El Nobel se lleva en la sangre
La clave del premio de los premios está en los genes. Diez familias suman entre sus miembros 23 de estas cotizadas medallas. El último caso es el de Roger Kornberg, galardonado en Química este año. Su padre ya había ganado el de Medicina en 195
E l pasado 4 de octubre los ojos del planeta se giraron hacia la Universidad de Stanford, en la soleada California. Un destacado catedrático de su facultad de Medicina, Roger Kornberg, había sido distinguido por la Academia sueca con el Nobel de Química «por sus estudios de la base molecular de la transcripción eucariótica». Mientras Kornberg recibía sin tregua las felicitaciones de sus colegas y las llamadas telefónicas de periodistas de medio mundo, un venerable anciano sonreía a su lado. Era Arthur Kornberg. El orgulloso padre del Nobel. El profesor sonreía con conocimiento de causa, porque 47 años antes, en otro otoño sueco, el patriarca de los Kornberg también había sido galardonado con el Nobel, en este caso en la categoría de Medicina y Fisiología. Curiosamente, aquel lejano 1959 Arthur Kornberg compartió la medalla grabada con el rostro de Alfred Nobel con el asturiano Severo Ochoa «por sus descubrimientos sobre los mecanismos de la síntesis biológica del ARN y el ADN». El segundo de la saga, Roger, no se salió de la senda de su padre, la genética, y así pudo igualar a su erudito progenitor. No es este, sin embargo, el primer caso en que el Nobel distingue a padre e hijo. Hay diez selectas familias que suman entre sus miembros nada menos que 23 de estas cotizadas medallas. Sólo ocho de ellas corresponden a investigaciones conjuntas de los parientes, el resto se trabajaron por su cuenta y riesgo el título. La plusmarca la tienen los Curie. La matriarca, Marie, es una de las cuatro únicas personas que repitieron en la nómina de los Nobel. Lo ganó en 1903 en Física, junto a su marido Pierre, y en Química en 1911. Los otros tres científicos que han conseguido dos medallas son J. Bardeen (Física, 1956 y 1972), L. Pauling (Química, 1954, y de la Paz, 1962) y F. Sanger (Química, 1958 y 1980). También han hecho doblete dos instituciones: el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (dos Nobel de la Paz) y el Comité Internacional de la Cruz Roja (triplete: tres premios de la Paz). Con cinco basta A los dos Nobel de Marie Curie hay que sumar en su hogar otros tres: el que compartió con ella su marido Pierre en 1903 y el que cosecharon en 1935 en Química, también a medias, su hija, Irène Joliot-Curie, y su yerno, Frédéric Joliot, en reconocimiento por sus investigaciones de la síntesis de nuevos elementos radiactivos. Con cinco medallas en casa, es mejor no imaginar cómo serían allí las habitualmente intrascendentes charlas de la sobremesa del domingo. Los dos matrimonios de la saga Curie unieron sus esfuerzos para hacerse con el cotizado galardón. Al igual que los norteamericanos de origen checo Gerty Theresa Cori y Carl Ferdinand Cori, que lo obtuvieron conjuntamente en Medicina en 1947. Otra pareja puede presumir de contar con dos distinciones, aunque en este caso cada uno la consiguió por su lado. Gunnar Myrdal la logró en Economía en 1974, sólo ocho años antes de que su mujer, la ex ministra, escritora y diplomática sueca Alva Myrdal, fuese laureada con el Nobel de la Paz. Únicamente una pareja de hermanos ha inscrito sus nombres en la relación de los premiados: Jan y Nikolaas Tinbergen. Y, de nuevo, los Tinbergen se ganaron en solitario su medalla. Jan recibió en 1969 la distinción en Economía, mientras que Nikolaas se alzó con su título en 1973 en la categoría de Medicina y Fisiología. De padres a hijos El resto de las familias con dos Nobel son cosa de padres e hijos, como los Kornberg. En 1915 el premio de Física fue compartido por sir William Henry Bragg y su hijo, William Lawrence Bragg, por sus investigaciones conjuntas sobre el análisis de la estructura del cristal mediante los rayos X. Niels Bohr fue laureado en Física en 1922, mientras que su retoño, Aage Niels Bohr, recibió el Nobel en la misma categoría en 1975. Repitieron galardón en Física Karl Siegbahn (1924) y su hijo, Kai M. Siegbahn (1981), y Joseph Thomson (1906) y su heredero, George P. Thomson (1937). Sin embargo, otros hijos no son tan disciplinados. No siguen la senda de sus padres, aunque también son capaces de conseguir un Nobel forjándose una carrera propia. Así lo hizo Ulf von Euler, ganador en Medicina en 1970, hijo de Hans von Euler, premio en Química en 1929. Todo es cuestión de genes.