HABLAN LOS CADETES
«Me preocupa más la muerte de mis compañeros que la mía»
|||| Sea como fuere, lo cierto es que este uso de la violencia injustificado no parece preocupar ni a los instructores ni a unos estudiantes que, aunque procedentes de diferentes parte del país, comparten varias circunstancias en común: no tienen hijos, no están casados, su edad es de entre 17 y 23 años y su palabra favorita tiene cinco letras: líder. «Estos chicos no tienen un solo minuto libre, trabajan 365 días al año, 24 horas al día, fines de semana incluidos. Todo ello con un solo objetivo: ser los mejores», asegura Morgan, quien reconoce orgulloso que casi todos sus graduados acaban ocupando puestos de responsabilidad en el ejército. «Esa es nuestra misión: debemos llevar nuestro estilo de vida a otros países». Se reitera el cadete Antoine, de Misisipi, cuando se le pregunta sobre sus objetivos. Hijo de militares, reconoce que su primera intención era triunfar como deportista y que muchas universidades le ofrecieron una beca, pero «sólo aquí me dejaban graduarme si me lesionaba el primer año jugando al fútbol». Su opción le costará varios sacrificios extras, como alcanzar un rendimiento físico profesional y tener que aprobar los cursos universitarios, y un sólo reconocimiento el día de su graduación. Apodada La gran milla gris , por el color de los uniformes que visten los cadetes para la ocasión, es costumbre que sea el presidente del país quien hable ante los nuevos soldados. Una tradición que durante el mandato de Bush se ha convertido también en una tribuna política desde la que el comandante en jefe ha aprovechado para defender la guerra preventiva o el rechazo a la retirada de Irak, entre otras ideas que siempre incluyen la exaltación del patriotismo: «Vosotros sois los futuros líderes de la nación, estoy orgulloso de poder estar enfrente de gente que combatirá por la libertad de este país y derrotará al terrorismo», fueron las últimas palabras que el líder republicano pronunció en la academia el pasado mayo. Sus palabras hicieron mella en la cadete de 19 años Kathleen K., quien reconoce no hacer mucho caso a aquellos que critican la política exterior de su país: «Lo respeto, eso es lo bueno de América, que es un país libre». Ansiosa de conocer mundo, tenía intención de estudiar relaciones internacionales, pero descubrió que «sólo con la Armada puedo viajar de verdad». «¿Y miedo?, ¿no tienes miedo a la muerte?». «Me preocupa más la muerte de mis compañeros que la mía: no soportaría perder un batallón en el campo de batalla». Termina de hablar mientras se ajusta el casco y sale corriendo. «¿Y a la de los iraquíes?», interroga un corresponsal turco. Nos quedamos con las ganas, Kathleen nos sonríe desde la formación y no ha oído la pregunta.