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Publicado por
León

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|||| Quizás la más impopular de las posturas y la que más matizaciones debe de acompañar en este debate es precisamente esta: la de decir que el agua ya no podrá ser en un futuro próximo un bien gratuito o prácticamente gratuito como hasta ahora, que acabará por someterse a las leyes del mercado lo mismo que lo hace el petróleo, los tomates o cualquier otro alimento (por cierto, también imprescindibles para la vida), que no podemos seguir pensando que sólo con abrir un grifo tenemos el agua que queremos, cuando queremos, en la cantidad que queremos y -lo que es más sorprendente- para lo que queramos, sin pagar apenas por ello. ¿Es lógico que derrochemos el agua para dejar que salga un poco más fresca dejando el grifo abierto cinco minutos en los que hemos tirado unos cuantos litros que cuestan dinero del contribuyente en conducciones, infraestructuras, reparaciones, etc.? ¿Haríamos lo mismo si se nos cobrara por esa agua una cantidad apreciable? Es obvio que no se puede tener una postura maniquea en este aspecto, no se trata de decir que desde la primera gota de agua se cobre a un precio abusivo, pero ¿cuál sería el argumento para oponerse a que cada vivienda y cada familia tuviera asignado un consumo en litros razonable para una calidad de vida adecuada -algo que se puede estimar perfectamente- y que a partir de esa cantidad pagáramos el agua consumida a mayores a un precio bastante más caro? La cuestión está en que si nos apetece darnos unos cuantos baños al mes en lugar de ducharnos lo paguemos a un precio diferente, que si queremos manguear la terraza en vez de fregarla lo paguemos o que si derrochamos el agua dejando el grifo abierto lo paguemos. Nadie se escandaliza de la escalada sin límite del precio de la gasolina, y curiosamente también es un recurso terrestre; nadie inventa el petróleo, unos países o regiones tienen la fortuna de contar con yacimientos y venden los hidrocarburos no sólo al precio que el mercado marca sino con un coste que se ve influido por cuestiones políticas, especulativas, bélicas, etc. No hace falta decir que no es exactamente el mismo recurso pero se trata de entender el ejemplo de que no es un bien producido por el ser humano en ninguno de los dos casos, sólo se modifica y se transporta; sin embargo, la concepción económica es muy diferente. ¿Es impensable que los países o regiones ricas en agua se planteen en el futuro la construcción de acueductos -lo mismo que tenemos miles de kilómetros de gasoductos- para vender su agua a un precio de mercado a aquellos otros que la demandan?. El ejemplo lo podemos tener más cerca, ¿en el futuro sería tan extraño que una comunidad que tenga excedente de agua la venda a otra para que pueda cultivar sus tomates o sus fresas que a su vez volverán a ser comprados por la primera?, es decir, ¿el trasvase de agua necesario de la primera comunidad a la segunda ha de ser afrontado por los impuestos de todos, mientras que la compra de las frutas u hortalizas de la segunda comunidad ha de serlo por el dinero de los compradores para beneficio de los productores, con lo cual los habitantes de la primera comunidad, los más ricos en agua, curiosamente pagarían dos veces, una con sus impuestos y otra al adquirir los productos agrícolas?. Muchas de estas preguntas llevan implícitas las respuestas aunque entiendo que siempre se requieren matizaciones. Por lo que a la esfera internacional se refiere, las declaraciones de intenciones siempre están a la orden del día en cuanto hay una reunión o una convención sobre este tema, pero el hecho tozudo es que seguimos sin ser capaces de solventar problemas de la humanidad tan acuciantes como el hambre, muchas enfermedades banales en el mundo rico, la educación y, por supuesto, el acceso a agua potable o agrícola. En definitiva, aquellos países, regiones, provincias, ciudades o personas que tienen un nivel de vida digno y que quieren mejorarlo y pueden pagar esa mejoría en forma de tener acceso a más agua para parques, piscinas, parques acuáticos, campos de golf o agricultura altamente productiva, probablemente deberán de pagarla y deberán de hacerlo según regulen las leyes del mercado. Como he señalado, lo mismo ocurre con otros productos naturales: el petróleo o el gas no se fabrican, y nadie se escandaliza de que se cobre por ello cifras astronómicas cuando buena parte de la subsistencia de muchos países pasa por contar con un abastecimiento adecuado de estos recursos, imprescindibles para conseguir alimentos o para la luz y la calefacción de un hospital, por ejemplo.

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