Kampala, un contraste de miserias y modernidades

El actor Forest Whitaker, candidato al Oscar, estuvo en Kampala para asistir al estreno oficial de su película, que el pirateo ya había llevado a las calles de la capital unos días antes. Le acompañó el presidente Yoweri Museveni, reelegido el año pasado en unas elecciones históricas, ya que «el proceso de transición política ha seguido manteniéndose inamovible mientras nuestra joven democracia se adapta a las exigencias del multipartidismo», apunta John Bulega, director de Action Aid Uganda. Gran parte del filme sobre el dictador derrocado en 1979 se rodó en una urbe en la que se pueden encontrar desde hoteles occidentales de cuatro estrellas hasta personas deambulando por las calles con una peculiar pigmentación amarilla en la piel: son los pobres del cuarto mundo, aquellos que no tienen acceso ni a las migajas del mercado que se celebra en uno de los barrios de la capital, donde las condiciones higiénicas van más allá de la duda. En una de las calles colisionan dos vehículos causándose mutuas abolladuras. Los conductores salen de sus vehículos, los curiosos los rodean y tras unos minutos de discusión uno de ellos saca unos papeles del bolsillo, pero no son los del seguro, sino billetes, shillings, la moneda oficial, que entrega al otro conductor y se acabó: cada uno sigue su camino como si no hubiera pasado nada. Entre las recomendaciones a los viajeros que van a la capital están las relativas a la seguridad, sobre todo durante la noche, según la Embajada española. Antes de entrar a una terraza, un tipo pasa un detector de metales para comprobar que no vas armado; cervezas para todos, por aquello de la seguridad alimentaria, mientras por un palco van desfilando distintos cantantes locales que muestran sus habilidades con unas cuantas versiones de temas conocidos. Poco antes de las once de la noche, el palco queda liberado y se descubre que su fondo es una tremenda pantalla de dos metros sobre la que el Inter de Ronaldo exhibe su fútbol.