La esperanza y el auxilio tienen nombre de perro

«¡Tania, busca!». El guardia civil guía da un golpe en el pecho del pastor belga y la perra, como liberada de la obligación de permanecer quieta, se lanza como una exhalación a la búsqueda de lo que cree que es su «juguete»: una caja de explosivos estratégicamente colocada. El Servicio Cinológico de la Guardia Civil de León se prestó a la realización de este reportaje en exclusiva para el Diario de León. Para la demostración, los guías llevaron a sus perros al aeropuerto, incluido el animal que el Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) tiene en Sabero. Antonio Alvar suelta la cadena del cuello del animal, que hasta ese momento no ha parado de moverse y repasar visualmente la estancia a la que su entrenador la lleva. «¡Vamos bonita, muy bien, sigue!». Tania se siente alentada, su cabeza, su cuerpo, su rabo, sus ojos y sus patas no se abandonan al descanso. Tarda poco, en apenas cinco minutos la perra localiza su objetivo. No ha quedado un sólo rincón de la sala de embarque del aeropuerto de León por revisar, por oler, por vigilar. De pronto, la perra se sienta. Su cuerpo permanece inmóvil, cesa la hiperactividad. Sólo gira la cabeza y mira a su guía. Sus ojos delatan que está satisfecha, que quiere su «juguete» y empieza a ladrar. Quieta, sentada, sólo el ladrido interrumpe la atmósfera de satisfacción de su cuidador. Justo ahí, detrás del cenicero de suelo y metido en un cajón, está el paquete. «Estos perros no puede escarbar el lugar, como hacen los adiestrados para encontrar drogas, el explosivo puede estallarles y matarlos», asegura Antonio, su guía. Esta perra de tres años se entretiene con su regalo, un rodillo de tela, ajena a la hazaña que acaba de realizar: decenas de personas han salvado su vida en el mismo instante en que el animal sólo buscaba la caricia de su guía. Tania, de tres años, es uno de los cinco perros de los que dispone el Servicio Cinológico de la Guardia Civil de la Comandancia de León, al que también prestan su colaboración Katia, un labrador de cinco años, especialista también en explosivos; Yudi de siete años, un pastor alemán adiestrado para el rescate de montaña (está en el centro del Grupo de Rescate e Intervención en Montaña (Greim) en Sabero); Vosgo, un labrador de tres años, detecta drogas, igual que Black, un pastor alemán de ocho años. La actividad de estos perros de León ha permitido la detención de veinte personas e incautar casi 76 kilos de drogas en un año en registros domiciliarios, reconocimiento de vehículos en los accesos a las discotecas y controles de aeropuertos. Los canes colaboraron en la identificación de 3.671 personas relacionadas con el tráfico de drogas. Los perros realizaron 1.357 inspecciones de locales y edificios civiles estratégicos en busca de explosivos, como centrales eléctricas, vías férreas y carreteras, lo que permitió la identificación 2.460 personas. Yudi, especializado en avalanchas, ha intervenido en dos rescates con aludes y búsqueda de tres montañeros. «En los Picos de Europa no suele haber avalanchas», - dice Isidoro, su guía- «por lo que el perro acude a las concentraciones que solicitan las unidades territoriales del cuerpo». «Por su configuración, que es de grandes pendientes, no suelen cargarse las laderas de nieve y por lo tanto no hay aludes de gran importancia». Sin embargo, el entrenamiento del perro es diario. «En aludes reales ha acudido a dos durante estos años pero cuando llegó el perro los accidentados estaban ya localizados, bien por sus compañeros caninos de otros centros o, en un caso concreto, el accidentado no estaba enterrado totalmente». Una actividad frenética que incluye vigilancia en la operación paso del Estrecho, inauguración del aeropuerto de Barajas, juegos olímpicos, campeonatos del mundo y vigilancia de la Familia Real. Para mantenerse en forma, reciben 600 gramos de pienso de alta energía al día distribuida en dos tomas, cariño y mucho juego. Las medallas, si las hay, son para el guía, que, como recompensa, le da doble ración de comida.