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«Las mafias os engañarán...»

Diario de León acompaña a un equipo de reporteros españoles en un proyecto pionero: llevar a África subsahariana imágenes sobre la realidad de la emigración ilegal. La iniciativa ha tenido un éxito sorprendente en la lucha contra las mafias ded

Publicado por
XURXO FERNÁNDEZ | texto TONY GUILLEM | fotos
León

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Un palé de madera en el suelo. Una ventana diminuta por la que apenas entra luz -es mediodía y no hay una sola nube ahí fuera-. Un lavabo sucio y roto. Y ya está, nada más en toda la habitación. En España sería la celda abandonada de una vieja prisión. En este barrio de una de las ciudades más importantes de Guinea, la sala descrita es el único paritorio en todo el hospital. Sobre el palé dan a luz una media de dos mujeres cada semana. La mayoría, por cesárea, porque la imposibilidad de dilatar es sólo uno de los muchos efectos secundarios de la ablación; una terrible práctica, prohibida en el país, pero todavía muy habitual. Hay otras cuatro estancias en el centro, pero no están mejor equipadas: hay dos jergones sucios sobre un somier de muelles que rechina al sentarse en la habitación destinada a los enfermos que tienen que ser ingresados y en el aparador que sirve de dispensario en la sala de consultas sólo queda media botella de Betadine, gasas, alcohol y un par de cajas con pastillas. Sin embargo, entre el medio centenar de personas que se apiñan en la zona de recepción hay, al menos, una anciana con cáncer de piel, un hombre con una herida gangrenada y varios muchachos con malaria (un mal endémico en la región). No han venido a quejarse de sus problemas. Hoy están en el hospital (el recinto más grande de los alrededores) para ver un documental. Un grupo de siete españoles -Jesús Barrera, Pablo Barrio, Carolina Pérez, Tony Guillem y Alicia y Helena Fernández acompañan a la cónsul de Guinea en Canarias, Alicia Navarro- recorre el país para poner en práctica una experiencia pionera en la lucha contra la emigración ilegal. Se trata de mostrar los riesgos que entraña subir a una patera. «No venimos a decirles que se queden en sus casas, simplemente queremos que sepan a lo que se arriesgan; que no se dejen engañar por las mafias», explica Barrera, codirector y realizador del filme que se exhibe y del que se está rodando durante el viaje. Incredulidad y rabia Una cámara recoge las reacciones de quienes asisten a la proyección. La mayoría miran incrédulos (algunos con rabia) a la sábana que sirve de pantalla, sobre la que cuatro inmigrantes de distinta procedencia cuentan su odisea en patera. Sus relatos coinciden: hambre, frío y mareos en el bote, muertes durante la travesía, el alto precio pagado y la decepción final al llegar a puerto sin papeles ni trabajo. «En España hay tanto desconocimiento como aquí. Nos creemos que esta gente se mete en una patera sabiendo a lo que se arriesga, pero en realidad lo hacen engañados. Muy pocos saben lo que les espera y muchas de las familias que se quedan aquí esperan inútilmente noticias del que emigró y creen que los ha dejado abandonados, cuando en realidad ha muerto en el mar», explica Navarro. La cónsul vive desde niña en Canarias (nació en Guadalajara) y cuenta con un gran prestigio en varios países de África subsahariana (conoce a la perfección la costa que va de Mauritania a Costa de Marfil y los resortes diplomáticos que tocar en cada país). Así logró que antes de que el equipo llegase a Guinea el documental ya fuera proyectado en estadios y otros grandes recintos de la capital, Conakry, con excelentes resultados en la reducción del flujo migratorio. «Muchos se desengañaron», asegura. Y es que esta mujer tiene la teoría de que la televisión, el medio del que ahora se vale en su lucha contra el tráfico de personas, tuvo mucho que ver en el origen del problema: «Las primeras series extranjeras que llegaron al país fueron las telenovelas y hubo una que hizo furor. De repente, la gente quería ir a ese mundo de ricos, donde todos vivían en casas como las de Falcon Crest». Cansada de llamamientos inútiles que no calaban entre la población africana, Navarro decidió poner en marcha (a través de la oenegé Nimba, radicada también en Canarias) este proyecto de combatir el engaño con información facilitada directamente por los protagonistas de las terribles travesías hacia el paraíso europeo. La segunda parte de la iniciativa ya está en marcha. El nuevo documental (ya en proceso de producción cuando se escribe este reportaje) mostrará a los países receptores de emigrantes irregulares los motivos que impulsan a éstos a arriesgar sus vidas. A las falsas ideas sobre sus lugares de destino (que las mafias se encargan de alentar, recorriendo ciudades como Labé) hay que añadir la desesperación de tener que parir en una sala como la antes descrita, vivir en chozas que se inundan durante la dura temporada de lluvias o comer alimentos en mal estado por la falta de electricidad que impide su conservación. El regreso en coche a la capital, por carreteras en pésimo estado en las que no se puede conducir de noche -para evitar que los obreros que hacen reparaciones sean atropellados, abren socavones en el firme que obligan a los conductores a ir más despacio- sirve para que el equipo conozca de primera mano la realidad del país que visita. Entramos en pintorescas aldeas en las que se pelean por la poca ropa que les dejamos. Nos reciben con hospitalidad y la misma curiosidad que nosotros sentimos por ellos. Proyección en el instituto En Conakry, las proyecciones continúan. Visitamos un taller de mujeres y un instituto, en el que algunos muchachos reaccionan indignados después de ver el documental y piensan que sólo se trata de engañarlos para que no emigren. No nos sorprenden sus críticas hacia los europeos -Francia colonizó Guinea y tras su retirada impulsó un embargo que tiene mucho que ver en la mala situación del país-, pero sí que varios hablen en favor de la actitud de Estados Unidos, al que consideran una nación amiga. Los ánimos se calman cuando los profesores explican la finalidad de la iniciativa y una alumna resume lo que está en la mente del resto: «No creí que el viaje fuera así. Sabíamos que era caro, pero no en qué condiciones se hacía. Tampoco pensábamos que nos pondrían tantos problemas. Aun así, creo que si no recibimos ayuda, tendremos que seguir emigrando».

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