Los ramos leoneses salen de la memoria colectiva
De una simple rama a los soportes más sofisticados, triangulares, rectangulares o circulares, el ramo navideño hace gala de una gran diversidad dentro de lo común, desde Velilla de la Reina a Fresno de la Vega y desde Omaña a Cembranos
Dicen que sobre gustos no hay nada escrito y, sobre ramos, muy poco. Pero las pasadas Navidades son muchos los ramos que han salido de las sacristías y de la memoria de las mujeres que los cantaron cuando mozas. Los vistieron primorosamente, con cintas de seda, flores y velas, rosquillas y frutos del bosque, y los cantaron con pasión y orgullo. De Omaña a Fresno de la Vega y de Velilla de la Reina a Cembranos, por no hablar del anticipo de Santa Lucía en Villadesoto, los ramos, en todo su esplendor, se han convertido en didáctica viva de la cultura popular leonesa y, aunque no sean exclusivos del actual territorio leonés, la gran variedad de ramos que afloran en León muestran la riqueza de sus antiguos rituales. En Asturias y hasta en Ávila se puede rastrear esta tradición que, en forma de ofrenda al Niño y loa a la Virgen recién parida (palabra que se suprimió del ramo de Armunia hace pocas décadas), en torno a la Navidad. El misterio del nacimiento es el tema común en las letras de los ramos de Navidad. Las semejanzas se encuentran también en la estructura de la pieza dramática (entrada, ofrenda y despedida) e incluso en estrofas que se repiten casi idénticas en diferentes comarcas: « Apártense los señores/ los del medio para afuera/ dejen pasar a estas niñas/ con este ramo de cera » (Ramo de Nochebuena de Villarroquel. J. Sofía González Yebra) o « Apártense los señores/ pónganse todos en ala/ dejen pasar este ramo/ pa la Virgen soberana » (Ramo de Nochebuena de Fresno de la Vega. Rosalina García). Tras ver la variedad de letras, formas y adornos en las exposiciones de Velilla de la Reina (se iba a cerrar el 6 de enero, pero su éxito la ha prolongado) y Riello y en las iglesias de Fresno de la Vega y Cembranos se puede decir que cada ramo tiene su «aquel». Así, las borregas de Marcial singularizan el Ramo de Nochebuena de Cimanes (Sagrario Velasco García) y el «bendito pastor» al que se apareció la Virgen del Camino, el de Velilla de la Reina. Soportes triangulares vestidos con los más imaginativos ropajes según se trate de un ramo de novia, de la Virgen o del santo o de Nochebuena, en Velilla de la Reina; circulares o de rueda, como los de Villaroquel y Secarejo y muchos de los pueblos omañeses; rectangulares como los de Tapia de la Ribera o Andarrosa y hasta una simple rama de encina, como el Ramo de Sardón de Velilla de la Reina dan luz sobre la diversidad con que esta tradición se ha manifestado en las tierras leonesas. Una variedad cuyo nexo de unión es, más allá de la religiosidad popular, el sentido de lo comunal, de la fiesta compartida tras la ofrenda.