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«Me pidió usar el baño; le dije que no, pero me empujó para entrar»

«Sí, es ella. Creo que es ella». Martes, 12 de septiembre. Juzgado de instrucción número 16 de Barcelona. María Salud Mateu Valls no olvidará en los años que le resten de vida esa fecha y ese lugar. Al igual que no olvidará aquella tarde del me

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CONSUELO CHAVES ESTHER TABOADA | texto
León

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Aquella tarde, que se ve obligada, a pesar de su avanzada edad y de estar en silla de ruedas, a relatar ante un juez y a recordar para siempre. Le ha contado al juez exactamente lo mismo que le había contado a los Mossos de Escuadra cuando consternada, a principios del mes de julio, reconoció, en las noticias, a la mujer detenida como la presunta asesina en serie de ancianas. Había tenido más que palabras con ella. Era la misma que un día trató de meterse en su casa por la fuerza. Si hasta lo había estado comentando con su hija cuando escuchó que habían muerto varias ancianas, cerca de su barrio, estranguladas por una mujer de mediana edad que se ganaba la confianza de sus víctimas con cualquier excusa: «¡Mira, igual que la del otro día al salir de misa!». No se imaginaba María Salud que tendría que relatar lo mismo pero ante un juez. Explicar como una tarde una mujer que compartía banco con María Salud y una amiga, comenzó a hablar con ellas mientras éstas comentaban cosas de sus nietos, sus casas, etc. Cuando las ancianas decidieron marcharse, la desconocida también afirmó que se iba a casa y las acompañó. Una vez que las amigas se separaron, la mujer permaneció con María Salud y le comentó que se había olvidado las llaves, sus hijos no estaban en casa y ella tenía unas ganas enormes de ir al servicio. María Salud no estaba dispuesta a dejarla entrar en su vivienda, a la que casi estaban llegando, y le sugirió que lo hiciese en un bar. La mujer se negó aduciendo que le daba asco entrar a los baños de los bares. «Pues vaya a esa obra de ahí, que yo le vigilo» se le ocurrió a la anciana. La desconocida se volvió a negar y le pidió por favor poder utilizar un momento su baño. Estaban ya en el portal de María Salud y ésta no tenía intención de consentir, así que con un «lo siento» acabó la conversación y trató de cerrar la puerta. Lo intentó, ya que la desconocida se puso en medio: «Me pidió usar el baño; le dije que no pero me empujó para entrar». La anciana se resistió pero la mujer volvió a embestir. María Salud se dio cuenta que la desconocida tenía más fuerza que ella, que lograría abrir la puerta y tirarla al suelo así que comenzó a llamar por su hijo, aunque sabía de sobras que no estaba. «Maneeel, Maneeel». La agresora titubeó y la anciana aprovechó para cerrar la puerta con todas sus fuerzas. Días después la vio en el periódico. Se llamaba Remedios Sánchez y la acusaban de haber asesinado a cuatro ancianas y de agredir a otras cinco entre el 10 de junio y el 3 de julio. Fue entonces cuando una vecina le contó que esa tal Remedios había estado preguntado por ella y fue entonces cuando se dio cuenta de que también había sido ella la que días después de lo ocurrido había llamado a su timbre. Ahora tendría que volver a reconocerla. Sabía que había entrado a la sala del juzgado después de haber entrado ella, sabía que la habían sentado detrás de ella, sabía que la acusada había escuchado todo su relato. «Por favor, señora Mateu, poco a poco dése la vuelta y mire a la detenida. ¿Es la misma persona que intentó agredirla?» le dijo el juez. «Sí, es ella. Creo que es ella». Allí estaba, sentada entre dos guardia civiles, Remedios Sánchez, fría y en silencio. Con la misma frialdad y el mismo silencio que la han acompañado desde que los Mossos de Escuadra, el pasado 4 de julio, la encontraron frente a una tragaperras en un salón recreativo del centro. No declaró ante los Mossos, no lo hizo ante el juez de guardia ni ante el juez de instrucción en el pasado mes de julio, ni lo ha querido hacer ahora, durante el mes de septiembre y primeros días de octubre, cuando el juez ha tomado declaración a los principales testigos. De hecho, se negó a asistir a una rueda de reconocimiento alegando que no tenía sentido, ya que su imagen había aparecido en todos los medios de comunicación. «Desde el primer día decidió acogerse al derecho constitucional de toda persona a guardar silencio. Eso no es obstrucción a la justicia, ni significa que no quiera declarar. No es una táctica de la defensa», asegura Josep María Cusí, abogado de la presunta asesina. Él mismo reconoce que aún no «se ha roto el hielo» entre ellos, a pesar, de haber ido cuatro o cinco veces a visitarla a la cárcel de Can Brians, donde se encuentra desde el 8 de julio. No se conocían previamente. Cusí es el abogado de oficio al que le asignaron el caso tras el abandono de la abogada a la que la gallega, previamente, había recurrido. «Yo no he notado ningún cambio en su actitud desde que empezó todo. Desde el primer día decidió guardar silencio. Y yo lo he respetado. En lo que se refiere a su estancia en la prisión, sí que se la ve más adaptada. Al principio estaba más perdida», afirma el letrado. Frente a él y su defendida, estarán además del fiscal, varias acusaciones particulares de alguna de las víctimas y sus familiares y el Ayuntamiento de Barcelona ejerciendo la acusación popular por la alarma social creada. María Salud Mateu fue una de las cerca de 14 personas que fueron a contar su versión de los hechos al juez, cinco de ellas ancianas que sobrevivieron a las intenciones de la presunta asesina en serie. Además de los 4 presuntos delitos de asesinato y de otros cinco en grado de tentativa, a Remedios Sánchez el juez le imputa nueve presuntos delitos de robo. Los objetos encontrados en su casa fueron reconocidos por familiares de las fallecidas y por las propias víctimas. Sin embargo, su abogado afirma que las cosas sustraídas no son de valor. «En las casas de las víctimas no se forzaron puertas, no se abrieron cajones, ni armarios. La policía dijo que estaban en perfecto estado. Las piezas que se encontraron en casa de Remedios Sánchez parecen haber sido cogidas sin ningún tipo de planificación. Sobre la marcha». A falta de conocer los informes que aproximadamente en los próximos meses presentarán los Mossos de Escuadra y los forenses, sigue sin conocerse un móvil claro de los crímenes. Los objetos robados, las huellas dactilares parciales encontradas en el lugar de los crímenes y los rastros de ADN encontrados en una toalla y en un lazo utilizados en los asesinatos, son indicios de pruebas que sitúan a la gallega en las escenas de los hechos, pero que no explican claramente el por qué. Quizás arroje luz una de las pruebas que deben de presentar los forenses: el estado psíquico de la detenida. Remedios Sánchez está, desde su momento de ingreso en prisión, en la unidad de psiquiatría de la enfermería, en observación. A su abogado no le consta que ningún familiar o amigo la haya ido a visitar, ni tampoco que haya tenido ningún incidente en el centro penitenciario. A pesar de encontrarse cara a cara con algunas de sus supuestas supervivientes y de los familiares de sus supuestas víctimas, Remedios Sánchez nunca ha mostrado el más mínimo gesto de nerviosismo, arrepentimiento, desesperación o... cualquier tipo de sentimiento. En nada se parece a la Reme que compañeros de trabajo, antiguos vecinos y conocidos recordaban: una mujer afable, abierta y siempre dispuesta a ayudar. El proceso judicial continuará su curso. Las supervivientes, como María Salud, seguirán con su día a día y esperan no tener que revivir lo ocurrido. Todas sus declaraciones han sido grabadas por si alguna de ellas no pudiese llegar a asistir al juicio oral, que no se espera antes del año que viene. Quizás sea entonces, cuando el silencio de Remedios Sánchez se rompa.

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