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Ríos de vino y Duero

La producción de caldos de 17 marcas diferentes de calidad se desarrolla bajo la protección del Padre Duero

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ICAL | texto

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Desde las historias más lejanas del Antiguo Testamento hasta los más recientes proyectos empresariales del siglo XXI, el vino ha estado presente en la cultura y acervo de la humanidad con especial arraigo en el viejo continente. Corrientes comerciales griegas y fenicias y ocupaciones militares como la romana extendieron los conocimientos antiguos que, con el paso de los años, se desarrollaron para dar lugar a las modernas técnicas de tratamiento y producción actuales. Los valles fluviales se convirtieron en el refugio para los viñedos durante la Edad Media y fueron un elemento de supervivencia para esta producción, debido a la facilidad que concedía para su transporte a los grandes mercados y centros urbanos. Fue así como se instaló la cultura vinícola en torno a ríos tan importantes como el Rhin en Alemania y el Garona y Loira en Francia. Un proceso al que no fue ajeno el Duero, en torno al cual se desarrolla hoy una de las zonas de mayor importancia enológica del viejo continente. Aunque la llegada de los romanos a la Península y su plantación de viñedos extendió la cultura del fruto de Baco, ya en la España prerromana se conocía y se producía esta bebida. Sin embargo, el papel de difusión más importante vino de manos de la Iglesia y las órdenes monásticas. Con el flujo de ideas culturales y arquitectónicas que cruzó el norte peninsular a través del Camino de Santiago, también llegaron nuevas plantaciones de viñas. Es en este proceso en el que se producen las plantaciones a orillas del Duero por los benedictinos de Cluny. Una tradición que pervive hasta nuestros días bajo la protección del Padre Duero. Como en los otros grandes ríos vinícolas europeos, 17 marcas de calidad ven prosperar sus producciones a orillas de su cauce en una superficie cultivada que supera las 100.000 hectáreas de terreno entre España y Portugal. Desde Soria hasta Oporto, todo el recorrido del Duero, sus curvas y meandros, se ven salpicados por bodegas y viñas que configuran un río paralelo, pero de vino. Castilla y León Las bodegas de Castilla y León al abrigo del Duero se aglutinan en nueve marcas de calidad, de las que cuatro son denominaciones de origen: Rueda, Cigales, Toro y Ribera del Duero. Las cinco restantes corresponden a los Vinos de Calidad: Arribes, Arlanza, Tierra del Vino de Zamora, Valles de Benavente y Tierras de León. Nueve identificaciones que ocupan una superficie total de casi 39.000 hectáreas en la Comunidad y que se caracterizan por sus diferentes variedades de uva y particularidades climáticas. La uva Tempranillo es la más abundante en el valle del Duero español, aunque también hay variedades propias como la Tinta del País en Ribera del Duero, Arlanza y Tierra del Vino de Zamora; Mencía en Benavente y Tierras de León; Juan García y Rufete en Arribes, y Tinta de Toro en Toro. En los caldos blancos la Malvasía y Verdejo son las variedades más abundantes, aunque también hay Viura en Cigales y Arlanza y Moscatel en Zamora, entre otras. Entre todas estas zonas destaca, sin duda, Ribera del Duero, tanto por ser la que cuenta con un mayor volumen de producción como por ser la que aúna el mayor territorio, con más de 17.000 hectáreas. El resto de las denominaciones de origen son las que cuentan con una mayor extensión, como las más de 7.700 hectáreas de Rueda, las 4.700 de Toro y las 2.700 de Cigales.

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