Diario de León

Honda Type R, purasangre...

Los nipones de Honda han desvelado las claves del nuevo Type R: 200 CV y nada de ayudas electrónicas. El conductor... «conduce» y hasta «pilota», si lo prefiere.

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JAVIER FERNÁNDEZ | texto
León

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Había quien especulaba con que Honda se «atrevería» a juguetear con los 250 caballos de potencia para su nuevo Type R (ya saben, el drástico y sugestivo derivado del Civic). Pues no... la cosa se ha quedado en «sólo» 200 redondos caballos en un motor atmosférico. Eso sí, para quienes consideren la cifra inusualmente baja, decirles que no esperen ayuda electrónica alguna. El Type R hay que conducirlo, pilotarlo incluso, a puro huevo (con perdón). Lo que significa que, en un mundo presidido por la electrónica automovilística, el nuevo Type R continuará fiel a la filosofía de una conducción auténtica, sin subterfugios ni concesiones a la superficialidad. Las «manos» seguirán siendo determinantes a la hora de sacarle al pequeño Civic todo el potencial que lleva -llevará- dentro. Eso, y la tracción delantera, que también seguirá presente en una realización que, con esa implantación técnica y de haber elevado la cota de potencia hasta la cota que algunos propugnaban, sí que hubiera necesitado entonces de las inevitables ayudas a la conducción. Lo que, a nadie se le oculta, hubiese desvirtuado el espíritu del coche. Para quienes sigan pensando, empecinándose, en que, de todas formas, el Type R puede quedarse algo corto... ahí van algunas cifras: 6,6 segundos de cero a cien y 235 por hora de punta. No parece que las cifras se queden tan cortas, por mucho que resulten sensiblemente similares a la versión «R» actualmente en catálogo. Para dar gusto a los amantes electrónicos , apuntar que Honda ha sido también sensible: acelerador electrónico en esta nueva entrega Type R que, además, mejora ostensiblemente su estudio aerodinámico -aunque esto haya supuesto un ligero incremento de peso- y, en consecuencia, su comportamiento dinámico. Ayudado, como ahora, por una caja manual de 6 velocidades que ha vendido demostrando sus bondades de engranado. Por cierto, justo delante de la palanca de cambios, una placa con el número de serie para resaltar la exclusividad de un modelo -casi- de coleccionista. Si el exterior, llantas de 18 pulgadas incluidas, evidencia el espíritu Type R, en el interiorismo se respira todo el aire, y la magia, de la competición: asientos baquet , volante de tres radios, pedales perforados... y la posibilidad de «civilizar» el habitáculo con fruslerías como los airbag de cortina, el control de crucero (¿), los sensores de lluvia o el climatizador bizonal. Tampoco se apuren quienes consideren incongruentes los tales aditamentos. Existirá para ellos la posibilidad de adquirir «su» Type R en versión aligerada, sin equipo de audio (bastante musicalidad hay en el motor), ni recubrimientos interiores o exteriores (cubierta de carga trasera, carcasa inferior del motor, materiales insonorizantes...) que reducen en 40 kilos la romana general del coche. No tendrá más potencia, pero sí que saldrá beneficiada la relación peso/potencia, regla de oro en cualquier deportivo que se precie. Y el Type R... se precia.estos últimos, con lo que ello trae de ampliación de la zona de carga (el maleteo tiene una capacidad normal de 325 litros). En el capítulo de la polivalencia de uso, apuntar que nuestro protagonista hace gala de unas buenas sensaciones dinámicas sobre carreteras de todo tipo, sin tener que actuar constantemente sobre el cambio y con la posibilidad de mantener buenos cruceros con unos consumos ajustados. Los frenos (con ABS, el ESP ni siquiera se ofrece en opción) son uno de los mejores apartados del vehículos -buen tacto y resistencia a la fatiga-, junto con unas suspensiones que cumplen dignamente su cometido, tanto en asfalto como en tierra, siempre teniendo en cuenta que sus cortos recorridos, para lo que puede ser habitual en un todoterreno, limitan los pasos por zonas especialmente delicadas y propician algún que otro «levantamiento de pata»; aunque, ya se ha dicho, el Tucson es más un «todo camino» que un drástico 4x4. En este sentido, en el de la tracción, el Tucson monta un sistema 4x4 inteligente -control electrónico- en el que prima por completo la tracción delantera (ahí está la clave del recortado consumo) y que, cuando detecta pérdidas de adherencia, se convierte en un «50/50» repartiendo el par sobre ambos ejes. Para situaciones difíciles, fuera del asfalto, se cuenta también con la ayuda de un diferencial central que se conecta apretando una sencilla tecla situada en el salpicadero y que se desconecta automáticamente cuando el vehículo supera los 35 por hora de velocidad. Por cierto, rueda de repuesto normal y montada en llanta de aluminio... ¡enhorabuena!. En suma, que el Tucson pone de manifiesto su carácter de familiar polivalente, «vestido» de todoterreno, con una línea moderna y agradable y, lo mejor, con una tarifa que tampoco asusta. La relación precio/calidad es su mayor baza.

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