de estas zonas de transición, fronterizas? ¿Y usted, cómo se define, de «dónde» es? -¿De dónde soy? Sólo hay una respuesta respecto a mi origen: el lugar que me vio nacer y donde viví mis primeros años. Ésa es mi tierra y me identifico con el mundo a que ella pertenece. Evidentemente tengo muy claro que no tengo nada que ver con lo gallego. Por otra parte, la mayor parte del Bierzo no es gallega, a pesar de la propaganda agresiva (por cierto, ¿nadie lo ve en León?) del nacionalismo gallego, que quiere destruir la identidad leonesa reescribiendo con falsedades la historia. Antes cualquier cosa que ser gallegos y no porque yo tenga ningún sentimiento negativo hacia los gallegos, sino simplemente porque yo pertenezco a una zona que no tiene nada que ver ni con la lengua ni con la cultura gallega, aunque, como siempre pasa, en Galicia hay cosas que se parecen a las nuestras. Pero estas pequeñas semejanzas no han venido de Galicia, sino que están en nuestra tierra antes de la existencia de Galicia y de los profetas del nacionalismo gallego, que más pronto que tarde causarán graves trastornos (sí, muy graves) en León, cuyos políticos viven en la inopia. Los políticos leoneses están asintiendo con desprecio a la desaparición de la lengua y la cultura propia y se ríen a carcajadas viendo cómo los nacionalistas gallegos les están comiendo (mejor dicho, robando vorazmente) el terreno. Todos estos políticos son inmorales, pero los políticos leoneses parecen ser, además, estúpidos. Retiro todo lo que acabo de decir si resulta ofensivo, pero es necesario plantearles la realidad para que despierten: nunca se había traicionado a León con tanta alevosía.

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