El oro negro duerme en La Lora
Tras más de 40 años de actividad, el único campo petrolífero de tierra de España, en Ayoluengo, afronta nuevos retos para mantener su rentabilidad
Aunque no hubo géiser negro, ni una inmensa torre escupiendo una ducha de petróleo como en tantas ocasiones ha reflejado el celuloide, lo que ocurrió el 6 de junio de 1964 en el sondeo número uno de Ayoluengo, excavado en el páramo de La Lora, al noroeste de la provincia de Burgos, fue un acontecimiento espectacular. Después de más de 20 años de infructuosa búsqueda, por primera vez los resultados eran positivos: en el subsuelo de España había petróleo, lo que abría un futuro esperanzador para el país en el sector energético. Sin embargo, la alegría pronto fue a menos, al comprobar que las cualidades del yacimiento petrolífero no eran las más idóneas para una explotación rentable. La fragmentación de las capas de crudo a lo largo y ancho del campo, con un área productiva potencial de diez kilómetros cuadrados, y la rapidez con la que se agotaban los pozos hizo pensar que el sueño de la fiebre del petróleo español no duraría mucho. Desde aquellos primeros momentos de euforia hasta ahora han pasado 42 años, un periodo en el que, pese a que la producción ha ido disminuyendo, se han extraído en total cerca de 17 millones de barriles. Si bien hubo hasta 52 pozos operativos, muchos se fueron abandonando y, en la actualidad, existen 11 activos -uno de ellos de gas- que producen entre 6 y 30 barriles diarios. «En conjunto, salen unos 130 barriles al día. Es una producción baja, pero suficiente para pagar a la empresa de servicios», explica Ernesto Pozas, gerente del campo de Ayoluengo. La venta del petróleo se realiza a través de Repsol, operadora del yacimiento hasta 2003, momento en que fue comprada por la británica Northern Petroleum Exploration. Desde octubre de 2005, Ascent Production Limited pasa a ser la operadora del campo. Así, la producción de Ayoluengo es comprada por Repsol que posteriormente lo vende en bruto como combustible industrial a empresas como la fábrica de vidrios Vicasa, en Burgos, puesto que su composición química no es adecuada para refinarlo y transformarlo en gasolina. Un nuevo sondeo La explotación, admite Pozas, es rentable porque se autoabastece, de forma que el gas y la electricidad que producen se consume en el propio campo, para mantener en funcionamiento las once bombas de balancín, llamadas popularmente caballitos por su particular movimiento, así como el resto de la instalación para depurar y dar salida al petróleo. «A partir de un número de barriles, el resto son beneficios, de modo que ahora vamos a reentrar en algunos de los pozos abandonados donde puede que quede algo y también abriremos un nuevo sondeo», explica el gerente de la planta. Este pozo, que llevará el nombre de Hontomín 4, se abrirá previsiblemente en el mes de agosto, una vez concluyan los trámites burocráticos que den permiso al inicio de la excavación. A pesar de que conlleva una inversión de 1,5 millones de euros, los indicios apuntan a la existencia de petróleo en el subsuelo de esta zona, algo que amortizaría el gasto en un año si se lograran extraer «100 barriles diarios». Esta iniciativa responde a la necesidad de buscar nuevas vías para garantizar el futuro del que hoy sigue siendo el único yacimiento petrolífero en tierra de España, a los que se unen los existentes en el mar en Tarragona y la próxima apertura de sondeos en Lanzarote. «Sólo queremos mantener nuestros puestos de trabajo», reconoce el gerente, que tiene a su cargo a 14 empleados, entre operarios de los pozos y personal administrativo. Con este objetivo en mente, Ernesto Pozas ha planteado a las universidades de las comunidades próximas en las que se ofrezcan titulaciones en Geología e Ingeniería de Minas la posibilidad de impartir «un pequeño máster antes de terminar la carrera, porque aquí tenemos todo lo que necesitan saber en la práctica», desde cortes geológicos a análisis químicos y el propio proceso de extracción del crudo por bombeo, la separación del gas del petróleo y el agua y el traslado del denominado oro negro a través de un oleoducto hasta la terminal de carga. Este proyecto, que convertiría al campo de Ayoluengo en un centro de formación, ha sido bien acogido por parte de las universidades, con algunas de las cuales, como la de Salamanca, Oviedo, País Vasco y Madrid, ya existe una relación puesto que se desarrollan visitas al yacimiento para los alumnos de los últimos cursos. «Ahora hace falta ponerlo en marcha», reconoce Ernesto Pozas, quien critica la falta de colaboración institucional hacia esta iniciativa por parte de los gobiernos provinciales, autonómicos y nacionales. El primer museo No es el único que percibe un cierto abandono por parte de los políticos hacia una de las comarcas periféricas de la comunidad. También el alcalde de Sargentes de la Lora, municipio al que pertenece el yacimiento petrolífero, José Ignacio Vicario Rodríguez (TC-PNC), se queja de la desatención que sufre el pueblo, de 130 habitantes, y que busca nuevos recursos para afrontar los sempiternos problemas del medio rural. Su proyecto más a corto plazo es la creación de un Museo del Petróleo, que será el primero de estas características que se implantaría en España. A esta iniciativa han destinado 60.000 euros del presupuesto municipal, -«a ver hasta dónde alcanzan», sostiene José Ignacio-, pero no han recibido ninguna ayuda ni de la Diputación burgalesa ni de la Junta de Castilla y León. «Dicen que no hay dinero; deberían aprender de nosotros cómo se gestiona el dinero», critica el alcalde. El Museo del Petróleo entrará en funcionamiento en 2007 e incluso antes. De momento, han sacado a concurso público la gestión del futuro centro, que se ubicará en el antiguo Colegio Padre Manjón y actual albergue de concesión privada. En este edificio, reformado recientemente, el Ayuntamiento plantea utilizar la planta baja y la segunda, abuhardillada, para instalar fotografías y objetos relacionados con los 40 años de explotación petrolífera en Ayoluengo. «Para algo que tenemos que no tiene ningún otro lugar de España, habrá que aprovecharlo», señala. Con el nuevo centro, el páramo de La Lora ganará un atractivo más para el turismo, añadido al impresionante paisaje que deja el cercano Cañón del río Rudrón y a algunos vestigios de épocas prehistóricas, como el Dolmen La Cabaña, situado a tres kilómetros de Sargentes. Se trata de un monumento funerario de carácter megalítico, que data del Neolítico (hace unos 5.000 años), y que fue declarado Bien de Interés Cultural en 1993, en la categoría de zona arqueológica. Un antiguo mar de agua dulce Mucho más antigua es la época en la que empezó a formarse el petróleo que concedió prosperidad temporal a la comarca de La Lora a partir de los años 60. Se calcula que fue en el periodo cretácico -Era Secundaria- cuando empezaron a almacenarse los restos fósiles que, miles de años después, conformaron el petróleo. Y es que, por aquella época, como también demuestran los vestigios de dinosaurios que han aparecido en la provincia de Burgos, esta zona era una gran llanura fluvial sobre un terreno arenoso, circunstancias muy propicias para la fosilización de los restos orgánicos que originan el líquido oleoso que en la actualidad dirige la economía mundial.