Los «auténticos» nombres de los animales leoneses
Trabajos como el de Tomás Sanz en la revista «Argutorio», además de clásicos como las obras de Eugenio Miguélez se ocupan de cómo llamamos los leoneses a la fauna. Pero aún queda mucho por investigar en la patria de las «alendrinas»
En León, al pato se le llama curro , al cerdo gocho , a la gallina pita , al perro se le espanta con chito , el ternero es el jato o el xiatu , hay corderines y cabritines y hasta los más humildes habitantes que viven ancá tienen nombre propio, como el esperteyo (murciélago) o el rato (ratón). Son los nombres en leonés de los animales, una buen ejemplo de la riqueza y variedad del dominio lingüístico que nos es propio. Y si los de nuestros compañeros domésticos son muy conocidos, no los son tanto los de la fauna salvaje: resulta increíble la cantidad de denominaciones que tienen los animales según las distintas comarcas del viejo reino. Existen artículos especializados sobre el tema, sobre todo el de Tomás Sanz en la revista astorgana Argutorio y excelentes libros sobre campos semánticos de la lengua leonesa como los de Eugenio Miguélez (¿para cuándo un homenaje a este excelente investigador, que estudió y demostró la vigencia del leonés en la riberas, concretamente en Santibáñez de la Isla?), o también exhaustivos diccionarios como el de este autor, el de Janick Le Men o el de la Academia de la Llingua. En estas obras se da referencia de los múltiples nombres de la fauna cisastur: por poner sólo un ejemplo, y citando a Sanz, la lechuza común, que recibe el nombre de meata en La Ercina, es la misma que la carabiella de Riaño o que la coruja o curuxa de casi todo el territorio. Y es que los nombres de los animales en leonés son de lo más soprendente, divertido, poético y hasta inquietante: tan es así que a la libélula se la conoce en algunos lugares como espiademonios . Otros casos llaman la atención por la cantidad y primorosidad de sus denominaciones: a la mariquita roja de siete puntos se la llama desde cantamisina a caracolín de Dios pasando por carralina , catasol , coquina , cuentadedos , perrín de Dios , pajarina de Dios y hasta vaquina de Dios . O la lavandera blanca, que en nuestro territorio, además de aguzanieves , es la pajarina de San Antón , de Nuestra Señora o del Rey , y también llavandera , pisandera , revolinguina , caudatrémula , volandesa o escribana . Pero probablemente sea la astuta comadreja la que más variaciones, sobre una misma raíz, exhiba: la llamamos mustadiella , delunciella , doronciella , mostolilla , mostolina , donicela , musturiella , retalina , etc. Nombres y más nombres, guapos y prestosos, del dominio leonés o del gallego-leonés del oeste, muestra de una riqueza lingüística que, repitámoslo una vez más, es necesario cuidar, proteger y fomentar con una institución propia, un instituto o academia, formada -obviamente- sólo por filólogos. Sólo así, y además de recopilar y estudiar todas nuestras peculiaridades lingüísticas, asesorar sobre la adecuada rotulación de la toponimia, divulgar la lengua vernácula y todos los aspectos culturales a ella asociados, podríamos legar para el futuro todos estos guapos nombres, como abubiella , bubiella (abubilla) reipego (alcaudón), francesilla (avefría), cugurniz , pazparellada (codorniz), coguyada (cogujada), cuquiello , cuquelo (cuco), arcea (chocha perdiz), galfarru (gavilán), pardal (gorrión), Pica el cardín (jilguero), andurina , alendrina (golondrina), rabalina (mirlo), milpréndiga (oropéndola), perdigocha (perdiz), reiseñorina (ruiseñor), pega (urraca), caparu , curciu (corzo), eirizu , orizu (erizo), teupa (rata), culuebra (serpiente), llagartesa , lagartina , (lagartija), llagartu , l.lagartu (lagarto), gafura (víbora), enguila (anguila), abeya , abecha (abeja), tártago , taxán (abejorro), chicharra (cigarra), gril.lu , grilo (grillo), saltipajo (saltamontes), formiga (hormiga), coquín de luz (luciérnaga), papariella , pampanilla (mariposa), forcadiella (tijereta), moruca (lombriz), llimaco (babosa) y tantos, tantos otros...