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Los científicos determinan el ciclo vital de las nieblas

En la investigación se definen las ecuaciones físicas que describen de forma cuantitativa la energía que se intercambia en este proceso a tener en cuenta en trabajos relacionados con la influencia de las nieblas invernales y sus efectos negativ

Publicado por
T. FERNÁNDEZ | texto
León

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A lo largo del periodo invernal que ahora comienza, un fenómeno atmosférico frecuente es la aparición de bancos de niebla muy intensa y muy pegados al suelo. Estas nieblas tienen su origen en el intenso enfriamiento que se produce al anochecer después de los días soleados que caracterizan a la época invernal. El desarrollo de las mismas resulta bien común: después de un día tranquilo y soleado, en cuanto cae el sol comienza un rápido enfriamiento del ambiente que, al poco de anochecer, se transforma en una niebla intensa y muy localizada que dura toda la noche y que con los primeros rayos de sol del día siguiente enseguida disipa. Se trata de un fenómeno bien documentado en la bibliografía meteorológica que recibe el nombre de nieblas de enfriamiento radiativo nocturno o nieblas radiativas. Desde el punto de vista formal se trata de una nube de tipo estratocúmulo que se encuentra «posada» en el suelo. Los factores más importantes que influyen en la aparición y desarrollo de las mismas tienen su origen, sorprendentemente, en la influencia de la orografía del terreno y así, aunque el comportamiento de las mismas, su ciclo vital, está descrito de manera bastante meticulosa en la mayoría de las libros de meteorología, los aspectos particulares de las mismas varían de un lugar a otro por esta influencia determinante del terreno. El mayor interés de este fenómeno está directamente relacionado con la actividad humana ya que se produce a ras de suelo y se presenta en forma de, al menos, dos consecuencias suficientemente importantes como para ser tenidas en cuenta. Una es la drástica reducción de visibilidad que implica, que se suma al hecho de formarse durante la noche, mientras que la otra es la afección a la agricultura en forma de hielo formado a partir de la deposición de las gotas de agua sobre los cultivos. El Laboratorio de Física de la Atmósfera de la Universidad de León (LFA) ha estudiado en los últimos años cómo son estas nieblas de enfriamiento nocturno, obteniendo resultados que han permitido conocer los rasgos identificativos de las mismas. El análisis de los datos recogidos a lo largo de varias campañas de trabajo experimental ha permitido disponer de una memoria de investigación en la que se describen, entre otros, los rasgos « personales » del ciclo vital de las nieblas invernales. Asimismo en él se puede encontrar información sobre las ecuaciones físicas que permiten describir de forma cuantitativa, con números, la energía que se intercambia en este proceso, o lo que es lo mismo, el enfriamiento que tiene lugar. La información que suministra este trabajo es una referencia a tener en cuenta en trabajos relacionados con la influencia de las nieblas invernales, en particular, en cómo prevenir sus efectos negativos. Ciclo vital Cuatro son las fases que determinan el ciclo de tales nieblas: la fase previa, la fase de formación y desarrollo, la fase de mantenimiento y la de disipación. Además de la presencia de abundante humedad, son dos los parámetros que permiten describir el desarrollo de estas nieblas: la evolución de la temperatura y la de la velocidad del viento. En el transcurso de estas fases la condición previa es que la humedad del ambiente esté próxima al punto de saturación, mientras que el fenómeno más importante que tiene lugar es el denominado inversión térmica . Éste consiste en el enfriamiento de las capas de atmósfera más próximas al suelo y la extensión del enfriamiento hacia capas más altas de la misma, invirtiéndose la estructura vertical de temperaturas de la parte más baja de la atmósfera. Así, mientras en condiciones normales la temperatura del aire va disminuyendo a medida que ascendemos, en invierno, debido al enfriamiento del suelo y a su influencia sobre las capas de atmósfera próximas a él, este comportamiento se invierte hasta que ascendemos a una cierta altura, denominada techo de la inversión. La inversión térmica de la atmósfera, y en particular el techo de la misma, produce un « efecto tapadera » que interrumpe los flujos normales de circulación tanto de materia como de energía. Este no es un fenómeno menor pues la dispersión normal de partículas en suspensión, por ejemplo las que emiten las chimeneas y que potencialmente pueden ser peligrosas, se interrumpe produciéndose una acumulación de las mismas en las partes más bajas de la atmósfera. Los resultados encontrados por el LFA señalan que aunque todas las inversiones térmicas invernales tienen un comportamiento similar, sólo dan lugar a niebla aquellas en las que la parte superior de la atmósfera presenta una fuerte subsidencia: por encima del techo de la inversión térmica la temperatura, en vez de comportarse regularmente disminuyendo a medida que ascendemos, se mantiene constante durante varios centenares de metros más antes de volver a la pauta general de comportamiento. La situación no deja de ser sorprendente: el suelo está a una temperatura de varios grados bajo cero, en torno a cero al comienzo de la niebla y entre -5 y -6 º C cuando la niebla ya está formada, y menos de 100 metros más arriba en la atmósfera la temperatura es de unos +10 ºC, manteniéndose esta temperatura hasta casi mil metros de altura. Es decir, los días de niebla hay una inversión de temperatura que llega fácilmente a una diferencia de quince grados entre el suelo y el techo de la capa de niebla. A este comportamiento hay que añadir que en la línea de separación entre niebla y aire despejado se están produciendo descensos de temperatura verdaderamente notables, en torno a 2 ºC cada hora, cuando el comportamiento típico es que la variación nocturna de temperatura sea mucho más lento y uniforme en toda la franja de atmósfera que está cerca del suelo.