Diario de León

El enemigo en la Red1397124194

Cada día son más los foros en Internet que sirven para amparar a quienes distribuyen pornografía infantil y acosan a menores. Al frente de la organización Protégeles, Guillermo Cánovas lucha con las nuevas tecnologías para defender a los niños

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HERNÁN ZIN | texto
León

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El hombre regresa a su casa tras haber pasado el día en la oficina. Saluda a su mujer, a sus hijos, se saca la corbata, la americana, y se encierra en su despacho aduciendo que tiene que terminar un informe para el trabajo. Mientras los niños hacen los deberes en una habitación contigua, él entra en un foro de Internet a través del cual intercambia imágenes de menores retratados desnudos o cuando mantenían relaciones sexuales con adultos. Según Guillermo Cánovas, experto en la lucha contra la pornografía infantil, este es el perfil del pederasta medio en España: un hombre con estudios, que goza de una buena situación económica y socialmente reconocido por su profesión. Cuando Cánovas comenzó a luchar contra la explotación infantil en 1998, no resultaba demasiado difícil conseguir pornografía de menores en ciertos vídeo clubes, ya que la distribución de este material no estaba penada por la ley en España. Tras poner en marcha una ambiciosa campaña de sensibilización y de recogida de firmas, logró, un año más tarde, que el título número ocho del Código Penal fuera modificado de forma tal que permitiera llevar a la cárcel a quienes hacen negocios a costa de los niños. Sin embargo, el importante avance logrado en la lucha contra el abuso infantil, coincidió con el auge de Internet. Y el anonimato de la red, potenciado por el escaso control que las autoridades pueden ejercer sobre páginas situadas en determinados países, hizo que creciera exponencialmente el intercambio de pornografía de menores. Según Cánovas, existen 1.900 foros y webs en los que se intercambia pornografía infantil. Protégeles, organización creada para defender los derechos de los niños, recibe 14.000 denuncias al año de internautas que se han encontrado con esta clase de contenidos. Acoso en los chats Además de verificar la autenticidad de las denuncias y hacerlas llegar a las unidades de delitos telemáticos de la policía y de la guardia civil, Protégeles realiza una importante labor educativa dirigida a padres e hijos para poner fin a otra de las prácticas que amenaza a los niños en la red: el acoso en los chats. Un estudio dirigido por Cánovas revela que el 14,5% de los menores que usan Internet han concertado una cita con un desconocido. El 7% acudió solo y en el 2% de los casos se presentó un adulto. «Muchos pedófilos frecuentan chats de menores haciéndose pasar por niños. Está tan extendida esta práctica que ya tiene nombre, se la conoce como grooming», explica Cánovas. Las largas conversaciones que mantienen con los niños les permiten conocer sus gustos, y deseos, y hasta su dirección y teléfono. El caso de las niñas Holly Wells y Jessica Chapman, de diez años, llamó la atención mundial sobre esta práctica. Ian Huntley, el hombre que las secuestró y asesinó en Inglaterra en el 2002, las había conocido a través de Internet. En su libro Ladrones de inocencia (editorial Nuevos Escritores), Cánovas traza un retrato del pederasta medio en España. Sorprendentemente, no responde a la idea que impera en la sociedad de que se trata de hombres enfermos, que padecieron traumas durante la infancia, y cuyas vidas están determinadas por el deseo de mantener relaciones sexuales con menores. Esta clase de pederastas, conocidos como preferenciales, constituyen apenas el 7,5 % del total. La gran mayoría de los pederastas, llamados de desarrollo, son hombres de entre 30 y 45 años, casados, padres de familia, carentes de antecedentes penales, que desempeñan profesiones bien remuneradas. En busca de estímulos «Comienzan consumiendo pornografía en la Red. Como se acostumbran a los contenidos y ya no se sienten estimulados, buscan algo más fuerte y descubren la pornografía infantil. No tienen una tendencia natural hacia los niños, sino que la adquieren a través de Internet», asegura Cánovas. Al ser hombres que no padecen patologías, saben que lo que hacen es moralmente reprobable. Para justificarse, apelan a lo que Cánovas llama «distorsiones cognitivas». Afirman que los niños eligen libremente y que saben distinguir entre el bien y el mal. El 30% de estos pederastas, que llevan una existencia en apariencia normal, y que se inician en los foros descargando fotografías para luego pasar a los chats, terminan abusando de niños en la vida real. Los que no se animan a acercarse a menores de su comunidad, viajan al extranjero convertidos en turistas sexuales.

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