Diario de León

La gestión de la toponimia: un arte desconocido en la región leonesa

NORBERTO

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León

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Cuando existe una riqueza constatable en los nombres de lugar, una serie de denominaciones propias y tradicionales, muchas comunidades autónomas han optado por hacer éstas visibles a través de indicadores y carteles. De manera bilingüe o monolingüe, las comunidades con lengua cooficial ya muestran todos, o la mayoría de sus topónimos, en el idioma local respectivo. A nosotros los leoneses nos interesan más aquellas regiones en las que existe una mayor variedad, o una desprotección legal de dimensiones variables con respecto al dominio lingüístico. Por ejemplo, la juiciosa Navarra, otro viejo reino que debería ser, en tantas cosas, ejemplo para León, ha delimitado su territorio en tres zonas. Aunque el euskera es cooficial en esta comunidad foral, las tres zonas son espejo de la realidad idiomática: un Norte donde se habla (o se ha hablado tradicionalmente) el euskera, y en el que la rotulación se ha realizado en esta lengua; una Zona Media en la que conviven ambas en una suerte de bilingüismo tipográfico, y una Ribera del Ebro por completo castellanoparlante. En Cantabria, donde el dominio lingüístico asturleonés también se haya muy fragmentado y reducido básicamente al léxico y la toponimia, su gobierno regional ha optado por indicar, junto a las carreteras, los nombres de arroyos, peñas y praderas cercanas, en la convicción de que son también índice de la identidad y la cultura popular de esta tierra. Los Sejos o el Jitu aparecen así ante los ojos de todos los viajeros. La variante oriental de nuestro mismo dominio lingüístico, que es la hablada en esa región, no es oficial, aunque algunos grupos pugnan porque así sea. En Miranda do Douro, su lhengua , también variante del leonés, es cooficial con el portugués. Las placas de las calles y los carteles indicadores de los pueblos están escritos en los dos idiomas. En Aragón, la fabla no es cooficial, pero se enseña opcionalmente en algunos colegios. Por el momento, lo único que existe son rotulaciones de toponimia menor tales como arroyos, puentes, etc. ( Fuen d'as crabas , por ejemplo, Fuente de las cabras). En el valle de Jálama, en Cáceres, los nombres de las calles están en fala o valverdeiro (declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Extremadura), mezcla de portugués y extremeño. Por contra, en Asturias, la famosa «ley de uso» vela porque la toponimia mayor y menor del Principado esté en asturiano, algo que no siempre se respeta y que ha llevado la polémica hasta algunos concejos. La lucha por la cooficialidad sigue en la región. En León no hay ningún plan, ninguna ley. Sólo el gallego está protegido. El leonés, siquiera en forma de toponimia, continúa despreciado e ignorado. Ni las raíces ni la cultura propia parecen interesar a nadie, menos aún a nuestros gobernantes desde la impasible Valladolid.

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