Diario de León

La austeridad narrativa de Félix Curto llega a Madrid

El artista salmantino tributa un homenaje a su padre, recientemente fallecido, en la exposición de fotografías, «Cuando la música se acabe», que ha abierto la temporada en la galería madrileña La Fábrica

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En fotografías como la titulada Sorpasso (111x156cm), en honor de la película de Dino Rissi, Félix Curto (Salamanca, 1967) ha querido homenajear a este trabajo cinematográfico italiano, que se estrenó en 1962. La instantánea recrea un inmenso paisaje desértico, con un valle y un desfiladero, donde aparece, al fondo, el humo que levanta un coche en la curva de una carretera de arena, «me sugiere la última escena de este largometraje, en la foto recojo un giro en la calzada donde acontece algo, el sentido vital ante un espacio gigante». El homenaje, el tributo a los seres queridos, a músicos, a situaciones o circunstancias es un argumento que maneja en su obra «de forma continua, tanto en fotografía, como en pintura o en escultura», añade el creador. Explica Curto que «tampoco quiere delimitar el lugar», sus fotografías carecen de señalización geográfica, aunque sugieren el desierto mexicano o las grandes llanuras argentinas. Aporta varias justificaciones para este silencio, «a veces, el espectador tiene necesidad de llegar y saber inmediatamente donde se encuentra, entonces se muestra satisfecho y se va», señala, para añadir, «es mejor potenciar la imaginación, ese sueño, que se acerquen y el paisaje le evoque fotogramas de algo, no hay que acotar». Además, con esta ausencia, «creo un no lugar» y, abre una puerta para que «el espectador puede soñar y recrear el paisaje» que ha visto en una película, imaginar una situación que ha vivido o, sencillamente, fabular. Su nueva exposición When the Music is over (cuando la música se acaba), título de una canción de The Doors, ha abierto la temporada de la Galería La Fábrica, en Madrid. Son diez fotografía de gran formato, realizadas con su cámara Nikon AF-801, de 35 mm, sin trípode, «además, de cada imagen solo disparo una foto», que muestra el estado de ánimo de esta artista. «Esta exposición es un homenaje a mi padre que falleció hace unos meses, porque reflejan mi estado de ánimo». Homenaje al padre El título de la muestra es una «metáfora de la vida, cuando la vida se termina, por tanto es un homenaje a la muerte de un ser querido, en este caso mi padre». Grandes paisajes, carreteras que se abren de forma alegórica, nubes, cielos de un azul intenso, montañas peladas. Imágenes sin retocar, tal como las vio el artista. La más explícita austeridad. Curto ha dejado a un lado sus discos, los coches americanos de los años 50, los añejos electrodomésticos de formas redondeadas que tanto le gusta fotografiar y, en esta nueva entrega sus fotografía, «reflejan mi estado de ánimo», espacios abiertos, pocos elementos y ausencia de personas. «Pero viven en este territorio», señala el artista, «porque aunque parezca paradójico que no se vean seres humanos, están ahí». De hecho, el salmantino afincado en México desde hace ocho años ya tiene en la cabeza un nuevo trabajo fotográfico, «retratar a esos seres que viven en estos lugares vacíos, pero que están llenos de vida», porque, según señala, «tienen otro concepto de la vida, diferente a quienes viven en una gran ciudad y me llena de satisfacción». En su anterior exposición, Curto tomó como punto de partida un viaje fronterizo entre México y EEUU. «Fue un viaje iniciático en mi camioneta, al más puro estilo de Jack Kerouac, también era un viaje interior». En principio, no tiene concretada ninguna exposición en Salamanca, aunque sí existen contactos para «algún proyecto regional». Sus próximos proyectos le llevarán a Brasil y, de nuevo, a México y en noviembre a Taxo, la ciudad mexicana donde reside habitualmente. Allí le esperan numerosas obras empezadas y terminadas, «desde dibujos en papel, hasta objetos que modifico como estructuras de coches de desguace». Cuando regresa a Salamanca, además de echar en falta «la ausencia cada vez más perceptible de árboles», también siente «mucho acomodamiento de los artistas y de la sociedad en general. Se está perdiendo esa frescura de la magia, de lo salvaje. El buen momento económico que se vive en España hace que la gente asuma otros patrones sobre lo que es la felicidad y dejan de luchar, de experimentar».

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