Diario de León

El nuevo jabón de vino de Prada a Tope Contra el paso a nivel del Crucero, la buena gastronomía del Ferroviario

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En los remotos pueblos de la encrespada geografía montañosa del Bierzo aun se practica la fabricación doméstica y artesanal del jabón. Naturalmente es un jabón de tacto áspero y virtudes curativas, pues tiene la fuerza de un potente desinfectante. Prada, el inefable Prada, se ha decidido a emular también en esto a sus ancestros y elabora jabón de olor, incluso tiene la osadía de fabricar jabón de vino, así, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo. El vino fue la raíz de todas las aventuras de este singular empresario berciano, y el vino sigue presente en sus nuevas iniciativas, ahora enfocadas hacia la cosmética. Aceite de uva, Champú de uva Mencía, Crema hidratante de vino, Gel de uva Godello¿ y este jabón pletórico de aromas, son solamente la punta de un iceberg de productos naturales destinados a cuidar de la higiene y la belleza de todos, que Prada ha puesto en el mercado. No sabemos de las cualidades y calidades de esta línea cosmética, pero estamos seguros de que, como cualquier cosa que Prada toca con sus manos mágicas, acabará siendo un éxito. Las mujeres, que han entrado con fuerza en el mundo de los mejores vinos y los catan con agudos sentidos y enorme sapiencia, ahora también pueden sumergirse en las esencias vitivinícolas desde sus cremas y jabones. La composición de este original jabón es, según el fabricante: Cocos Nucifera; Aqua; Sodium Hydroxide; Parfum; olea europaea; vitis vinifera; prunas dulceis; Potassium hidroxide; Etridonic Acid. Que ustedes se laven bien¿ y no tengan miedo que este nuevo jabón, a pesar de ser de vino, no coloca. El Crucero, su nombre lo indica, es cruce de caminos y es también sinónimo de lío continuo de tráfico gracias a las cargantes barreras del paso a nivel, que solamente el tren de alta velocidad, ese que no sabemos cuando llegará y si llegará a 300 kilómetros por hora o solamente a 150, será capaz de borrarlo del mapa ciudadano. La hostelería de este conflictivo enclave tiene un lugar de solera, el Ferroviario, bar y restaurante desde remotos tiempos y siempre con una enorme clientela que disfruta de de la amabilidad de sus profesionales y de la estupenda cocina que tiene, tanto en el comedor como en la barra. Para saber si un negocio hostelero funciona bien solamente hay que fijarse en el tiempo que llevan trabajando en él sus camareros. En el Ferroviario, Susana y Luis han regalado su sonrisa a los clientes durante más de una docena de años¿ y esto es toda una garantía. Pero vamos con sus tapas, basadas en la mejor cocina tradicional; por ejemplo, los calamares en su tinta, que están como para mojar en ellos toda una barra de pan, o los otros calamares, los a la romana, que tienen todo el sabor que les otorga el estar fritos en buena aceite de oliva. Patatas picantes, pollo frito al mejor estilo americano, champiñones guisados y unos originales y sabrosos huevos fritos, son algunas de las especialidades de la casa. Y no olvidemos su restaurante donde, sobre todo los domingos (los sábados cierra por descanso), hay auténticas colas para degustar su estupendo menú del día. Uno de los mejores de la capital, y solamente por 12 euros.

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