Diario de León

HIELOS POLARES AUMENTO DE TEMPERATURA CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO NIVEL DE LAS AGUAS ALIMENTACIÓN AMENAZA PARA LA SALUD

Las emisiones procedentes del deshielo aumentan el efecto invernadero Europa está sufriendo las mayores alteraciones climáticas en 5.000 años Un estudio vincula por primera vez la actividad humana a los cambios El mar amenaza con elevarse hasta 95 centíme

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El vapor de agua, el dióxido de carbono (CO2) y el gas metano forman una capa natural en la atmósfera que retiene parte de la energía proveniente del Sol. El uso de combustibles fósiles y la deforestación ha provocado el aumento de las concentraciones de CO2 y metano, que aumentan el efecto invernadero. El derretimiento de los suelos congelados de los polos se acelera y refuerza el efecto invernadero. El calentamiento climático incrementa la formación en torno del Círculo Polar Ártico de lagos de deshielos. Sus emisiones de metano se estiman en fuerte un alza. La revista Nature publicó una investigación donde se reevalúa la contribución de los lagos de deshielo siberianos al efecto invernadero. Esos lagos podrían emitir cinco veces más metano que lo estimado anteriormente. La superficie de la Tierra es calentada por el Sol. Pero ésta no absorbe toda la energía sino que refleja parte de ella de vuelta hacia la atmósfera. Alrededor del 70% de la energía solar que llega a la superficie de la Tierra es devuelta al espacio. Pero parte de la radiación infrarroja es retenida por los gases que producen el efecto invernadero y vuelve a la superficie terrestre. El clima en Europa está experimentando los mayores cambios que ha sufrido en los últimos 5.000 años, dice un estudio de la Agencia Europea de Medio Ambiente. El documento analiza la situación ambiental en una treintena de países. Como principal conclusión destaca que el cambio climático ya está en marcha, con un 0,95 % de crecimiento de las temperaturas medias europeas (un 0,7 en España). Como resultado del efecto invernadero, la Tierra se mantiene lo suficientemente caliente como para hacer posible la vida. Una pequeña variación en el delicado balance de la temperatura global puede causar graves estragos, como la desertización. En los últimos 100 años la Tierra ha registrado un aumento de entre 0,4 y 0,8 grados en su temperatura promedio. Un estudio británico concluye por primera vez que la actividad humana altera también la presión atmosférica. Científicos ingleses del Centro Hadley y canadienses de la Universidad de Victoria aportaron las primeras pruebas de que el aumento de las emisiones han originado diversas alteraciones en los últimos 50 años, como ya confirmó el IPCC, el organismo coordinado por la ONU, en el 2001. Los investigadores están construyendo modelos cada vez más fiables que ponen de manifiesto lo que podrían sufrir las distintas regiones de Europa como consecuencia de los cambios climáticos. Así por ejemplo, una disminución de las precipitaciones en Europa central supondría serias dificultades para toda Ucrania a la hora de regar sus cultivos. Asimismo, los países alpinos, como es el caso de Suiza, podrían registrar un descenso de su turismo si en muchas de sus estaciones de esquí no caen las suficientes nevadas. En el caso de otras zonas, se puede dar el caso de que tengan una mayor tendencia a sufrir inundaciones. Por todo ello, resulta fundamental contar con predicciones fiables. Los estudios más fiables hablan de una elevación media de 95 centímetros en 100 años, en el caso de España de medio metro. El aumento de temperatura incrementará la evaporación del agua de las plantas y el suelo, agravará los problemas de agua que ya padecen muchos de los países de clima más cálido (y más pobres). En algunas partes pueden propagarse las plagas y las enfermedades de la fauna y la flora, así como las de las personas, que ya sufren las poblaciones rurales. Los ciclones podrían intensificarse, en perjuicio de las comunidades de pescadores de las costas. El norte de Europa tendrá un clima más benigno y una estación agrícola más prolongada, pero el efecto será el contrario en regiones donde el clima es actualmente benigno. Los cálculos apuntan a que en cincuenta años, la hambruna podría afectar a 300 millones de personas más de las que actualmente están afectadas por este grave problema de la humanidad. El cambio climático mundial tendrá diversos impactos sobre la salud humana; algunos serán positivos, la mayoría negativos. Los cambios en las frecuencias de calor y frío extremos, las frecuencias de las inundaciones y las sequías, y el perfil de los aeroalérgenos y la contaminación en el aire local afectarían directamente a la salud de la población. Otros impactos para la salud provendrían de los efectos del cambio climático en los sistemas ecológico y social. Estos efectos incluirían cambios en los brotes de enfermedades infecciosas, la producción local de alimentos y la desnutrición, y diversas consecuencias para la salud provenientes de los desplazamientos de la población y la desorganización económica. Se han publicado pocas pruebas de que se hayan producido efectivamente cambios en el estado de salud de la población.

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