ENTREVISTA | ANTONIO CAMPOS ROMAY
«En esencia y resumiendo, ser masón es una actitud y no una militancia»
|||| Antonio Campos Romay, afincado en A Coruña desde hace decenios, casado, padre de dos hijos y enamorado de dos nietos; inspector de Sanidad y presidente del Instituto de Estudios Políticos y Sociales, ejerce de masón con la misma naturalidad que de seguidor del Dépor o militante del PSdeG-PSOE, formación en cuyas listas fue elegido en su día diputado autonómico y edil en el ayuntamiento de La Coruña. -Masón, socialdemócrata y republicano... Echando la vista atrás, parece que esa combinación es frecuente entre ustedes. -Tanto como otras. En Renacimiento 54 (la logia coruñesa) hay nacionalistas, conservadores, comunistas, agnósticos, católicos... Los socialistas y republicanos no somos mayoría. Además, en la fraternidad las mayorías son innecesarias y absurdas. En nuestras reuniones evitamos hablar de opciones partidarias y de iglesias, aunque sí hay debate político o religioso, al igual que de otros asuntos, pero siempre en términos filosóficos. -¿Se debe a esa norma que los masones se mantengan al margen de algunos aspectos y polémicas concretas y cotidianas? -Ese es otro tópico. Nuestra organización evita tomar partido y no opta por ninguna creencia religiosa concreta, ni actúa como grupo en la economía, pero a título individual los masones somos, y debemos ser, personas comprometidas con la humanidad y con la vida cotidiana. Lo cual, a poco que usted nos conozca, comprenderá que es lógico e inevitable porque nuestro ideario nos empuja a ser activos socialmente, a dar testimonio de tolerancia, a fomentar la convivencia y a promoverla sin recurrir a la condena de las opiniones adversas. -Vamos, que es prácticamente imposible conocer a un masón que haya delinquido o que se haya enfadado visceralmente con un adversario... -No, por favor, no somos perfectos [al tiempo que responde, sonríe]. Nosotros también estamos expuestos a las debilidades humanas; pero la disciplina ética o moral, ser consecuente y escuchar la voz de la conciencia ayuda en numerosos aspectos de la vida. -Usted es inspector de Relaciones Institucionales de la Gran Logia de España. ¿Acaso es por razón de ese cargo que no ha tenido inconveniente en hacer pública su pertenencia a la masonería? -Mire, esa responsabilidad me obliga a ciertas cosas, entre las que figura la de ejercer de masón abiertamente. Pero la decisión de identificarse públicamente con la fraternidad es, en todos los casos, una cuestión personal. Yo no tengo derecho a revelar quién ha abrazado el ideal masónico, del mismo modo que no debo airear ni utilizar las creencias personales de otros ciudadanos. Esta norma y actitud obedecen a una posición ética o moral, pero no constituyen la única ni la más poderosa razón por la que somos discretos, lo que no significa ser partidarios del secreto. En nuestra discreción también hay motivos de índole colectiva... -¿Por ejemplo? -Mire, no debemos utilizar nuestra condición de hermanos para obtener ventajas, ni para arbitrar posiciones interesadas o de grupo en el día a día. No somos una secta. En esa línea, la discreción ayuda a superar ese y otros riesgos. -Percibo que está orgulloso de ser masón, aunque hablar de orgullo quizá sea inapropiado... -En esencia y resumiendo, ser masón es una actitud. No es una militancia; tampoco es un club, ni se ganan trofeos y nadie ha hecho fortuna por ser masón.