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León

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|||| Así pues, poco puede hacer el consumidor, salvo tener presente que la gasolina debe ser verde, o retirar de sus botiquines caseros los termómetros de mercurio. Son las instituciones y los organismos internacionales quienes tienen la obligación de tomar medidas. La Fundación Eroski recuerda que en este mismo año un equipo de investigadores de las Universidades de La Rioja y Santiago de Compostela elaboró el primer estudio en varias provincias sobre indicadores biológicos de la contaminación atmosférica por metales pesados. En la investigación se utilizaron técnicas de análisis basadas en organismos bioindicadores, en particular los musgos, capaces de acumular metales pesados en sus células en concentraciones superiores a las que se dan en los medios donde viven. En la actualidad, las investigaciones se centran en la posibilidad de convertir el poder absorbente de las plantas en una herramienta barata para limpiar suelos y acuíferos contaminados. Las raíces de ciertas especies pueden descomponer y fijar metales nocivos en sus hojas, que posteriormente serían recicladas o desechadas. Así, los girasoles asimilan cesio y estroncio, los tréboles fijan petróleo, los helechos, arsénico, las hierbas alpinas, zinc, y los álamos destruyen disolventes de limpieza en seco. Y para tratar el agua contaminada ya se están empleando marismas artificiales en las que se plantan juncos que atraen microorganismos que la purifican.