Diario de León

UTAH, EL GRAN FEUDO DE LOS MORMONES

El mormón que quiere presidir Estados Unidos

Tras postularse como precandidato presidencial, Mitt Romney, actual gobernador de Massachussets, podría convertirse en el primer presidente mormón de la historia de la nación norteamericana. Su carrera hacia e

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TATIANA LÓPEZ | texto
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No piensen en mí como el candidato de los católicos, piensen que soy un demócrata y que, además, soy católico». Con esta frase cerraba su campaña presidencial en 1960 John F. Kennedy. El gobernante más amado de la historia de EE.?UU. trataba entonces de separar su vida privada de su vida pública, en un país donde un tercio del electorado se declara evangelista. Algo parecido ocurría el pasado 13 de febrero cuando el actual gobernador de Massachussets, Mitt Romney, anunciaba su intención de competir por la candidatura republicana en las próximas elecciones generales. «Me presentó ante ustedes como un hombre de fe», resumía el político en un discurso estudiado al milímetro. Nacido en el seno de una familia de Michigan, Romney es sólo uno de los seis millones de mormones que viven actualmente en los EE.?UU., rebautizados como los fieles de la Iglesia de Jesús de los Santos de los Últimos Días (S.?U.?D). Sus adeptos siguen sin ser vistos con buenos ojos por la mayoría de sus compatriotas, quienes recelan de sus ritos secretos y su pasado polígamo. Con casi un 30% de los votantes en contra de un presidente mormón, la leyenda negra de este credo se remonta casi a la época de su creación hace ya 170 años. La «verdadera Iglesia» Según el libro sagrado de los mormones, en Nueva York un ángel llamado Moroni se apareció en forma de luz al joven John Smith en 1823 y fue encargado por Dios de reorganizar la «verdadera Iglesia en la tierra». A lo largo de diferentes visiones, el ángel informó a Smith dónde se escondía un libro, grabado en placas de oro, en el cual residía el auténtico mensaje del creador. El texto habría sido escrito por profetas anteriores que llegaron a América procedentes de Israel y que, según el mormonismo, son los habitantes originarios del «nuevo» continente. Después de ser rechazados por la sociedad neoyorquina, y tras pasar siete años transcribiendo el libro al inglés. Smith y sus seguidores decidieron trasladarse al estado de Utah, al borde del lago Salt Lake, en homenaje al recuerdo del mar Muerto de sus antepasados. Casi dos siglos después de esta diáspora mormona, y con 16 millones de fieles en todo el mundo, menos de la mitad de los mormones siguen residiendo en los EE.?UU. Con fuertes raíces en Latinoamérica y Europa, la religión no sólo ha perdido en el camino a sus miembros originarios, sino también muchas de las tradiciones que le valieron el estigma de proscrita. Polígamos y racistas Precisamente era la poligamia el peor tabú de la religión, la primera costumbre en ser abolida por la Iglesia S.?U.?D en 1890. Practicada por los padres fundadores, la sombra de la sospecha sigue planeando entre quienes practican el credo a pesar de los múltiples esfuerzos de la comunidad por desligarse de los matrimonios múltiples. Poco o nada ha ayudado a este propósito el reciente éxito de la serie televisiva Big Love , emitida por HBO y cuyo argumento se centra en la relación de un supuesto mormón con sus tres mujeres. Más mal ha hecho todavía que en las últimas décadas varios mormones hayan sido condenados por bigamia en el estado de Utah, muy a pesar de políticos como el propio Romney o el presidente del Senado, el demócrata Harry Reid, quien hace unos años se convertía al mormonismo. Por si fuera poco, el pasado racista de la religión sigue persiguiendo a los parroquianos. Considerados una raza inferior indigna de conocer el verdadero mensaje de Jesús, hubo que esperar hasta 1978 para que la Iglesia admitiera miembros negros dentro de sus filas. Además, el carácter secreto de los ritos litúrgicos, los mormones sólo pueden casarse entre ellos y sin la presencia de no mormones en el templo. Los rumores sobre extrañas ceremonias de iniciación, y el estricto cumplimiento de doctrinas inusuales, como la obligación de usar siempre ropa interior bordada con las iniciales de la Iglesia, sólo han contribuido a aumentar el recelo ante esta religión, clasificada como «secta» en algunos estados del territorio estadounidense. Un presidente mormón Sólo los musulmanes están peor vistos en la vida pública que los mormones. No es de extrañar que muchos consideren casi un suicidio político la iniciativa de Romney. Sin embargo, a este licenciado en Stanford, casado y con cinco hijos, no parece preocuparle el peso que su Iglesia le supondrá en la carrera hacia la presidencia. Considerado un genio de los negocios, ha admitido públicamente que con 18 años cumplió su servicio obligatorio (cada fiel debe pasar al menos 12 meses en un país extranjero tratando de ganar adeptos) en París . También se sabe que no bebe alcohol, no fuma, no toma café y dona un 10% de su dinero a la causa. En su discurso de lanzamiento aseguró: «He iniciado una seguridad social universal en mi estado y tengo años de experiencia dialogando con los demás. Saber qué pesará más en la urnas, está en manos de Dios». Aunque no se sabe de cuál.

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