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Nueve reglas para que tu hijo no engorde

Los doctores en psicología Isaac Amigo y José Manuel Erasti desvelan en el libro «Quiero chuches» las causas de la obesidad infantil, un problema que adquiere rango de epidemia en España al afectar al 16% de los niños

Publicado por
RAÚL ROMAR | texto
León

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Del Homo erectus al Homo obesus. El futuro no está escrito, pero esta transición en la evolución humana, más que una especulación puede ser perfectamente posible a juzgar por la magnitud de un problema que ya ha adquirido el rango de epidemia a nivel mundial: la obesidad, especialmente la infantil. Es un fenómeno del que España no se libra, todo lo contrario. El índice de prevalencia de obesidad infantil alcanza ya el 16%, el triple que hace poco más de una década, y la curva de crecimiento sigue las mismas pautas que en Estados Unidos hace veinte años, país en el que más de la mitad de sus niños sufren sobrepeso hoy en día. Es una verdadera epidemia que el doctor en psicología Isaac Amigo y su colega José Manuel Erasti analizan en el libro Quiero chuches. Los 9 hábitos que causan la obesidad infantil , de la editorial Desclée. En una obra sencilla, didáctica y de carácter divulgativo desvelan cuáles son estas causas que convertirán al 80% de los niños que hoy son gorditos en futuros adultos obesos . Comer con la televisión 1 La televisión engorda. Aunque el aserto pueda parecer una broma, no lo es. La Academia de Pediatría de Estados Unidos acaba de publicar un estudio en el que concluye que el predictor más potente del peso en los niños es el tiempo diario que dedican a ver la pequeña pantalla. Un ejemplo: el organismo consume prácticamente la misma energía viendo la televisión que durmiendo. Un adolescente que pese 50 kilos quema unas 60 calorías por hora, que son las mismas que si pasara esa hora durmiendo. Sólo que viendo la tele lo más seguro es que el chico coma chocolatinas o chucherías. Otra agravante, ya que ver la tele evoca el deseo de comer. ¿Cuál es el consejo? Es obvio: procure que los niños coman en un lugar sin grandes distracciones y, obviamente, sin televisor. Picoteo entre horas 2 Es necesario establecer un horario regular de comidas y evitar el picoteo entre horas. Los alimentos que se consumen entre horas suelen tener un valor energético alto y están pensados «para estar llenos de sabores potenciados con productos químicos». Esto causa que «los alimentos fundamentales que aparecen en las comidas principales nunca lleguen a gustar del todo, porque el niño ha acostumbrado el paladar a base de potenciadores del sabor». Los padres no deben sucumbir al capricho de los niños. Comer solo 3 Alimentarse es un acto social. Evite que el niño coma en soledad o mientras realiza otra actividad que le obligue a una ingesta rápida. En España, las estadísticas dicen que el 27% de las familias raramente comen reunidas, por lo que suelen recurrir a comidas preparadas, que nutricionalmente no son muy adecuadas. Saltarse el desayuno 4 Los adolescentes que no desayunan regularmente tienen más probabilidades de padecer algún grado de sobrepeso en relación con los compañeros que sí lo hacen. Si un niño se salta el desayuno tiende a buscarse un alimento alternativo en el recreo, habitualmente productos de bollería industrial, ricos en grasas y azúcares y con más calorías. Comer sólo lo que gusta 5 Si el paladar infantil se acostumbra a una serie muy limitada de olores y sabores, el chico tendrá capacidad para imponer sus preferencias mediante enfados, llantos o retrasos en la comida y tenderá a elegir siempre los platos a los que está acostumbrado. Evítelo y varíe los alimentos que consume a diario. Dormir poco 6 La reducción de las horas de sueño conduce a comer más alimentos y a que éstos sean más calóricos. Un estudio desveló que la falta de sueño provoca en los jóvenes un cambio en las hormonas leptina, responsable de avisar al cerebro de que ya estamos saciados, y grelina, que estimula la sensación de apetito, lo que les hace tener más apetito y les causa más dificultades para sentirse saciados. Además, incrementa el deseo de dulces, galletas, patatas fritas o comidas saladas, mientras que el de frutas o verduras apenas aumenta. No es extraño que los chicos que duermen mal acaben delante de la puerta del frigorífico en algunos momentos de la noche. Aunque aún no se ha demostrado científicamente una relación causa-efecto, el incremento de peso en las últimas décadas ha corrido paralelo a un descenso generalizado de las horas de sueño. En España se duerme 40 minutos menos que en el resto de Europa. Comer para no aburrirse 7 A veces el picoteo responde a un momento pasajero de aburrimiento. Es fundamental no dar chucherías a los hijos como una forma de entretenerlos, de matar el rato o de acallar una queja de aburrimiento. Calmar la ansiedad 8 Existe un mecanismo biológico que favorece el consumo de alimentos, especialmente dulces, para calmar los nervios. En situaciones de tensión, el organismo busca comida rica en calorías, porque bloquea temporalmente la acción de las hormonas del estrés. Los padres tienen que buscar otras estrategias para controlar el estado emocional de sus hijos. Vida sedentaria 9 No hace falta recurrir a un deporte de competición para quemar calorías. Con un simple juego o actividades físicas recreativas es suficiente. Tanto en casa como en la escuela se debe estimular la práctica de una actividad como un medio para que el niño obtenga una serie de sensaciones positivas y placenteras.

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