Diario de León

Las entrañas del Festival Internacional de Órgano

El Festival Internacional de Órgano Catedral de León, que incluye en esta edición 21 conciertos, arrancó el pasado viernes con el estreno absoluto en España y segunda ejecución mundial de la obra «Dixit Dominus RV 807», partitura de Antonio Viv

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Detrás de las grandes figuras, de las sinfónicas y solistas que protagonizan el festival, están los profesionales que dedican su vida a arrancar el mejor sonido del órgano. Suele comentar Montserrat Torrent, la maestra de buena parte de los organistas españoles, que existe un «sonido Acitores». La presidenta de la Asociación Manuel Marín de amigos del Órgano, Lucía Riaño, avala esta opinión cuando señala que los instrumentos afinados por Federico Acitores nunca emiten sonidos estridentes ni agresivos, «sino dulces y delicados». Este es el mayor elogio que puede recibir un maestro organero, que sus obras se diferencien y dispongan de un timbre propio, inconfundible y atractivo para quienes tienen que colocarse delante del teclado. No es menor honra que el que ingenio que tocan los aspirantes a profesor de órgano en el Conservatorio Superior de Música de Salamanca, y que preside el gran auditorio, haya sido fabricado en el taller que regenta este músico en Torquemada (Palencia). Porque Acitores es un profesional que, a sus 53 años, continúa enamorado de la música de Bach, apasionado con su oficio y tremendamente exigente con alcanzar la afinación adecuada. Son rasgos que definen a este artesano, que aprendió los entresijos de este quehacer en el estudio de Gabriel Blancafort, en Cataluña, con el que colaboró durante cinco años, y de quien reconoce que, «fue el que revolucionó la construcción de estos instrumentos, porque se planteó volver a fabricar los tubos con estaño, dejando a un lado el cinc y regresó a la construcción tradicional colocando transmisiones mecánicas», con lo que mejoró notablemente la sonoridad. Con la experiencia de quien lleva media vida entre tubos, trompetas, fuelles y registros, asegura que el momento más difícil en su trabajo tiene lugar cuando le llaman de una iglesia para confiarle un nuevo instrumento y se enfrenta a ese espacio, «aún vacío, donde, en un futuro, se colocará el órgano». Ahí radica el genio del artista, «hay que imaginar cómo va a quedar el mueble que albergará este gran artilugio musical en el estilo de la iglesia, cuál será el volumen, la sonoridad y definir el sonido, porque es diferente si su destino es para conciertos en un convento o va a colocarse en una catedral», revela Acitores con el ardor de quien se enfrenta a su primer encargo. Aunque, en no pocas ocasiones, ha tenido que morderse la lengua por la ignorancia que se cierne sobre su trabajo. «Hubo quien nos encargó un órgano y nos preguntó dónde íbamos a colocar los altavoces», asegura. Proceso complejo Una vez que acepta el pedido, comienza un largo proceso creativo -»porque no existen dos órganos iguales»- en el que los 14 artesanos a sus órdenes pueden emplear hasta dos años de trabajo en cumplir el compromiso. Pero no confundan, «construir un órgano no es tarea difícil, sino compleja y donde es necesaria mucha precisión entre todos los profesionales que participan en el proceso», matiza el maestro. Actualmente, en su taller, este equipo da los últimos toques a un nuevo órgano que ocupará un lugar destacado en la iglesia de Lourdes, en Salamanca. «Se trata de una pieza no muy grande, de unos cinco metros y medio de alto, otros dos y medio de ancho y contará con cerca de 1.000 tubos», explica el coordinador de todo el proceso, mientras echa cuentas del tiempo que les ocupará: «nos llevará unos siete meses de trabajo», expone. Un trabajo menor si se compara con el que entregaron en 2003 para la Basílica de Santa Gemma, en Barcelona. Tuvieron que elaborar una tubería compuesta por más de 3.615 elementos, algunos de hasta seis metros de altura, y 62 registros, fue un auténtico desafío, en total pesaba 12.000 kilos», afirma mostrando con satisfacción una fotografía del órgano en su asentamiento definitivo.»Estuvimos todo el equipo cerca de cuatro meses montándolo en el templo». La faena les llevó más de dos años enteros volcados en su fabricación. ¿Cuánto cuesta un órgano de estas características?, es la pregunta que surge al escuchar de su boca la conjunción de tantas labores. «No alcanzó el medio millón de euros», suspira el maestro, «una nimiedad, si lo comparamos con los dos millones de euros que se pagaron por el de la catedral de la Almudena, en Madrid». Este importante pedido hacía el número 66 de los instrumentos que hasta entonces había fabricado el taller de organería que Federico fundó en 1983 en un pequeño pajar propiedad de su madre y que se encontraba en pleno casco urbano de su pueblo, en Torquemada. Desde hace unos años, para poder aceptar grandes encargos ocupan una espaciosa nave en el polígono industrial de esta localidad palentina, con más de 1.000 metros cuadrados de superficie. En 2006, han alcanzado la no despreciable cifra de 75 instrumentos fabricados y, en este tiempo, han realizado otras 40 restauraciones en órganos históricos. La joya barroca Recién aterrizado en Torquemada, su primer trabajo en solitario fue el encargo para restaurar el órgano de la iglesia de Santa María, en Medina de Rioseco (Valladolid). «Manuel Fuentes, entonces alcalde de esta localidad, fue quien nos dio el primer empujón». Luego vinieron las rehabilitaciones de buena parte de los instrumentos barrocos que se guardan en iglesias de Tierra de Campos: Támara, Santoyo, Amusco y Frómista. «El órgano barroco de Santoyo es el más bello y el que ofrece mejor sonido», detalla mientras le vienen a la cabeza otras rehabilitaciones, como las realizadas en las catedrales de Málaga, Burgos, Logroño y Córdoba.Acitores guarda numerosas anécdotas de estos trabajos. Durante años, los órganos de muchas iglesias «han estado arrinconados y algunos avispados anticuarios se han aprovechado de la ignorancia de los párrocos para comprar por cantidades ínfimas toda una tubería de estaño», de gran valor en el mercado. Más recientemente, el organero pudo comprobar cómo en la localidad vallisoletana de Pesquera de Duero, los ladrones se habían llevado buena parte de la tubería de otro instrumento. Labor de equipo Es necesaria una labor de equipo para construir el instrumento musical más complejo de cuantos recoge la historia de la Música, «pues se compone de múltiples y variados elementos que hay que saber reducir a una unidad», advierte el experto luthier.Mantiene este palentino que estos impresionantes retablos musicales, que esconden miles de tubos, además, tienden a adornar un lugar de referencia en el templo, por lo que también deben diseñarlos con una cierta belleza exterior. Acitores aporta una singular definición de la función que cumple este enorme instrumento de viento, «porque está hecho para embellecer el silencio de las iglesias y, también, tiene que ser capaz de conmover, susurrar y enardecer al público que asiste a una boda, un entierro o a una procesión». Los que salen de su taller llevan esta impronta. 1397124194

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