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Vaqueros asturianos en territorio comanche

No es Wyoming, sino un pedazo de Babia que se ha mantenido durante años al margen de la ley. Es el puerto de Pinos: 900 hectáreas de exclusivos pastos comprados por Mieres en 1926, donde ahora renace un conflicto histórico

Publicado por
MARCO ROMERO | texto
León

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«Si no disponemos de esos pastos tendremos que vender las yeguas», afirma el babiano Bernabé Quiñones Hidalgo, uno de los 15 criadores de Hispano Bretón afectados por el enésimo conflicto que ha provocado Asturias en territorio leonés. Una nueva normativa promovida desde el Ayuntamiento de Mieres -resulta inaudito que una administración establezca leyes fuera de su ámbito- pretende restringir a los ganaderos de cuatro pueblos de Babia el aprovechamiento de 900 hectáreas de prados cantábricos que llevan utilizando por derecho propio desde 1926, incluso antes. Se trata, probablemente, de algunos de los pastos más exclusivos y ricos de la cordillera. Su titularidad ha seguido un proceso digno de una leyenda que ahora remarca la actualidad, pero que arranca en el siglo XII. En esa época, el territorio en cuestión, ubicado en las estribaciones de Peña Ubiña, en el límite de León y Asturias por el histórico acceso a Campomanes, era propiedad de la Colegiata de San Isidoro. Con la desamortización eclesiástica de Mendizábal (1834-1854), los pastos se vendieron en pública subasta y fueron a parar a manos de la familia Sierra Pambley, y a Paco Sierra como último heredero. En su testamento, este poderoso terrateniente, agracedido a los pueblos de San Emiliano por sus favores con su ganado merino trashumante, cedió el territorio a la Fundación Sierra Pambley reconociendo a los vecinos de Candemuela, Villargusán, San Emiliano y Pinos el derecho a pastar en los puertos de Río Tuerto, La Cantarilla, Cueva de los Puercos, La Cubilla, Los Navares y Vega de Gorgaveros, actualmente conocidos como puerto de Pinos. El 20 de agosto de 1926, la Fundación Sierra Pambley celebra una subasta para vender los pastos. En ese momento, y debido a un fallo judicial, el Ayuntamiento de Mieres se ve privado del condominio de los pastos de altura, localizados en el concejo de Pola de Lena, lo que origina un grave problema a la cabaña ganadera mierense. Esta circunstancia obliga a concurrir a la corporación asturiana a la subasta de estos extraordinarios puertos de alta montaña. El testamento de don Paco En este negocio jurídico, el Ayuntamiento de Mieres paga 415.600 pesetas por los aproximadamente 13 kilómetros cuadrados de terreno adquiridos con una serie de cargas que, hoy por hoy, pretenden ser anuladas por parte de Mieres con la aparente y sorprendente justificación de «garantizar la conservación y protección» de los puertos. La escritura pública de esa operación, retomada por Revista, mantiene las últimas voluntades del popular don Paco. De esta manera, en el puerto de Río Tuerto, los pueblos de Candemuela y Villargusán tienen el derecho de llevar a pastar, pudiendo pernoctar y majadear su ganado caballar y vacuno, y Villargusán, además, el cabrío. Respecto al puerto de La Cantarilla, el pueblo de Pinos tiene el derecho de rozar y aprovechar las leñas y de pastarlo con sus ganados de todas clases, exceptuando únicamente el lanar. San Emiliano no tiene ningún derecho en este puerto. En La Cueva del Puerco y de la Cubilla, el pueblo de Pinos tiene derecho de rozar leñas y de llevar a pastar su ganado, también de todo tipo menos el lanar. Asimismo, en Los Navares, el pueblo de Pinos tiene, como en todo el terreno procedente de la mesa capitular de San Isidoro de León, el derecho de disfrutar de sus leñas y sus pastos con su propio ganado. Y en cuanto al puerto de La Vega de Gorgaveros, Pinos y San Emiliano poseen el derecho de pasto, así como el rozar y aprovechar sus leñas. Capacidad superada La capacidad escriturada del conjunto de los puertos es de 5.050 ovejas, unas 630 vacadas. Y aquí empieza uno de los grandes problemas. Los ganaderos babianos aseguran que este año es el que menos reses se han llevado a los puertos desde las ganaderías de Mieres, y aún así han sido introducidas unas 1.500. Hace seis años se llegaron a meter 2.800 vacas. Y es que no es ningún atrevimiento decir que el puerto de Pinos ha estado al margen de la ley durante muchos años. Según la información facilitada por los cuatro pedáneos leoneses con derechos en este territorio, el Ayuntamiento de Mieres está explotando la denominada Casa de Mieres sin ningún tipo de licencia ni de apertura ni de actividad. En estas instalaciones, ubicadas en una privilegiada loma oteada por Peña Ubiña, se ofrecen comidas y alojamiento a los ganaderos. Incuria, vista gorda, desidia Según el abogado de los pedáneos, Carlos González Antón, «aquí se ha producido una incuria por parte de las administraciones». En los pueblos babianos, lo llaman «vista gorda» o simplemente «desidia». Se da la circunstancia de que la Junta de Castilla y León, con competencias en materia sanitaria, ha tenido que inspeccionar esta misma semana, tras la polémica, la actividad hostelera desarrollada desde hace años en el puerto de Pinos. Por su parte, el Ayuntamiento de San Emiliano, responsable de conceder las licencias de actividad y de apertura, también se ha mantenido hasta ahora al margen de la problemática. Este periódico se quiso poner en contacto con el alcalde, Pedro Madrigal Valcarce, aunque en el consistorio explicaron que no estaba. Horas después, por casualidad, los periodistas se cruzaron con el regidor en las inmediaciones del puerto de Pinos, pero declinó realizar cualquier declaración. «Ahora estoy cazando», argumentó. Cabañas o segunda vivienda Otra de las actuaciones que se está dando en Pinos es el uso de cabañas por parte de ganaderos asturianos. El Ayuntamiento de Mieres se adjudica una treintena de construcciones utilizadas por los vaqueros, sobre todo, durante la época de verano. El solo hecho de tener una o dos reses permite a los mierenses ocupar estas cabañas. «Excepto tres o cuatro, el resto se trata de mineros prejubilados que tienen unas pocas vacas para poder acceder a estas casas», declara el pedáneo de Villargusán, Pedro Álvarez Barriada. Algunas de estas construcciones han sido convertidas en auténticas segundas viviendas. Por su parte, las autoridades asturianas también han llevado a cabo actuaciones que superan sus competencias, caso del asfaltado del acceso al puerto de Pinos desde el límite de Asturias hasta la Casa de Mieres, perteneciente a la provincia de León y, en consencuencia, de responsabilidad autonómica. A las ilegalidades se suma el abandono. La petición más urgente de los pueblos en estos momentos es el acondicionamiento y pavimentación de la pista que hay de Pinos al límite con Asturias, algo que se han comprometido a realizar las administraciones en un breve plazo. Los pueblos entienden que es esencial que se pueda acceder desde León es las mismas condiciones que desde Asturias, «siendo este hecho el principal causante de la situación de ilegalidad que hay en el Puerto de Mieres», subraya un escrito conjunto de las cuatro pedanías. Agravio en los accesos El acceso a Pinos por la vertiente leonesa es un auténtico camino de cabras. Son unos cinco kilómetros del trazado que une Babia y Campomanes por estos puertos de cuento. Recuerda, aunque mucho más deteriorado, al acceso por carretera a Caín: un trayecto angosto, sinuoso y enriscado pegado en un importante tramo a un temible precipicio. Al fondo, el río de Pinos, un arroyo en tiempos cristalino y truchero que hoy se recupera de un envenenamiento intencionado. Leandro Hidalgo tiene 60 cabezas equinas y 10 vacas. «Los puertos que nos quedarían si limitan la entrada al de Pinos no darían para más de 4 o 5 caballos. Tendría que vender el resto. Y como yo, todos los demás». De la misma opinión es Gonzalo Díaz, ganadero de San Emiliano. «No pueden normalizar el aprovechamiento de pastos en base a los derechos que tenemos históricamente». «No pueden -agrega- obligar a que exista una fecha de entrada ni restringir el aprovechamiento a ciertas especies, porque está claro que dan un trato de favor al vacuno. Tenemos que llegar a un acuerdo, porque por las malas no se llega a nada». E ntre las modificaciones que quiere imponer el Ayuntamiento de Mieres en su nuevo reglamento se pretende que las yeguas -y sólo las que tienen potros de menos de un año- pasten a partir del 8 de septiembre, cuando habitualmente suben a los puertos a finales de mayo. «En septiembre no tendrían nada que comer», denuncia Bernabé Quiñones, ganadero y vecino de Pinos. «¡En esa época no quedan ni pájaros!», exclama el pedáneo de Villargusán. Imposiciones de Mieres «Otro de los problemas es que nos van echando el ganado. Lo van moviendo, moviendo hasta que lo desplazan hasta nuestros pueblos», añade. Y eso las reses que pertenecen a los pueblos leoneses, porque si hay un conflicto añadido ese es el movimiento del ganado. Desde hace años, son habituales las denuncias de babianos contra vaqueros asturianos por ocupación de tierras. Para evitar esta problemática arrastrada desde hace años, Mieres propone cercar todo el perímetro del puerto de Pinos, algo que es prácticamente improbable puesto que tres de los cuatro pueblos babianos con derechos de pastos en esta zona limitan directamente con el territorio en litigio. Perfecto Álvarez Rodríguez, presidente de la junta vecinal de Pinos, se pregunta «por qué y ahora se quieren hacer leyes nuevas», mientras que Rogelio Alonso Rodríguez, pedáneo de Candemuela, añade: «Cuando ni siquiera ellos están respetando las cabidas de ganado». Orencio Álvarez Alonso, presidente de San Emiliano, es tajante en su afirmación y sólo declara: «Como sea, los derechos tenemos que conservarlos». Pedáneos en pie de guerra Los cuatro pedáneos se han puesto en pie de guerra ante «tanta injusticia» y ya han trasladado el caso a su abogado. Se han reunido con representantes de la Junta y la Diputación, a quienes han arrancado el compromiso del apoyo incondicional. Los cuatro presidentes -resulta esperanzadora la unidad con que están abordando este conflicto- reconocen que entre todas sus peticiones hay una que busca la solución definitiva a un conflicto vigente desde 1950, como es la compra o expropiación del puerto. Tal y como explica su representación legal, los pueblos entienden que a medio plazo esta es la única solución posible y la justifican en el hecho de que existen causas de utilidad pública e interés social para poder expropiar dicha propiedad al Ayuntamiento de Mieres. En primer lugar, la cabaña ganadera de los pueblos de Babia necesita de esos pastos para personas que viven de la ganadería, no como no sucede con las personas del municipio de Mieres que suben ganado, que salvo tres ganaderos a título principal, el resto son prejubilados que suben una, dos o tres cabezas de ganado durante los meses de verano, alojándose en las construcciones que se han ido construyendo de forma ilegal en el puerto. Ser racionales con el puerto Una explotación racional del puerto de Pinos, según ellos, permitiría potenciar el ya importante peso de Babia en el caballo hispano-bretón. Es plenamente factible que la compra del puerto con los mejores pastos de la provincia sirva para crear en Babia un centro de cría y de investigación caballar, que sirva como centro de referencia. Para ello, se pueden emplear fondos comunitarios, entre otros del Miner, diseñando un proyecto que desarrolle la economía de Babia de forma sostenible y creando empleo con respeto a los recursos naturales y manteniendo la tradición ganadera de Babia. No se puede olvidar que esta zona es Reserva de la Biosfera y Espacio Natural Protegido, teniendo en cuenta que el uso ganadero milenario es el que ha dotado a Babia de la gran biodiversidad que atesora; algo que debería ser tenido en cuenta en el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales que está elaborando la Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León.