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Cañones, hoces y cantiles son refugio de las aves rapaces

La acción erosiva del río Riaza ha dado lugar a un valle de vertientes verticales con escarpes labrados sobre calizas cuya profundidad oscila en torno a los 150 metros y cuya máxima anchura no supera los 300

Publicado por
M. M. ALLER | texto
León

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Situadas al noreste de la provincia de Segovia, muy próximas a los límites provinciales de Burgos y Soria, las Hoces del río Riaza se conforman como un espectacular paisaje formado por la acción erosiva del río, que ha originado uno de los mayores conjuntos de cañones y cantiles de la Península, hábitat ideal para una importante colonia de buitre leonado y otras rapaces. Su protección se remonta a 1975 con la inauguración del «Refugio de Rapaces de Montejo», gestionado por WWF/Adena. Desde 1987 parte del territorio fue declarado Zona de Especial Protección para las Aves al cumplir los criterios de selección para especies como alimoche, buitre leonado y búho real. En 1992 la Consejería de Medio Ambiente inició el Plan de Ordenación de los Recursos Naturales; en 1998 fue incluido en la lista de Lugares de Importancia Comunitaria, y en diciembre del año 2004 fue declarado Parque Natural. El paso siguiente es la elaboración del Plan Rector de Uso y Gestión, la regulación de la composición de su Junta Rectora y el desarrollo reglamentario de la ley. Con una superficie de 5.185 hectáreas afecta a los términos municipales de Montejo de la Vega de la Serrezuela, Valdevacas de Montejo y Maderuelo. Valores naturales Desde la presa de Linares del Arroyo hasta las proximidades de Montejo de la Vega, el río Riaza ha excavado un valle de vertientes verticales con escarpes labrados sobre calizas cuya profundidad oscila en torno a los 150 metros y cuya máxima anchura no supera los 300. Cañones, hoces, farallones y cantiles flanquean el río a lo largo de una decena de kilómetros y en sus paredes se albergan cuevas de interés espeleológico. En este tramo el río es enriquecido por el drenaje cárstico protegido de la insolación por las altas paredes del cañón y regulado artificialmente por el embalse de Linares. Su clima es continental caracterizado por bajas temperaturas, extremas en invierno y relativamente frescas en verano así como escasas precipitaciones. Dos son los valores paisajísticos del enclave. Por un lado, el entorno del embalse, caracterizado por su homogeneidad y, por otro, el valle aguas abajo de la presa donde el río ha labrado un cañón, prácticamente sin vegetación, que contrasta con las zonas horizontales de la paramera donde se concentra la cobertura vegetal de amplio y variado colorido estacional. Domina la sabina albar aunque la calidad de sus ejemplares varía dependiendo de la profundidad del suelo y de la competencia de otras formaciones boscosas, principalmente carrascas y en menor proporción quejigos, que van desplazando al sabinar. No se deben olvidar las pequeñas manchas de pinos de repoblación ni la vegetación de ribera que aparece en algunos tramos del río (chopos, álamos, alisos, sauces o fresnos). Los cañones crean biotopos especiales y de difícil acceso que son un excelente hábitat para las rapaces que aprovechan las grietas y oquedades de las escarpadas paredes. La avifauna es el principal valor del espacio natural destacando la importante colonia de buitre leonado con más de 200 parejas, además de abundantes poblaciones de alimoche, halcón peregrino, águila real y búho real. En el páramo abundan las especies esteparias (chotacabras pardo, esmerejón o collalba rubia) y en los bosques se albergan y alimentan especies como ruiseñor, mito, azor, cárabo, pinzón, perdiz, águila calzada o carbonero. Además, el río y el embalse dan refugio a ánades, garzas, somormujos o mirlos, mientras que en sus aguas abunda la trucha y el barbo. Entre los mamíferos destacan nutria, jabalí, zorro, corzo, tejón, gato montés, conejo o liebre, sin olvidar un buen número de quirópteros.