Diario de León

«No soy una inconformista, sólo protesto ante lo que no me gusta»

Pilar Bardem | Desde hace meses, esta veterana actriz, hija y madre de artistas, se ha metido en la piel de Elpidia, abnegada protagonista de la serie televisiva «Amar en tiempos revueltos» que vivió, como ella misma dice, «aquellos tiempos de

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LOLA RAMÍREZ | texto
León

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Caracterizada con la ropa de su personaje, un modesto abrigo negro que no se quita ni en el camerino, Pilar recuerda una época que para ella comenzó el día de su nacimiento, el 14 de marzo de 1939. -¿Qué recuerdos le han quedado grabados de aquellos tiempos? -Todos, por eso he escrito un libro de memorias. Recuerdo aquellos tiempos de silencio, de gris y de frío. -De tanto frío como hoy, supongo. -No, frío del alma. Y físico también, claro, sin calefacciones... -Ni comida. -Afortunadamente, yo no he sufrido esas penurias; mis padres me daban muy bien de comer. -Elpidia, su personaje en «Amar en tiempos revueltos», es humilde y fuerte. ¿Se inspiró en alguna mujer cercana para darle vida? -En todas y en cualquier mujer trabajadora. Al igual que ellas, Elpidia es una mujer sufrida, abnegada y que tiene que luchar. -¿Qué fue lo peor de la posguerra: el miedo, el hambre? -La falta de libertad. -Desde entonces, la sociedad y la mujer han evolucionado mucho. ¿Cuál ha sido el precio que ha habido que pagar? -Los españoles pagaron un precio de 40 años de dictadura y la mujer todavía más, porque nos quitaron todos los avances que había logrado la mujer republicana. -Cuenta en sus memorias que estudió Medicina para trabajar como misionera y acabó ejerciendo de modelo de alta costura. ¿A qué se debe un cambio tan radical? -He hecho muchas cosas. Empecé Medicina porque me iba a ir con la madre Teresa de Calcuta; en los años 50 nadie sabía quién era Teresa de Calcuta y había que llevar un bagaje que era la carrera de Medicina. Más tarde, mi director espiritual me animó a tener hijos. Siempre me han gustado mucho los niños y sentía la necesidad de formar mi propia familia. Luego hice de maniquí. -Pues vaya cambio¿ -¿Por qué? El alma es la misma. -Digamos que es un trabajo más¿ frívolo, ¿no? -No hay ningún trabajo frívolo, todo depende de la seriedad con que se haga. En aquella época, en España a las maniquíes se nos llamaba prostitutas y en Francia eran diosas. Aquí, a las mujeres del espectáculo siempre se las ha tachado de putas, las actrices tenían el mismo carné. Fíjate qué deterioro para las prostitutas. -Sus padres, que eran actores, lo verían de otra manera, ¿no? -Mis padres eran muy creyentes pero muy liberales, como la gente del mundo artístico, donde nadie se cuestiona si está casado, ni las acepciones sexuales. Era una suerte criarse en ese ambiente. -Usted lleva mucho tiempo trabajando como actriz¿ -Desde el 9 de noviembre de 1970. Hice antes una película con Fernando Fernán Gómez, después de parir a mi hija Mónica. La iba a hacer mi prima Carmen, pero se quedó embarazada y entonces llamaron a «la niña», que era yo. -Los premios y el reconocimiento le llegaron ya madurita, como a los vinos de solera¿ -En la profesión pueden suceder tres cosas. Que tú lo veas bien y sea una mierda y que digan qué bien estás; que lo hagas más o menos bien, no lo vea ni Dios, y digan qué bonito aunque no lo vea nadie; y luego, si Dios te viene a ver, tú lo haces medianamente bien y la película es maravillosa, todo el mundo lo ve, te dan premios y dicen ¡qué señora tan estupenda! Más sangrante fue lo de Mabel Rivero en Mar adentro , que tras quince años de profesión creían que era una señora del pueblo. A mí no me importa, no trabajo por ganar premios. Es mi oficio, me gusta. Es lo mejor que sé hacer. -¿Qué es lo que le gusta de su profesión? -Me gusta porque te permite sacar de dentro del alma muchísimas facetas y muchas formas de ver las cosas. Tienes que defender papeles con los que no estás de acuerdo, personajes a los que debes querer aunque como ciudadana no los quieras. Es un ejercicio de creación muy bonito. -¿Qué siente una mujer tan inconformista como usted al meterse en la piel de un ser resignado como Elpidia? -No soy inconformista, sólo protesto ante lo que no me gusta. ¿Los obispos son inconformistas porque salgan a la calle a protestar? No me gusta esa palabra. Soy una ciudadana que opina, para eso estamos en una democracia parlamentaria, pero lo del inconformismo me parece del año 68, del mayo francés, vaya. -Reconocerá que hay diferencias entre Pilar Bardem y Elpidia¿ -Elpidia es una mujer mayor ya en el 36. Gracias a una maestra republicana sabe leer y escribir, porque si no, ¿de qué? En aquella época las mujeres no recibían formación. Es una privilegiada, pero cree en las clases sociales, que el mundo está hecho así, que los pobres tienen su sitio y los patrones el suyo. Luego le sale un hijo republicano, pero esa es otra cuestión. -Personajes como don Fabián, tan aparentemente enamorado de su familia como de su amante, ¿eran habituales entonces? -En aquella época y hasta hace muy poco. Tener una querida, que era el nombre que se les daba, era muestra de privilegio social. -¿Los hombres hoy son menos golfos o nosotras más espabiladas? -No creo que una cosa vaya con la otra. Los hombres de hoy piensan, o yo al menos eso espero, que hombres y mujeres tenemos los mismos derechos. La juventud es la gran esperanza. Igualdad a todos los niveles y desde el principio. -¿La solución a la violencia doméstica está en la educación? -Por supuesto. Felicito al Gobierno por la Ley Integral de Género, que llevábamos buscando hace mucho, pero si a los niños no se les educa desde la infancia en la igualdad entre niño y niña, si no se destierran frases peyorativas del lenguaje, no avanzaremos. -¿Nos matan por rebeldes? -No. Primero hemos aguantado la violencia psicológica; la bofetada no llega de sopetón, llega cuando ya se ha destrozado a la persona psicológicamente; antes de la violencia física está la psicológica. -Al ver los debates del Congreso se llega a la conclusión de que aún subsisten las dos Españas. ¿Tan poco hemos avanzado? -Creo que el espíritu guerracivilista lo creó el señor Aznar cuando tuvo mayoría absoluta y creyó volver al caudillaje. De esos barros vienen estos lodos de ahora. No los ha sembrado el señor Zapatero, sino Aznar.

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