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El alza de tipos compromete el crecimiento económico

El consumo y la inversión son los que se verán afectados de forma inmediata por la medida. Los cambios en la política monetaria se iniciaron antes en EE.UU. y la inflación condiciona a Japón

Publicado por
INMA MOSCARDÓ | texto
León

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Ésta podría ser la crónica de una subida anunciada, pero no lo es. Y podría ser el cuento de Pedro y el lobo, pero tampoco. Porque casi todos los que tienen algo que ver con la política monetaria creyeron firmemente las palabras de Jean Claude, Trichet, quien desde su atalaya al frente del Banco Central Europeo (BCE) anticipó que ya tocaba subir los tipos de interés. Las opiniones a favor y en contra de una subida del precio del dinero se han dejado oír y con ellas los efectos que ésta tendría sobre las renqueantes economías europeas y especialmente sobre los consumidores. Tras dos años y medio manteniendo los tipos de interés en un nivel excepcional e históricamente bajos, Trichet anunció el jueves una modesta subida de tipos al elevar en, un cuarto de punto, el precio oficial del dinero de la zona euro, para situarlo en el 2,25%. La medida que pretende atenuar las presiones inflacionistas derivadas sobre todo de la escalada de los precios del petróleo, puede, sin embargo, comprometer la lenta y frágil recuperación europea, según pronostican los más contestatarios a la medida. El premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, aseguró que el BCE «obstaculiza el crecimiento económico de Europa con el aumento de los tipos de interés». Para Stiglitz, «algunos países europeos han tenido un desarrollo de éxito, entre ellos los escandinavos, gracias a las inversiones en educación, en seguridad y a una política monetaria distinta de la que hay en la zona euro, donde la política monetaria está estrictamente ligada a la inflación, que no es un problema». Bruselas prevé que el indicador entre la oferta y la demanda alcance el 2,3% al final del año, tres décimas por encima de la denominada «estabilidad de precios». La subida de tipos puede tener efectos positivos para España. Uno de ellos es, precisamente, el control de la inflación. El índice de precios en nuestro país supera en un punto la media de la zona euro, lo que lastra la competitividad. Otro afectará al mercado inmobiliario: el boom de precios de la vivienda se ha producido y mantenido al abrigo de unos tipos de interés excepcionalmente bajos. Un alza moderada, como la que propone el BCE, contribuiría a atenuar la escalada de precios. No les falta razón, ya que la ya de por sí escasa contribución al crecimiento de la demanda interna, podría sufrir un nuevo retroceso, pues los consumidores europeos se están mostrando enormemente cautos a gastar más de lo necesario, ante el temor de que un nuevo parón en las economías europeas provoque nuevos ajustes en el mercado laboral. Los expertos más escépticos recomendaban retrasar la subida de tipos hasta estar seguros de que la recuperación económica sea realmente sólida y duradera. Otros analistas apoyaban esta prudencia porque consideran que un encarecimiento del euro contribuiría a debilitar la ya escasa competitividad de las exportaciones europeas. En el caso de España, el presidente de la patronal CEOE, José María Cuevas advertía que en una sociedad «tan endeudada» como la española, que alcanza ya el 110% de la renta disponible, cualquier subida de los tipos de interés podría producir «efectos paralizantes» en la actividad económica por la retracción del consumo. Cuevas hizo hincapié en que el gasto familiar es el factor más importante del crecimiento económico español, aunque coincide con la mayoría de las opiniones en que el movimiento de los tipos de interés será lento, lo que facilitará «su digestión». Además del consumo, la subida de tipos provocará también un retroceso de la inversión. Aparte de España, las críticas se han dejado sentir también desde países como Francia e Italia, o la propia Alemania, la locomotora europea cuya recuperación marcha al ralentí. El nuevo ministro de Finanzas, Peer Steinbruek advertía que el BCE debe mantener los tipos durante el mayor tiempo posible. La propia Comisión Europea insiste en que el consumo de los alemanes caerá un 0,3% este año, y el encarecimiento del crédito puede ser la puntilla para la deteriorada confianza de los consumidores, máxime si se tiene en cuenta la subida de tres puntos en el IVA, anunciada para 2007. Para los mercados, la decisión del BCE estaba descontada e incluso para algunos analistas financieros si finalmente Trichet no hubiera decidido endurecer la política monetaria crearía la incertidumbre de no saber cuándo va a actuar la institución e introduciría mucha volatilidad en el mercado. El BCE se ha unido a la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, que el pasado 2 de noviembre decidió subir, también un cuarto de punto, hasta el 4% la tasa de descuento, su tipo de referencia, pero no parece probable que esta tendencia se vaya a mantener a tenor de lo que dijo Trichet «la política de la entidad -BCE- seguirá siendo acomodaticia». El endurecimiento de la política monetaria, repetida por la Fed doce veces consecutivas, pretende hacer frente a los costes de la energía y paliar la presión sobre los precios y contribuir a sostener la actividad económica de Estados Unidos. Fuera de la zona euro, el comité de política monetaria del Banco de Inglaterra decidió también este mes mantener sin cambios su tasa básica en el 4,50%. El índice permanece invariable por tercer mes consecutivo, tras un descenso, también de un cuarto de punto, decidido en verano. La mayoría de los analistas consideran muy probable un recorte del tipo británico a comienzos de 2006, lo que situaría el precio del dinero británico muy cerca del de Estados Unidos. En Japón, otra de las grandes economías mundiales, también en crisis, la decisión sobre cuándo poner fin a la política monetaria de tipos de interés próximos a cero, está distanciando al Banco de Japón (BoJ) y al Gobierno y está añadiendo gran incertidumbre en los mercados. El gobernador del banco central, Toshihiko Fukui, aseguró que en cuanto la inflación suba, la entidad pondrá fin a la política de relajación monetaria. Para el Gobierno, la prioridad es poner fin a la deflación. Los que ganan y los que pierden con la subida Suben los ahorradores, que tienen depositados en la banca más de 573.000 millones de euros remunerados. El tipo de interés aplicado a estos pasivos es cercano a cero (0,39% los depósitos a la vista) desde que los tipos directores están en el 2%. La subida del precio del dinero mejorará los ingresos por intereses. Suben los bancos y las cajas, que mejorarán sus márgenes de intermediación, ya que elevarán los tipos de interés de los activos, que es automática en la mayoría de los casos, mientras que no trasladarán con la misma celeridad la subida de los tipos pasivos a los ahorradores. Pierden los inversores en los mercados financieros, pues una subida de tipos (sobre todo si es sostenida) atrae buena parte de la liquidez hacia los productos tradicionales y quita atractivo a la inversión en renta variable y en los fondos de inversión (también en los de renta fija). Descienden las familias hipotecadas, que verán incrementadas las cuantías de los pagos por los créditos hipotecarios, ya que la práctica totalidad de ellos están indizados a la evolución del euríbor a un año. El Banco de España recuerda que el nivel de endeudamiento de los hogares es el más alto de la historia. Pierde el tesoro público, que tendrá que pagar más costes financieros por la deuda pública que emita a lo largo de 2006, puesto que el mercado adaptará los precios de las emisiones a la referencia del BCE. Con todo, la deuda pública española se ha reducido notablemente en los últimos años. Pierden las empresas con alto endeudamiento, especialmente las dedicadas a la gestión de infraestructuras financiadas a largo plazo. Afectará también a la actividad constructora e inmobiliaria, dado que sus negocios están íntimamente ligados a la evolución de los tipos de interés.