Nintendo Wii: primeras sensaciones

Al abrir la caja de una Nintendo Wii lo primero que sentirá quien no la haya visto nunca es sorpresa. Sorpresa por el reducido tamaño del aparato, que es similar a un libro de tapa dura. En comparación con la 360 o la PS3 es, desde luego, una miniatura. Nuestro siguiente pensamiento será, posiblemente, que habrá que llamar a un técnico para que la instale. Cables por doquier, aparatos blancos y rectángulos plateados reinan en la caja. Sin embargo, no hay que ser demasiado hábil para montarla sin leer las instrucciones, pero hasta los casos desesperados podrán hacerlo con el libro de propietario. Todo está tan detallado que hasta un niño de ocho años está capacitado para ponerla en marcha. Cada cable se enchufa en su oportuna entrada -todas distintos-. La conexión al televisor es sumamente sencilla. Se hace por cables coaxiales a la salida AV o bien con el adaptador de euroconector suministrado. En este caso, al encender la máquina aparecer directamente la imagen del menú. Operar la Wii es tan fácil como apretar un botón. Todo el menú aparece en pantalla y por medio de 'una mano' van seleccionándose las opciones. Lo mismo ocurre con los juegos. El mando es inalámbrico, vibrador, con luz y altavoz. En algunos programas es necesario el 'nunchaco' o accesorio que se enchufa al mando principal para poder, así, utilizar las dos manos. La consola admite todos los juegos y mandos de la Game Cube. Además tiene una entrada para tarjetas SD con las que descargar fotografías y un puerto para enchufarla a internet y bajarse demos, personajes o mensajes.