Diario de León

Gastronomía tradicional de la montaña en León

El popular Ezequiel, de Villamanín, abre una sucursal en el centro de la ciudad

CUEVAS

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MARCELINO CUEVAS | labor
León

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Los descendientes de Ezequiel, los hijos de Amador, han bajado a León desde las montañas de Villamanín, para mostrar a los capitalinos las excelencias de sus embutidos y las innegables virtudes de su contundente cocina. Mónica, Charo y sus esposos, Tomás y Leonardo, decidieron seguir la senda gastronómica de una saga cuyas raíces ya figuran en los grandes tratados de cocina leonesa. Por eso no han tenido que romperse mucho la cabeza a la hora de crear una carta para «Casa Ezequiel, degustación». Han conservado los famosos platos que conocen desde la niñez, como el «entrecogido», las tablas de embutidos, las croquetas (de bonito y jamón), el picadillo de cerdo¿ y les han agregado delicatessen, muy especiales, como el Revuelto de oricios y queso de tetilla, o las Habitas con taquitos de ibérico, para conseguir un conjunto equilibrado y lleno de interés. «Casa Ezequiel» ha montado en León un establecimiento moderno, espacioso y lleno de luz, en el que se conjugan maravillosamente la madera, el cristal y los metales, para conseguir un efecto acogedor y funcional. En la entrada han situado el departamento de venta, en el que ofrecen los embutidos que fabrican, desde 1945, a 12 kilómetros del Puerto de Pajares, en Villamanín. Unos embutidos que recuerdan los sabores tradicionales de las matanzas caseras y que son ahumados de forma natural con leña y curados al limpio aire de la montaña. Cuenta Mónica que algunas de sus especialidades, «chorizo, salchichón, cecina, lomo, jamón, botillo¿ adquieren en el marco incomparable de Villamanín matices exclusivos de aroma, sabor y color, muy difíciles de conseguir en otros lugares. En nuestros secaderos -explica- también tienen cabida productos del chivo, como la cecina, la paleta y la longaniza, así como productos ibéricos y todas aquellas variedades derivadas del cerdo: lacón, panceta, morcillas¿» Además, también ofrecen una selección de productos como aceite, quesos y bollería hecha en casa por métodos tradicionales. «Y -dice Mónica- nuestras tablas de embutidos para llevar a casa, que son uno de nuestros grandes éxitos» Siguiendo hacia el fondo del establecimiento, nos encontramos con la barra, en la que se sirven desayunos con acompañamiento de bollería de la casa, desde las 9,30 de la mañana. Y, a las horas del aperitivo, una gran selección de vinos y tapas, con categoría de vinoteca especializada y a precios muy comedidos. Y al lado las mesas del comedor. Como es lógico la oferta de «Casa Ezequiel» se centra en el picoteo, con entrantes como Habitas baby con taquitos de ibérico, Revuelto de oricios y queso de tetilla, Revuelto de morcilla, Fabada y Fabes con almejas y tres sensacionales ensaladas, la Ezequiel con cogollos, aguacate, ibérico y manzana, la de cogollos, con ventrisca y pimientos caseros y la Mixta. En segundos la gran especialidad de la casa, el Entrecogido, y el Pulpo con cachelos, las Chuletillas de lechazo, la Lengua al horno o entrecallada o, por encargo, Asados de lechazo, cabrito y cochinillo, y Botillo con verduras. Y en los postres Tarta de queso, Crema de manzana y limón y Arroz con leche, entre otras especialidades caseras. La selección de vinos es muy amplia y variada. Los precios pueden asustar a la primera ojeada de la carta, pero hay que señalar que las raciones son muy abundantes y pueden dejar satisfechas a dos e incluso tres personas, por lo que hay que ser comedidos a la hora de pedir. Bienvenido sea el desembarco en la capital de estos montañeses de Villamanín.

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