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Bosquimanos en pie de guerra

La entrega del Premio Nobel Alternativo a los bosquimanos del Kalahari supone un apoyo a su lucha por recuperar sus tierras ancestrales. Ana Machado, defensora de los derechos indígenas, espera que el galardón dispare la alarma por el acoso que

Publicado por
HERNÁN ZIN | texto
León

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Los bosquimanos fueron los primeros habitantes del África austral. Se estima que viven allí desde hace 20.000 años. Su curiosa lengua, poblada de chasquidos que surgen al golpear la lengua contra el paladar, guarda los recuerdos colectivos de uno de los pueblos más antiguos de la humanidad. Hasta la llegada de las tribus de raza negra del norte del continente, los bosquimanos vivían de la caza y la captura de hormigas, sapos y tortugas. Pequeños de estatura, amables, vagaban por las planicies del desierto del Kalahari en busca de sus presas. El arribo de los holandeses en el siglo XVII limitó más su libertad de acción. Fueron ellos los que les pusieron el nombre de bosquimanos. Hoy, este pueblo ancestral capaz de mantener intacta su forma de vida durante miles de años, se enfrenta a una política de reasentamientos por parte del Gobierno de Bostwana que amenaza su existencia. Cientos de bosquimanos fueron expulsados del parque de caza del Kalahari Central, ya que en la región se han encontrado yacimientos de diamantes. El pasado viernes, estos bosquimanos recibieron en el parlamento sueco el Right Livelihood Award (el Premio Nobel Alternativo). Roy Sesana, uno de sus chamanes y líderes políticos, acudió a la ceremonia con un sombrero de piel de antílope y huevos de avestruz, símbolo de la profunda relación de su gente con la tierra y sus habitantes. En España, Ana Machado acogió emocionada la noticia. Tras años de trabajo con los bosquimanos, cree que esta es una gran oportunidad para dar a conocer el sufrimiento de un pueblo condenado a vivir en reservas, lejos de su hogar. Desde el arribo de Roy Sesana a Europa, no ha dejado de enviar notas de prensa y organizar charlas. «Los asentamientos tienen casas de ladrillo, escuelas, centros de salud, pero allí la vida de los bosquimanos carece de sentido porque son nómadas», afirma. «Como no tienen nada que hacer, beben, se prostituyen, y ahora muchos son portadores del VIH. Si no regresan a su hogar desaparecerán». Roy Sesana fue brutalmente expulsado de su tierra en el 2002 y obligado a vivir en una reserva. Aún así tuvo suerte. Su hermano, Mathambo, sufrió torturas que acabaron con su vida. A las denuncias de organizaciones como Survival, de la que Ana es responsable en España, el Gobierno de Botsuana ha respondido afirmando que los bosquimanos son seres «primitivos, de la Edad de Piedra», que no pueden detener el desarrollo del país. Algunos analistas señalan que tras las acciones del ejecutivo de Botsuana está la compañía De Beers, que recibió las licencias para extraer diamantes del Kalahari. La empresa sudafricana niega tener relación con los realojamientos forzosos. Pero su historia de manejos oscuros en el comercio de piedras preciosas -descrita por Greg Campbell en el libro Diamantes sangrientos -, genera grandes dudas sobre su implicación. La historia de marginación y lucha de los bosquimanos no es única. La globalización ha puesto contra las cuerdas a numerosos pueblos indígenas que viven en territorios ricos en petróleo o diamantes. «Si los bosquimanos triunfan, otros indígenas verán que pueden enfrentarse al poder, que están a tiempo de salvar sus territorios y su forma ancestral de vida», afirma Ana esperanzada. La globalización En 1969, tras recorrer la selva amazónica, Norman Lewis regresó a Inglaterra y escribió un artículo en The Sunday Times que conmocionó a la opinión pública. Lewis describía los abusos padecidos por los indígenas a manos de los productores de caucho. Un grupo de antropólogos londinenses, conmovidos, decidió entonces crear Survival, que es hoy la organización gubernamental más importante del planeta en la lucha por los derechos de los indígenas. INDÍGENAS Se estima que en el mundo hay en estos momentos más de 150 millones de indígenas distribuidos por 60 países. YANOMANI MUERTOS En menos de una década, el 20% de los yanomani de Brasil han muerto como consecuencia de la invasión del hombre blanco.

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