El sueño de Julio Verne se hará realidad
Un sofisticado buque, el Chikyu, perforará la corteza terrestre con el fin de detectar movimientos sísmicos y encontrar formas básicas de vida similares a las que había en la Tierra hace millones de años
Es el proyecto más ambicioso de la historia destinado a descifrar el origen y el futuro de la Tierra. Se trata de un buque científico llamado Chikyu, construido en Japón y dotado de una taladradora capaz de perforar hasta 7.000 metros bajo el fondo del mar con el fin de recoger y analizar muestras de rocas, lo que supondrá triplicar la profundidad explorada hasta ahora por el hombre. Será todo un viaje «al centro de la Tierra». Si se consigue llegar a esta profundidad, se alcanzaría la frontera entre la placa tectónica y el manto de la tierra, lo que ayudará a comprender los movimientos de la corteza, así como ciertos procesos que tienen implicaciones en el cambio climático. La idea de construir un barco de estas características, cuyo coste ha superado los 400 millones de euros, corresponde a Asahiko Taira, de la Agencia Japonesa para la Ciencia Marina-Terrestre y de Tecnología y del Centro Japonés para la Exploración de las Profundidades de la Tierra. Inaugurado el pasado verano, sus dimensiones son espectaculares: 210 metros de eslora, 38 de manga, una tripulación de 150 personas y capaz de desplazar cerca de 60.000 toneladas. En el medio del buque se encuentra la taladradora que tiene una altura de 120 metros, rodeada de grúas y equipada con cuatro tuberías capaces de extraer hasta 1.200 toneladas. La embarcación va protegida por un escudo de 380 toneladas que servirá para evitar que pueda ser dañada por erupciones inesperadas de gas o de crudo. Chikyu cuenta, además, con un helipuerto situado en proa y un satélite propio que ayuda a los científicos a conocer la zona en que se ubican los relieves rocosos del suelo oceánico y a conocer en tiempo real el trayecto de la perforadora. Sin embargo, Chikyu (Tierra en japonés), es la parte más llamativa de un proyecto internacional conocido como Programa Integrado de Perforación Oceánica (IODP, por sus siglas en inglés) en el que, junto a Japón, participa Estados Unidos y la UE que invertirán más de 350 millones de euros durante los tres próximos años. Para este año, está previsto que la tuneladora del Chikyu alcance los 3.000 metros de profundidad en la península japonesa de Shimokita, una de las zonas más afectadas por los terremotos, y llegue hasta los 7.000 mediante una nueva tecnología de taladrado que utiliza un líquido especial a altas presiones a través del tubo, con el fin de impedir la obstrucción del orificio taladrado. El origen de la vida Según ha indicado Taira, en la primera fase se quieren obtener muestras de roca de las placas tectónicas para comprender los mecanismos que originan los grandes terremotos. Afirma, además, que si se pudieran instalar sensores bajo la corteza se podrían detectar los movimientos sísmicos en el epicentro o al menos, muy cerca de él, lo que proporcionaría información para alertar a los ciudadanos sobre la formación de un tsunami que se dirija a una determinada zona, evitando posiblemente la pérdida de muchas vidas. Además, siempre que se ha perforado la corteza terrestre, las sondas han descubierto formas básicas de vida (poblaciones bacterianas) capaces de vivir en unas condiciones extremas de presión y temperatura, que se alimentan de hidrógeno y cuya estructura no ha evolucionado en millones de años. Por eso, los investigadores del programa IODP esperan catalogar este tipo de bacterias ya que creen que podrían proporcionar información tanto del origen y la evolución de la vida en la Tierra como sobre nuevos biomateriales. La corteza terrestre también guarda en su interior información sobre los cambios climáticos a lo largo de la historia, por lo que los expertos confían en poder anticipar si van a producirse como consecuencia de la actividad humana. Las investigaciones podrán tener aplicaciones en el sector energético, la biotecnología industrial o las grandes infraestructuras.