COMER CON LOS OJOS
Los dulces tradicionales
|||| La cocina tradicional forma parte de la historia de los pueblos. Los viejos guisos, lo que nuestras abuelas elaboraban con sumo cuidado en los fogones, ni puede ni debe ser olvidado. Por eso hay que congratularse de que en los últimos tiempos se haya propagado un interés muy especial por los antiguos platos, y también de que esto se vea reflejado continuamente en nuevos libros que nos hablan de la cocina de ayer. Buen ejemplo de estas publicaciones son las que pueden adquirirse en todos los kioscos y librerías de la comunidad de Galicia, y que nos instruyen sobre las tradiciones gastronómicas de una región que tiene mucho que decir en torno a la gastronomía. Soto Riobó ha publicado dos interesantísimos volúmenes sobre la cocina gallega en general y uno, muy especial, dedicado a los postres tradicionales. "Después de una buena comida no hay nada como un buen postre -comenta la autora- y si nosotros lo hemos sabido elaborar con nuestras propias manos lo podremos disfrutar con más agrado en compañía de nuestra familia y amigos". Y tiene razón, siempre es un momento gozoso el de reunirse amigablemente en torno a una Tarta de Santiago, unas orejas, unas filloas, unas cocadas¿y terminar el ágape con una buena queimada. Naturalmente cuando celebremos el festejo en tierras gallegas. En los recetarios de la cocina leonesa se hecha en falta una publicación dedicada específicamente a los postres tradicionales, que si bien en muchos casos coinciden con los gallegos, sobre todo en El Bierzo, o con los que nos encontramos en los libros publicados en la vecina Asturias, también hay una serie importante de dulces delicias que tienen profundas raíces leonesas y que sería interesante recopilar y estudiar. Desde las mantecadas a los amarguillos, de los nicanores a los imperiales, pasando por aquellos roscones que los mozos se disputaban en reñidas carreras el día de la fiesta del pueblo, hay mucho que contar sobre los postres de León, sobre la dulzaina gastronómica del Viejo Reino.