Neumáticos, presiones y seguridad
Un neumático correctamente inflado es más seguro, más económico y menos contaminante. Un estudio realizado por Michelin en diversas ciudades de España y Portugal ha demostrado que la mayoría de conductores descuidan la presión de inflado de los neumáticos de su coche. Un «histórico descuido» que parece seguir manteniéndose entre los usuarios. En España, el resultado de la encuesta arrojó un preocupante 25,25% de los neumáticos revisados estaban en situación peligrosa. Cuando un neumático rueda con una presión de aire inferior a la debida, se reduce su resistencia a la fatiga y está más expuesto a roturas en la estructura de su carcasa. También el nivel de inflado influye en la frenada: cuanto menor es la presión, más larga es la distancia necesaria para detener el vehículo o para reducir su velocidad. Incluso el comportamiento dinámico del coche se ve afectado por unas presiones incorrectas. En situación de baja presión de inflado en el eje trasero, el vehículo presentará un comportamiento sobrevirador (deslizamiento trasero) en curva y si la baja presión afecta al eje delantero, el comportamiento se convertirá en subvirador (deslizamiento delantero). Eso, por no hablar de aspectos económicos y medioambientales, como el hecho de que una baja presión de inflado acarreará un desgaste irregular del neumático, incrementará el consumo de combustible del vehículo y acortará sensiblemente la vida del neumático, convirtiéndolo en un residuo que es necesario gestionar. Es conveniente verificar las presiones, incluida la de la rueda de repuesto, aproximadamente cada mes. Debe hacerse en frío y, si no hay más remedio que hacerlo en caliente, deben añadirse 0,3 bar de presión (300 gramos) sobre las tablas recomendadas por el fabricante.