Diario de León

JOAQUÍN GARCÍA NISTAL | EXPERTO EN ARMADURAS MUDÉJARES EN LEÓN

«En uno o dos inviernos algunas techumbres pueden venirse abajo»

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León

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|||| Joaquín García Nistal, un joven de origen sahagunino, se ha recorrido más de doscientas iglesias leonesas siguiendo la huella de las armaduras de madera en la provincia, que datan en su mayoría de los siglos XIV al XVIII. La tesis doctoral que prepara le ha llevado a indagar sobre unas técnicas que empezaron a decaer a partir del siglo XVII. El artesonado de la iglesia de Santa Colomba de la Vega figura entre sus favoritos por el programa estético geométrico que desarrolla, más puramente mudéjar, un término que, como él mismo dice, todavía es polémico y confuso. También reclama implicación de las instituciones para conservar las armaduras de madera, un patrimonio que a veces ni siquiera es valorado en los pueblos. -¿Cuáles son las zonas más interesantes de las armaduras mudéjares en León? -Siempre se han considerado las riberas de los ríos y es cierto que, por ejemplo, el entorno de La Bañeza es uno de los focos más ricos. Pero también es cierto que se extiende mucho más allá, incluso en la zona de la montaña leonesa aunque aquí las cubiertas sean bastante más pobres. Yo destacaría, como culminante, por la riqueza de los trabajos geométricos la iglesia de Santa Colomba de la Vega. También es muy interesante la de Azares del Páramo. -¿Cuál es el significado artístico del uso de la madera? -Casi todos los estudios señalan que se utilizó como material más asequible, pero yo creo que tiene un sentido estético más que económico pues muchas veces los encuentras en zonas donde la madera ha tenido que ser muy costosa. Un documento que he encontrado sobre el palacio de los Guzmanes habla de un fustero que trae madera de pino de Soria, que es muy caro, más caro que la piedra. -¿Con qué focos mudéjares pudo estar relacionado el trabajo en estas iglesias? -Se habla de obra mudéjar pero en realidad hay una evolución. Los del siglo XV y principios del XVI, como la cubierta del locutorio y alero del convento de las Concepcionistas, tienen unas características están muy relacionadas con el arte medieval, su pintura es de líneas y decoración vegetal gótica. He visto la evolución de esos mismos trabajos en San Marcos que tiene una lacería muy sencilla y desarrolla un programa clásico relacionado con el renacimiento. En estos casos no son trabajos estrictamente mudéjares, al contrario de lo que sucede en Santa Colomba de la Vega y Azares del Páramo, que desarrollo un programa geométrico con combinación de estrellas típicamente mudéjar. ­-¿Quiere decir que lo mudéjar hace alusión más a unas determinadas técnicas de trabajo? -Se ha tendido a englobar todo en un mismo saco, ornamentación y estructuras. Mudéjar es un término muy discutido. Yo creo que la mejor forma de definir el arte mudéjar es que se trata de una síntesis entre la cultura hispano-musulmana y la cristiana, que refleja la convivencia entre ambas culturas. Y es algo tan fuerte que el rey Pedro I se muestra totalmente enamorado del arte hispano-musulmán como se ve en el programa estético de los Reales Alcázares de Sevilla. -¿Ve en ese pasado mudéjar una lección de tolerancia para el momento actual? -Es importante aprender del pasado y la historia nos dice que los grandes centros culturales de la Edad Media en España se dieron gracias a esa tolerancia, primero con la España musulmana y luego al revés cuando los reyes cristianos se adueñan del territorio. En esa convivencia exprimieron lo mejor de cada cultura. -¿Por qué eligió este tema para su tesis doctoral? ¿Están poco estudiadas? -Pensé que estaría menos estudiado, pero sí es cierto que en León faltaban estudios histórico artísticos. Me alegré de haberlo elegido porque he ido descubriendo los sistemas de construcción. He recogido más de doscientas, aunque algunos son trabajos muy sencillos. -Muchos corren peligro de desaparecer, ¿qué podría hacerse para que fueran más valorados? -He hecho muchísimas fotografías pensando precisamente en que algunas armaduras, con uno o dos inviernos fuertes, pueden venirse abajo (me daba miedo la situación en que se encontraba por ejemplo la de Escobar de Campos). Al menos con este trabajo hay una documentación exhaustiva de todas ellas, pero es importante darlo a conocer porque muchas veces ni se valora en los pueblos. Y hay que decir que la preocupación por su conservación es muy antigua: hay documentos del siglo XVIII con contratos para que se reparen artesonados que están a punto de derrumbarse. Hay que darlo a conocer y que las instituciones se encarguen de mantenerlos o al menos de consolidarlo. -De todas las armaduras y artesonados que ha visto, ¿cuáles son sus favoritos? -Por la calidad técnica, el de Santa Colomba de la Vega y luego es curioso observar que el mismo modelo de San Marcos, a pesar de que no está policromado, se repite en otros pueblos como Villamuñío y Mansilla Mayor. -¿Quiere decir que en las iglesias rurales se demandaba el buen hacer de los maestros que trabajaban en la ciudad? -Casi todos los carpinteros de lo que he tenido documentación viven en la ciudad de León, no sé si son o no nacidos en la provincia aunque por los apellidos parece sí. Pedro de Candanedo y Fabián de Villaverde figuran entre los alarifes más conocidos del siglo XVI. Van a trabajar a los pueblos porque se trata de encargos del Obispado. Uno de los documentos más curiosos que he estudiado habla sobre las adjudicaciones de obras usando una vela. Se inician las subastas con una cifra y se adjudica al que haya dicho la última cantidad antes de que se apague la llama. -¿Qué valoración hace del artesonado de Valdesaz de los Oteros que ha sido restaurado? -Es uno de los ejemplos más destacados de León. El tipo de trabajo que se realiza está más adscrito a lo que se puede llamar mudéjar.

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