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Pasajeros transparentes

Los nuevos controles de seguridad aérea, aunque necesarios, generan incómodas sensaciones entre los usuarios y la tripulación de los vuelos, que se sienten espiados y tratados como seres sospechosos

Publicado por
NANI ARENAS | texto
León

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Primero, a raíz del terror suscitado tras el 11-S, se prohibió a los pasajeros embarcar con objetos cortantes, punzantes o contundentes. La detención de 24 personas, el pasado verano, en el aeropuerto londinense de Heathrow, cuya intención era presuntamente hacer explotar diez aviones con explosivos camuflados entre líquidos reveló cómo los terroristas habían cambiado de estrategia. Y abrió la veda contra sustancias que ninguna de las máquinas desarrolladas para la seguridad aeroportuaria puede detectar. Comenzaron así las restricciones relativas a los elementos que un pasajero puede llevar consigo en el avión. Para empezar, el Gobierno británico prohibió volar con equipaje de mano. Luego, los americanos impidieron acceder a la aeronave con botellas de agua. Ahora le toca el turno a la UE, donde ya es oficial la norma que restringe la cantidad de líquidos que los pasajeros pueden llevar al pasar los controles de seguridad. Desde el lunes, sólo está permitido llevar en el equipaje de mano pequeñas cantidades de líquidos, que deben ir en contenedores con una capacidad individual máxima de cien mililitros y empaquetados en una bolsa transparente de plástico con autocierre de 20 x 20 centímetros. Estas normas son un factor más que añadir a la larga lista de controles aeroportuarios destinados a prevenir atentados. A pocos viajeros les sorprende tener que pasar dos, tres o cuatro revisiones, tener que descalzarse o atravesar cabinas de rayos X que analizan las entrañas -presentes, para uso voluntario, en Lutton (Londres), Schiphol, (Amsterdam) o Domodédovo (Moscú)-. Su visión es tan nítida y precisa que su utilización ha generado polémicas como la acontecida en México, donde hubo que retirar los escáneres SafeSout 360, capaces de desnudar virtualmente a la persona. Nariz electrónica Otros aparatos habituales para los viajeros son los sniffers (narices electrónicas), creados para detectar pequeñas cantidades de explosivos o estupefacientes. Utilizan chorros de aire que desprenden partículas de la piel y de la ropa del pasajero. Un detector succiona ese mismo aire y hace un análisis químico en diez segundos. Los sniffers ya funcionan en aeropuertos estadounidenses y en algunos europeos, como el de Zúrich (Suiza). «En Puerto Rico, pasé por uno. Es como un arco que dispara el chorro de aire¿ Da un poco de mal rollo porque parece que te están gaseando», explica Nieves, viajera habitual por motivos laborales y acostumbrada a pasar por todo tipo de inspecciones. «En Londres hay que acceder a la zona de embarque con un único bulto, así que me las vi y me las deseé para meter el bolso dentro del maletín del ordenador. Son totalmente intransigentes, y es ridículo. No veo por qué es mas seguro tener un bulto que dos. Además, me vieron el neceser que te dan en el avión en business y me tiraron todas las cremas. Como me enfadé me dijeron: «mala suerte»», relata. 34 datos Tampoco sorprende saber que los gobiernos cada vez exigen más información sobre quienes traspasan sus fronteras. Por ejemplo, todos los pasajeros con destino EE. UU. deben facilitar al Servicio de Aduanas estadounidense un total de 34 datos personales, tales como nombre, dirección, fecha de viaje, origen y destino, número de asiento y de maletas, información sobre la formalización de la reserva y método de pago¿ El pasado septiembre, la UE accedió a la cesión de esos datos e incluso ha aceptado que agencias de seguridad como la CIA o el FBI tengan acceso a esa información. Estas medidas generan opiniones variadas. Desde quienes creen que son positivas porque buscan la seguridad hasta los que aseguran que son absurdas. «La amenaza existe y estas medidas son necesarias. El problema es que hay que buscar la manera de que los controles se hagan con rapidez. En un aeropuerto, el factor tiempo es fundamental. Si las normas obligan a los pasajeros a pasar horas haciendo colas en la terminal, la gente cada vez optará más por otros medios de transporte», comenta Luis María Klein, miembro del Área de Seguridad del Copac (Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial), quien matiza que, a veces, el problema radica en que los que diseñan las normas son ajenos al mundo de la aviación. Como ejemplo, la puerta blindada que separa la cabina del resto del avión, una de las consecuencias de los atentados de Nueva York. Bruce Schneier, criptógrafo y gurú de la seguridad en Internet, cree que todas estas medidas son inútiles. «Intentan evitar el ataque que ya ocurrió y no el que puede ocurrir en el futuro, probablemente por otros medios totalmente distintos», explica en su blog (www.schneier.com/blog). Y pone como ejemplos situaciones de alarma infundada en los últimos meses: 15 de agosto, la terminal de un aeropuerto fue evacuada porque los cosméticos de una pasajera dieron un falso positivo como explosivos; ese día obligaron a un musulmán a bajarse de un avión en Denver por estar rezando; 16 de agosto, en Málaga echaron a dos hombres de un avión con destino a Manchester porque otros pasajeros se negaron a viajar con ellos por su aspecto. Ambos fueron interrogados durante horas y luego puestos en libertad. El 18 de agosto, un vuelo de Londres a Egipto hizo un aterrizaje de emergencia en Italia cuando se encontró una amenaza de bomba escrita en una bolsas para mareos¿ La amenaza existe y la necesidad de mejorar los controles también, pero las paranoias que se originan alrededor de tanto control pueden resultar muy peligrosas. 1397124194

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