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Los rayos X no traspasan la recién descubierta tumba de san Pablo

El subsuelo de Roma aún conserva muchas sorpresas. El último gran hallazgo arqueológico es la tumba del apóstol san Pablo, encontrada bajo el altar mayor de la basílica a él dedicada

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MARÍA SIGNO corresponsal en roma 1397124194 El sarcófago apareció durante los trabajos de re
León

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«En los últimos 20 siglos no había dudas de que la tumba no estuviese allí. En el pasado ha estado más visible aunque más tarde fue cubierta. Ahora hemos realizado una abertura en el pavimento de la basílica para poder verla, al menos en parte», explicó el cardenal Cordero de Montezemolo. El descubrimiento no ha sorprendido a los entendidos, ya que bajo el altar mayor siempre se ha podido leer el epígrafe Paulo apostolo mart. Es precisamente allí donde se encontró, hace unos meses, lo que los estudiosos denominaron un sarcófago o un recogedor de reliquias. La tumba, que ahora puede admirarse a través de una ventana de 70 centímetros, nunca fue tocada y tiene sobre su tapa un agujero de unos diez centímetros con una especie de tapón. Por él se podría introducir una microcámara para ver si hay restos del santo. «Hemos intentado examinar el sarcófago con rayos X para verificar lo que hay en el interior, pero la piedra es demasiado densa», explicó el cardenal. Para poder continuar esta investigación debe ser el Papa Benedicto XVI quien autorice el examen del interior, cosa que los arqueólogos esperan obtener. De momento el arqueólogo Filippi y su equipo se muestran satisfechos con haber confirmado la existencia de la tumba del apóstol, tal y como la tradición afirmaba. Más sorpresas Pero las sorpresas que guarda esta maravillosa basílica que mira al río Tíber no acaban aquí. Bajo el pavimento se han encontrado unos curiosos grafitis. Son obra del arquitecto Giacomo della Porta, quien completó la cúpula de San Pedro tras la muerte de Miguel Ángel. Y precisamente es esta obra la que allí dibujó en escala 1:1 para poder realizar los cálculos. «Un hallazgo curioso y de indudable interés arqueológico que en un futuro será visible también a los fieles, turistas y estudiosos», explicó Filippi, que fue quien encontró el dibujo mientras estudiaba las 1.726 placas de mármol que forman el suelo de la vieja basílica constantiniana. Como si de un puzle se tratara, el arqueólogo fue buscando en las lastras las líneas con las que Della Porta copió a tamaño natural el proyecto original de Miguel Ángel. El arquitecto habría utilizado el suelo de esta basílica al ser, en aquella época, la de mayor tamaño de Roma. Enterrado tras un martirio San Pablo Extramuros es, junto con San Pedro, San Juan de Letrán y Santa María Mayor, una de las cuatro basílicas patriarcales de Roma y la segunda más grande después de la del Vaticano. La basílica se construyó en la via Ostiense en torno al lugar en el que el apóstol san Pablo fue enterrado tras su martirio. Aunque el cuerpo del santo fue inhumado en una simple fosa de tierra, la tradición cuenta que la tumba era de la Matrona Lucilla. A fines del siglo II, el presbítero romano Gaio ya señalaba la existencia de un trofeo del que no se conservan restos. En aquel lugar desde entonces venerado, el emperador Constantino construyó, en el año 320, la primitiva basílica que acogía las reliquias del cofundador de la Iglesia. En el 390 los emperadores Teodosio, Valentiniano II y Arcadio decidieron la ampliación de la basílica y ya por aquella época se consideraba el sarcófago como el que contenía los restos del apóstol Pablo. El papa León Magno intervino para reconstruir la nave derecha, destruida por un terremoto en el 433. En esa ocasión se alzó el suelo del presbiterio y el sarcófago quedó enterrado por el nuevo pavimento. Una posterior elevación del altar mayor creó una cripta en la que podía ver el sarcófago en el que reposan los restos del santo. Este edificio y esta posición del sarcófago se conservaron hasta el incendio de 1823 que destruyó completamente la basílica. Aunque la reconstrucción, por deseo del papa León XII, conservó las características principales del edificio paleocristiano, manteniendo la planta en forma de cruz latina con cinco naves, la tumba del apóstol quedó entonces cubierta por una mezcla de detritos y arena que la ocultaban totalmente. La decisión de buscar la sepultura nació con ocasión del jubileo del año 2000, cuando muchos de los peregrinos que llegaban pedían venerar las reliquias del Apóstol. Una puerta santa Las dimensiones de la basílica de San Pablo son extraordinarias: 131 metros de largo por 66 de ancho y una altura de casi 30 metros. La fachada recubierta de mosaicos dorados y el pórtico de entrada le confieren un carácter original que recuerda los orígenes paleocristianos del templo. Allí, en el centro y rodeada de palmeras, está la estatua de san Pablo. En la nave central y en el transepto se encuentran los retratos de los diversos pontífices, desde san Pedro hasta llegar al actual de Benedicto XVI, realizados todos ellos en mosaico. Como en todas las basílicas romanas, también existe una puerta santa. Está situada a la derecha del portal principal y decorada con escenas del Nuevo y del Viejo Testamento. Se abre tan sólo con ocasión del jubileo. La última vez fue en el año 2000.

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