Héroes en cielo y tierra

Suena la alarma y la base de Cueto entera se prepara para luchar contra el incendio. Las torres de vigilancia han detectado un fuego y rápidamente avisan a León llamando al 112 para ponerse en contacto con el CPM (Centro Provincial de Mando). Los agentes forestales, enviados por el CPM, son los encargados de verificar la existencia de las llamas, asegurándose del lugar y de las coordenadas exactas. La información llega a la base a través de la emisora y es entonces cuando las CAR, Cuadrillas de Acción Rápida, entran en acción. José María Álvarez Lora, el piloto que durante estos días se encuentra en la base de Cueto, denominada Lima 1 y situada en el corazón del Bierzo, está listo con su uniforme y corre a poner en marcha el helicóptero que transportará a la cuadrilla -formada por un técnico, un capataz y seis peones- para llegar al punto del incendio. El helicóptero lleva instalado un depósito de agua de una capacidad de entre 1200 y 1500 litros y otro de espumógeno, que al mezclarse con el agua resulta muy eficaz a la hora de apagar el fuego, ya que elimina su oxígeno. Y así, en unos minutos, el equipo está en el aire, jugándose el tipo por salvar el campo la naturaleza y, en definitiva, la vida de la provincia. Mientras, otros en la playa, con su cervecita y unas aceitunas de tapa, sin preocupaciones, sin estrés... y sin acordarse, en muchos casos, de la gente que como los chavales de las cuadrillas -entre ellos Guillermo, Rubén, Jose, Galgo , Senen, Álvaro, Jesús, Rubén Gómez, Iván y Valentín- se exponen a un gran riesgo por muy poco a cambio. Los días tranquilos en la base, que siempre coinciden con los más lluviosos, se mezclan con otros en los que la adrenalina que produce el fuego en el campo invade el corazón de los valerosos chicos de