Uganda, la perla ensangrentada
El estreno de la película «El último rey de Escocia» actualiza las atrocidades que Idi Amín cometió en un país cuyas gentes reciben sonrientes al visitante, a pesar de la pobreza, de las matanzas, de dos millones de huérfanos del sida o de los
África es un continente muy rico, también en desgracias». Giuseppe, un siciliano cooperante de Médicos sin Fronteras, hacía esta reflexión en Bundibugyo, en el noroeste de Uganda, a escasos metros de un campamento donde se hacinaban los refugiados. «Esto no es nada, tendríais que haber visto las matanzas de los hutus», argumentaba, mientras la noche iba engullendo el perfil de las cercanas Montañas de la Luna. A escasa distancia, los grandes simios del parque nacional Kibale buscaban acomodo para dormir; allí se rodó la película Gorilas en la niebla y ahora otro filme, El último rey de Escocia, trae a la actualidad Uganda, un país bautizado por Winston Churchill como la perla de África. Esa joya ha sido ensangrentada en muchas ocasiones, desde que en 1962 obtuvo la independencia de Inglaterra, y uno de los que más la manchó fue el protagonista de dicha película, el dictador Idi Amin, cuyo ejército fue acusado de la muerte de 300.000 ugandeses. A mitad de camino entre la capital, Kampala, y la frontera con el Congo (antiguo Zaire), había un control del ejército: dos delgados troncos atravesados en la carretera de tierra y media docena de indolentes soldados, con viejas armas y una vestimenta muy poco uniforme. A un lado del vial, un vendedor de bebidas aprovecha para ofertar su mercancía (entre otras, la mítica Mirinda Naranja). Unos kilómetros después, la carretera está asfaltada y discurre entre grandes extensiones de té, uno de los productos que exporta el país. En Toro, la última población importante del noroeste, se ven algunos blancos que trabajan en dichas plantaciones y allí advierten del peligro de un ataque de los rebeldes con un dato sorprendente: atacan a partir de las cinco de la tarde. En ese viaje, hecho alrededor del cambio de siglo, no pasó nada, pero un mes después asesinaron a un grupo de escolares y más tarde matarían a machetazos a ocho turistas. Recorriendo Uganda sorprende la sonrisa de sus gentes, casi 25 millones, en ocasiones carcajada, cuando les pides permiso para ver lo que llaman su casa, un caseta de madera y chapa, con dos habitaciones separadas por una tela, en la que se agrupa toda la familia; más del 80% de la población vive con menos de un euro al día y, según Ayuda en Acción, el 6% de la población tiene sida: hay dos millones de huérfanos del VIH.