Puchy: «A mí que me den gente joven, son lo mejor del mundo»
«Creo que sería una locutora, quise serlo pero no me dejó mi abuelo; antes funcionaba eso del patriarcado...»
-Tenía que haber recorrido más, mucho más, como un galgo... -Pero si conoce más de medio mundo, los cinco continentes... - Fáltame Alaska... A Puchy, («sí, pon sólo Puchy, ya me conocen») le falta Alaska y al periodista la ciencia necesaria para saber cómo se sujeta un ciclón. O quizá cuadre mejor hablar de marejada al hablar de esta asturiana de Ribadesella que acabó pronto recalando en León y que timonea sus 78 tacos con un donaire ejemplar. «Si volviera a nacer creo que sería una locutora, pero no por eso del famoseo, como Encarna Sánchez, a la que por cierto podían dejar en paz, sino por desarrollar mi vida y mis posibilidades; está claro que hablo mucho, ¿no?». Puchy no llegó a ser locutora profesional, -aunque sí ha colaborado, y sigue colaborando, en emisoras leonesas- y como tantas mujeres de su generación, se construyó la vida en torno a las siglas S.L.: sus labores. Uno se pregunta lo que se esconde en realidad detrás de está mujer tan vital y dicharachera. Su matrimonio le dio dos hijos, ambos letrados, pero ella asegura que sabe defenderse sola. -¿Hubo más trastazos o más alegrías? -Si lo sopeso, quizá más trastazos. No olvide que nací en 1928 y por tanto viví la guerra... pero no, de la guerra no hablamos. Era la nueve de diez hermanos y era un poco la «revolucionaria». Ya decía mi abuelo, siendo yo una niña, que, si me llevaban a la horca y me dejaban hablar, a mí no me ahorcaban. Recaló Puchy, hace ocho años, en la residencia Care de Eras de Renueva, a donde llegó poco después de fallecer su marido. Llegó allí con las ideas muy claras: «Era preferible venir antes de que me trajeran». Pero, desde este puerto tranquilo, ha seguido planificando viaje tras viaje. No hay fronteras para Puchy: Japón, Thailandia, Brasil, Francia, Holanda, Bélgica, Italia, Escocia, las cataratas del Niágara... Y siempre sola. -Mi marido tenía miedo al avión así que hicimos un trato. Él iba a todas las cosas de deporte y a mí me dejaba viajar sola. Yo no tengo miedo al avión porque ya sé que, o me come un tiburón, o me estrapallo y no encuentran ni un diente. -Estamos ante una viajera profesional... -Y también con suerte. Una vez me tocaron 300.000 pesetas en la lotería (fíjese que hablamos de los años 70) y lo fundí todo en viajes. Voy mucho por libre, le pregunto al guía hasta qué hora tengo, cojo la guía trotamundos y a andar. ¿Anécdotas?, muchas, claro. Una vez un japonés tocóme el culo y le di una que no sé si llegó al río la dentadura postiza. También en Japón estuve llorando con las plañideras y le marido de la muertita me dio un par de besos. Otra vez, desde Helsinki a Estocolmo, en un crucero, un paisano iba detrás de mí sin parar. Poco antes de llegar a Estocolmo me dijo que quería acompañarme a conocer la ciudad. Yo iba con una pareja vasca y me decían «dile que sí, dile que sí». Y yo que ni hablar. Total que, al desembarcar, una limusina blanca y kilométrica estaba esperando a este buen hombre. Cuando se lo conté a mi marido se moría de risa». -¿De dónde cree que proviene esta energía vital? -Qué sé yo... Yo me crié, además de con mis padres, con una tía de Castro Urdiales que era muy activa y viajé mucho con ella. Pronto tuve ese deseo de conocer otros países y otras gentes. Pese a que su espíritu liberal le sale por los poros, Puchy es bastante cauta cuando habla de política. «No te digo a qué partido pertenezco pero sí que me gustaría estar en el Congreso». -¿Y qué haría allí? - Pues tomar las decisiones que fuera necesario. - Esto a veces no es nada fácil; fíjese el lío que se ha organizado en Cataluña o el asunto del terrorismo... - La verdad es que eso de Cataluña no lo entiendo. Sigo las noticias diariamente pero no acabo de entenderlo y mira que me duermo escuchando la radio y cuando me despierto vuelvo a escuchar la misma emisora. -¿Qué emisora? -Eso no se dice, quien quiera publicidad que la pague. -¿O sea, que sigue a Jiménez Losantos...? -Y la yema del otro. -Y de Zapatero, ¿qué opina? -Yo de José Luis Rodríguez Zapatero siempre opino muy bien; sin matices. Le conozco personalmente y le quiero mucho pero eso no significa que si hay cosas que no me gustan no lo diga. En cuanto al terrorismo, yo creo que si todos los presidentes anteriores tuvieron conversaciones con ETA, ¿por qué él no va a tenerlas? Si de lo que se trata es de conseguir la paz, ¿por qué no intentarlo? Digo yo. - Hablando de asuntos de la actualidad, ¿qué opina sobre ese fenómeno de la violencia escolar? -En ese tema, que es preocupante, lo que pienso es que fallamos todos. Fallamos los padres, los profesores, los alumnos y también falla la sociedad en su conjunto. -¿Le preocupa el fanatismo, ese choque de civilizaciones que está dando tantos quebraderos de cabeza? -Desde luego, Hay una falta de comunicación alarmante y en esto estoy también en la línea de quien defiende eso que llaman la alianza de civilizaciones. -¿Por qué cree que no se rebelan las mujeres musulmanas que están tan sometidas? -No son capaces salvo una minoría. La gran mayoría están con el pie encima y no salen de ahí. Están llenas de hijos... en fin. He entrado en muchas mezquitas, respeto sus creencias pero la verdad es que hay cosas que no logro entender. -Usted que mantiene un espíritu abierto y joven, ¿qué opina de nuestra juventud? -Los jóvenes son una maravilla. El 99,1% son generosos y solidarios, son gente sincera, son estupendos. De verdad que son lo mejor del mundo. Los hipócritas somos nosotros, los adultos. Es cierto que hay un 0,9% que alborotan mucho pero esos son los menos y no es justo que se quiera meter a todos en el mismo saco. A mí que me den gente joven, me siento mejor, puedo soltar tacos... En los últimos viajes que hizo a Croacia y a Túnez conoc í a chicos jóvenes extraordinarios.