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CUEVAS

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León

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|||| Aurelio es de Valdevimbre, y como tal, gran catador de vinos. Aurelio perteneció al distinguido grupo de deportistas que «inventó» en León el balonmano, siendo estrella indiscutible del muy fuerte equipo del Colegio Leonés, que disputaba sus partidos, a sangre y fuego, en la barroca Plaza Mayor de la capital. Aurelio es hombre grande, de hablar reflexivo y extensa cultura, ahora anda metido en trabajos de investigación sobre las oscuras historias del León medieval y, además, tiene su esquina casi reservada de modo vitalicio en la Viña H a las horas del vino, por la mañana y por la tarde. Y en ella, entre buen Prieto Picudo y estupendas tapas, ejerce de patriarca de una animada tertulia en la que participan, entre otros, sus amigos: el joyero, el taxista, el constructor, el médico, el jubilado¿ Y no son una excepción, porque son muchas las pandillas de amigos que tienen su sede, al menos una de sus sedes, en esta ya clásica cafetería de vino, tapas¿ y «jaimitos», el vermouth de la casa que atrae parroquianos tal y como las moscas se sentían atraídas por aquel pastel de rica miel de la fábula. No hacen falta recetas milagrosas ni conjuros alquímicos para que un bar funcione, y la Viña H es buena prueba. Buen vino y espléndidas tapas son el mejor atractivo para que gente de todas las edades llene a diario el establecimiento. Es un gozo ver cómo en el mediodía de las jornadas festivas, familias enteras llenan las mesas y la barra del popular establecimiento, sobre todo para degustar sus ricas tapas. Ya lo dice Aurelio: «Es que estas tapas tan bien preparadas, tan suculentas y tan abundantes, las encuentras en pocos sitios». Caldo gallego al estilo leonés, con sus tropezones y fuerte sabor rural, los mejillones de las Rías Bajas preparados en una singular vinagreta, o los bocartes, delicados y fuertes, fijados por el curtido del vinagre, la melodía mediterránea del aceite y el toque picante de la guindilla escondida entre sus finos filetes, son algunos de sus emblemas gastronómicos. Ana y Maxi, con todo un equipo de mucho saber gastronómico, creen que todo es poco para tener contenta a la clientela. «Procuramos -dicen- hacer las cosas lo mejor posible, desde los churros y los pinchos de tortilla con los que acompañamos los cafés de la mañana, hasta los champiñones, la costilla guisada, los callos a la leonesa, las patatas al alioli, la ensaladilla y las otras mil cosas que van desfilando por el mostrador según la temporada», porque en la Viña H se práctico eso que se ha dado en llamar «cocina de mercado», con lo que además de calidad se asegura la variedad de su increíble menú de aperitivos.