El Lago de Sanabria, su flora y su fauna
Ser el mayor de la Península y el único de origen glaciar, así como la exquisita pureza de sus aguas, lo convierten en un enclave del que poder disfrutar recobrando el placer de caminar acompañados del «silencio» de la naturaleza
Situado en el extremo noroeste de la provincia de Zamora, el Lago de Sanabria inició su andadura en materia de protección en 1946 al ser reconocido como Sitio Natural de Interés Nacional y Paisaje Pintoresco en 1953. La declaración como Parque Natural se remonta a 1985, con el fin de preservar la morfología que labraron en sus rocas los glaciares del Cuaternario, la riqueza de su flora y fauna y la pureza de las aguas del único lago glaciar de la Península. El glaciar que cubrió el altiplano fue deslizándose por los valles formando ríos de hielo. Al acabar la glaciación quedaron al descubierto amplios y profundos cañones tallados en la dura roca plutónica, valles colgados, rocas aborregadas, estrías glaciares, morrenas y, por supuesto, el Lago de Sanabria, con un perímetro de 9.350 metros, un volumen de 108 hectómetros cúbicos y una profundidad media de 35 metros, que se extiende sobre el valle del río rodeado de bloques de granito y bosques de roble, a 1.000 metros sobre el nivel del mar. Cualquiera que sea la procedencia, se debe llegar a Puebla de Sanabria, a través de la N-631 y tomar el desvío hasta San Martín de Castañeda, localidad que domina el lago desde su orilla norte. Aquí, en un restaurado monasterio cisterciense del siglo XII, se encuentra la Casa del Parque, donde se exponen al visitante, a través de vídeos y paneles explicativos, las características de esta riqueza natural. Las turberas Las montañas de Sanabria constituyen el límite entre el clima atlántico y el mediterráneo. Las distintas orientaciones de laderas, valles y cimas determinan la influencia de uno de estos dos ambientes. Así, las que miran al Norte y Oeste son de predominio atlántico, mientras que las expuestas al Sur y Este presentan características mediterráneas. Esto ha originado la existencia de una gran variedad de especies vegetales (más de 1.500), algunas de las cuales son reliquias de la época glaciar. La abundancia de arroyos, manantiales, lagunas, turberas y zonas encharcadas permiten la presencia de una flora acuática característica de estas aguas limpias, ácidas y escasamente mineralizadas. Entre estos ambientes húmedos destacan por su rareza a latitudes tan bajas las turberas, masas de musgos que pueden alcanzar varios metros de espesor, que retienen el agua como esponjas y la van cediendo poco a poco a lo largo del verano, contribuyendo al mantenimiento del escaso caudal de los arroyos durante esta época del año. El roble (al que le llaman carballo), es el bosque dominante y parte importante en la economía doméstica sanabresa al proveer a sus habitantes de leña y estructuras para las casas. También abundan castaños, abedules, serbales, acebos, enebros y tejos centenarios. Dentro del Parque Natural conviven casi 200 especies de vertebrados. De la fauna ictiológica, la trucha es la más apreciada. Las ranas, tritones y salamandras, encuentran en las zonas húmedas un hábitat idóneo. Entre los reptiles destacan dos especies de víbora que juegan un papel importante a la hora de controlar las poblaciones de pequeños mamíferos. Las aves son las más abundantes en cuanto a la diversidad de especies. Desde águilas reales, halcones y búhos, hasta alcaudones, perdices, petirrojos o abubillas. Las especies de mamíferos están representadas por lobo, corzo, jabalí, gato montés y otros de menor tamaño como marta, nutria, armiño, garduña y tejón.