Diario de León

Un idílico paisaje labrado por el agua

En el palentino Páramo de La Lora el agua ha modelado el relieve disolviendo y esculpiendo las rocas dando lugar a surgencias, como la de Covalagua, y a cavernas como la Cueva de los Franceses

Publicado por
M. GARCÍA | texto
León

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Al noreste de la provincia de Palencia, en el Páramo de La Lora, limitando con las provincias de Burgos y Santander, el agua ha modelado el relieve disolviendo el carbonato cálcico de las calizas originándose algunos de los elementos más característicos de los fenómenos cársticos como dolinas o lapiaces e incluso surgencias, de las que brotan las aguas del interior del páramo configurando un bello paraje de pequeñas cascadas. Una de estas surgencias, Covalagua, da nombre a un idílico paisaje calizo elevado sobre el entorno y ubicado en el término municipal de Pomar de Valdivia, muy cerca de Aguilar de Campóo, que ocupa una superficie de 2.860 hectáreas y ha sido incluido por la Consejería de Medio Ambiente en la Red de Espacios Naturales. De la cavidad freática de Covalagua surge el agua que circula lentamente sobre la toba que ha ido depositando el río, creando pequeñas cascadas. Destaca la red de cavernas subterráneas existentes en el interior de la masa de calizas siendo las más relevantes la Cueva del Toro y la Cueva de los Franceses, la más conocida y uno de los mejores ejemplos de formación cárstica. Descubierta en 1904 por el sacerdote y catedrático L. Huidobro, su interior puede recorrerse por un itinerario de unos 500 metros y descubrir mantos calcáreos, estalacticas, estalagmitas, columnas, pozos o coladas. Su nombre se debe a haber sido lugar de enterramiento de los soldados galos caídos en un enfrentamiento ocurrido en la guerra de la Independencia entre tropas napoleónicas y húsares cántabros. El entorno Los bordes del páramo parecen cortados a pico y se constituyen en excelentes miradores como el de Valcabado, situado sobre un cantil, desde el que se divisa una impresionante vista del valle de Valderredible y de los enclaves palentinos de Cezura, Lastrilla y Berzosilla. En esta espléndida panorámica, contrasta el desolado páramo y el hermoso hayedo que puebla la ladera hacia el fértil valle, más abajo. Hay otras singularidades de gran valor localizadas sobre la plataforma del páramo, como el Pozo de los Lobos, el menhir megalítico del Canto-Hito o el asentamiento de una urbe del prerromano pueblo cántabro en el Monte Bernorio. Este castro, situado al norte de Pomar de Valdivia, fue escenario de enfrentamientos entre romanos y cántabros, fortificación visigoda durante la dominación musulmana y fortaleza de los Condes de Castilla y Cantabria. Desde Pomar de Valdivia y atravesando Helecha de Valdivia, se accede a la N-611 a la altura de Quintanilla de las Torres. En el alto del Cabria hay una serie de calizas del Secundario con gran riqueza en fósiles (ammonites, belemnites, bivalvos o braquiópodos). Es obligada la visita a Aguilar de Campóo, el centro del sector oriental de la montaña palentina y zona de transición entre las cumbres cántabras y la llanura de Tierra de Campos. A partir de aquí comienzan a dominar las abiertas superficies agrarias en contraste con el paisaje ganadero de más al norte, ofreciendo una gran riqueza y variedad fluvial y orográfica a las que ponen fin los farallones rocosos de Las Tuerces, el Cañón de la Horadada., Covalagua o el Mirador de Valcabado. Aguilar es una villa con un amurallado recinto histórico que conserva el interés de antaño en su arquitectura tradicional, sus palacios y sus casas solariegas. La plaza porticada con la colegiata gótica de San Miguel, el castillo, testigo de numerosas batallas, la iglesia románica de Santa Cecilia o el monasterio de Santa María, restaurado como sede del Centro de Estudios del Románico, han favorecido su declaración como Conjunto Histórico Artístico.

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